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Mesa de Redacción

Félix Monreal

La Pamplona clandestina

La Pamplona clandestinaIBAN AGUINAGA

El freetour no es una practica moderna. Como casi toda actividad promocionada en inglés es una adaptación lingüística de una tarea que se venía desarrollando a nivel local y que ahora trata de llegar al público (en este caso viajeros) a través de internet. Ofrece un servicio gratuito pero, como aquellos viejos rótulos colgados en los bares, se admiten propinas. Requiere de reserva previa y de un guía con un paraguas de color chillón. Antes de que el negocio matrimoniara con las nuevas tecnologías, los guías free ofrecían sus servicios con discreción a la puerta de un palacio, catedral o mezquita. Recuerdo a un pintoresco personaje en Córdoba que todo lo que desconocía de historia lo rellenaba con una graciosa verborrea: confundía los reyes pero contaba muy bien los chistes. Al final de la visita, o de lo que fuera aquello, reclamaba el donativo. Imagino también que fue un técnico de Hacienda quien se percató de que por ahí fluía economía sumergida y ahora los freetours se exponen a la investigación fiscal, ávida de controlar esos ingresos no reglados y aplicar el correspondiente impuesto. Así que además de ofertar la Pamplona monumental, la polémica con los freetours abre el mapa para visitar también lugares clandestinos como apartamentos y viviendas turísticas, además de balcones con vistas al encierro. Difícil mejorar la oferta.