DIARIO DE NOTICIAS incluye hoy una Tribuna de Opinión del ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, en la que defiende la oficialidad del euskera, el catalán y el gallego también en las instituciones europeas. “Para el Gobierno de España, proteger y promover nuestras lenguas es una obligación y una respuesta al mandato constitucional”, argumenta Albares citando al artículo 3 de la Constitución.
También el Parlamento de Navarra ha respaldado esta semana con una amplia mayoría que el euskera, una lengua propia de esta tierra desde hace siglos, sea lengua oficial en la UE. La moción de Geroa Bai tuvo el respaldo del PSN, EH Bildu y Contigo-Zurekin y contó también con una abstención positiva de UPN, que se mostró igualmente partidario de esa oficialidad europea. Sólo hubo cinco votos de los 50 totales en contra, los tres del PP y los dos de la extrema derecha de Vox. Tanto las reflexiones de Albares y los movimientos del Estado en Europa en favor del reconocimiento del euskera, catalán y gallego como el apoyo de la Cámara foral a esa vía, con el respaldo de UPN incluido, son buenas noticias para el euskera y para Navarra. Basta visitar el Archivo Histórico de Navarra, o cualquier archivo histórico del Estado, de Europa o de universidades a lo largo del mundo, para encontrar documentos oficiales, textos religiosos, cartas diplomáticas, escritos literarios o históricos que relatan la presencia de la lingua navarrorum no sólo como lengua común entre los ciudadanos de Navarra, sino también entre sus altos representantes políticos, diplomáticos o religiosos durante siglos.
Sin embargo, las actitudes discriminatorias y las faltas de respeto intolerables e ignorantes contra el euskera u otras lenguas del Estado, como las que protagonizó Ayuso en la Conferencia de Presidentes, son habituales. Se llenan la boca con la palabra Constitución y lucen banderitas, pero ni la han leído ni tienen intención de cumplir aquellos artículos que no les gustan, que son la gran mayoría. También existen aquí. Es imposible no observar una contradicción entre esas posiciones en la política foral respecto a la oficialidad de esta lengua en Europa y la que mantienen en Navarra, donde sigue vigente una zonificación lingüística impuesta hace más de 40 años que lastra su normalización. O con el uso de la lengua como arma arrojadiza en el debate político, pese a que la actitud positiva hacia el euskera es muy mayoritaria en la sociedad navarra. Una contradicción imposible de defender desde la honestidad política.
Y ya sería el colmo del absurdo más incomprensible que el euskera alcanzara la oficialidad en Europa y en Navarra siguiera excluido de gran parte de su territorio y ninguneado para los miles de navarros y navarras que habitan esas zonas. Postureo político no exento de cinismo. Es evidente que se están dando pasos en positivo en apoyo al euskera en Navarra y que vive un tiempo de avance más que de bloqueo y de discriminación, pero esa amplia mayoría política de apoyo a esta lengua en la UE debe ser también un camino para impulsar su avance con más y mayores consensos en Navarra desde la voluntariedad y la progresividad. Para todo proyecto democrático de comunidad es mejor caminar con acuerdos que perderse en el laberinto por los lindes de los desacuerdos.