Me gusta la idea de que los sanitarios y sanitarias y en general el personal de los cuidados y la salud esté siendo protagonista de varios de los txupinazos festivos de estos días en barrios y pueblos de Navarra. Está muy bien que ahora sean ellos y ellas los que ocupen los balcones, esos de los que tanto les aplaudimos en plena pandemia mientras miraban por las ventanas de los hospitales y residencias en la época más dura de la crisis sanitaria. Tenemos mucho que agradecerles. Estamos de fiesta porque ellos y ellas han estado allí siempre, al pie del cañón, dándolo todo, cuidándonos, protegiéndonos, alertándonos. En todas las olas, en todos los puestos, sin descanso. Han sido y son esenciales en nuestras vidas. Sin ellos la cadena se rompe. Desde el primer eslabón hasta el último. Y es importante reconocerlo de nuevo. Es emotivo verles ahora a los médicos o médicas de pueblos y barrios, a enfermeras, a cuidadores... en representación de todos los demás tirando esos txupinazos esperanzadores en este verano en el que la fiesta volverá a llenar de alegría el calendario, tras dos años en blanco con demasiados días ocupados por el miedo y la tristeza. El Covid 19 persiste, tenemos que seguir en guardia de alguna manera, pero ya no nos marca el ritmo con esa sensación de compás detenido. Me gustan estos txupinazos sanitarios. Creo que en general van a a ser unas fiestas especiales, en las que celebrar el reencuentro y brindar por la salud y en las que quienes nos han faltado en estos dos años tendrán, seguro, su hueco por allá arriba, justo al lado de los cohetes.