La derecha jamás ha estado a la vanguardia del reconocimiento de los derechos de ningún colectivo discriminado. Es más, a menudo representa y defiende justamente lo contrario, en una actitud de resistencia al cambio que, en el caso de Navarra, ha sido particularmente pertinaz contra los derechos y libertades de las mujeres y del colectivo LGTBI.

No conviene olvidar que la derecha a nivel estatal se abstuvo en la Ley del Divorcio (1983), se opuso a la Ley del Aborto (1985 y 2010), trató de vetar el matrimonio homosexual (2005) y recurrió la Ley de Igualdad de 2007. Y en Navarra, se opuso a la pionera Ley de Parejas Estables (2000) y no apoyó la Ley LGTBI (2017): UPN se abstuvo y el PP votó en contra. Mientras ha gobernado en Navarra se ha negado sistemáticamente a garantizar la práctica del aborto en la sanidad pública: solo con la llegada del Gobierno del Cambio posibilitó este derecho en la red pública navarra. Estas resistencias han obedecido (y obedecen) a razones y prejuicios ideológicos sobre qué debe ser una familia, qué es un matrimonio o sobre la no legitimidad de determinadas opciones de orientación sexual e identidad de género. Creencias negadoras de derechos que aún persisten, y se están rearmando ante el avance del feminismo en todas las capas y sectores de la sociedad.

Cualquiera que haya vivido en Pamplona estos últimos cuatro años sabe qué importancia tuvo la llegada del Gobierno del Cambio liderado por Joseba Asiron a la alcaldía de Pamplona para que se hayan dado pasos determinantes en materia de igualdad. El cambio lo fue en actitud como en compromisos concretos contra la violencia de género. Si en julio de 2016 ante el caso de La Manada la institución municipal se alineó con la víctima y se puso a la cabeza de la manifestación social de repulsa fue porque se tomó la decisión política de no ocultar sino denunciar públicamente cada agresión. Una decisión política consciente, tomada en coordinación con el movimiento feminista y con las personas profesionales de igualdad, que reclaman que no se silencien las agresiones sexistas.

¡Qué diferente actitud la de Joseba Asiron frente a la de Yolanda Barcina y su equipo en Sanfermines de 2008, ante el asesinato de Nagore Laffage! Entonces UPN se abstuvo ante la propuesta de que Iruñea se personara como acusación en el caso Laffage. En 2016, en cambio, el gobierno municipal decidió de motu proprio personarse. La realidad es que hoy Pamplona se ha convertido en un símbolo de respuesta social y política contundente ante la violencia de género y de compromiso de los colectivos de la fiesta contra este grave problema social. Y si hoy existen un protocolo municipal contra las agresiones sexistas y una Casa de las Mujeres es gracias al compromiso del gobierno cuatripartito.

Sin embargo, pese a todos estos hitos, el riesgo de involución persiste. No es casualidad que la primera decisión política del gobierno de Maya fuera recurrir la convocatoria de dos plazas de técnicos/as de Igualdad. Tampoco que el alcalde contraviniera la propuesta de las técnicas de Igualdad y se dirigiera solo en masculino a toda la población en el saludo oficial del programa de fiestas. Más grave es aún que este año, y pese a mantenerse la campaña municipal contra las agresiones sexistas, UPN haya incumplido el protocolo, y esperó hasta el final de los Sanfermines para dar a conocer los cuatro casos de agresión denunciados. No se trata de una decisión inocente, ya que ha cortocircuitado cualquier respuesta social de repulsa en el fragor festivo y vendido una imagen falsa de “no pasa nada” en la ciudad. Una actuación muy grave que ya denunciamos en el balance de fiestas.

Vista la actitud ideológica que en materia de igualdad mantienen la derecha navarra y la estatal, no extraña que les perturbe tanto el programa de coeducación Skolae, que hace justamente lo contrario: pone la desigualdad y el machismo en el origen del problema.

Esta misma semana, la Unesco ha concedido el premio de Educación de Niñas y Mujeres 2019 precisamente a este programa educativo. Este galardón avala la calidad, innovación y buenas prácticas de este programa pionero en toda Europa, diseñado y elaborado por excelentes profesionales. Profesionales, por cierto, a los que ciertos sectores reaccionarios de la sociedad navarra han llevado a los tribunales por su implicación en el proyecto. Desde aquí, toda nuestra solidaridad y apoyo a estas personas.

El reconocimiento internacional deja más en evidencia, aún, las difamaciones vertidas hace un año (comisión de Presidencia del 05-11-2018) por la hoy concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Pamplona, María Barberena. La hoy responsable de Igualdad de Pamplona llegó a decir que Skolae “es determinismo ideológico del feminismo más radical, un feminismo que victimiza a la mujer hasta el punto de no considerarla una ciudadana de pleno derecho”. Afirmó sobre este programa que “no se puede tratar de cambiar la sociedad metiendo ideología con calzador, utilizando regates como este programa para doblegar voluntades y limitar así la libertad de los padres. No se puede instaurar el pensamiento único por ley, que es lo que pretende este programa”. Para Barberena con Skolae “se quiere usar para adaptar la sociedad a una ideología determinada, la marxista” y “busca el adoctrinamiento de los menores”. Esta sarta de acusaciones sería solo una muestra de atroz ignorancia, si no fuera porque las ha formulado la persona nombrada para diseñar las políticas públicas dirigidas a fomentar la igualdad entre mujeres y hombres en Pamplona.

Es obvio que Navarra Suma -formada por UPN y algunos de los partidos del llamado trifachito- quiere deshacer todo lo andado en estos años: que no se eduque en igualdad, que la educación afectivo sexual sea relegada al ámbito familiar, que no se hable tanto de violencia de género, y sobre todo, que no se vaya al origen del problema. En definitiva, que nada cambie. Según la actual concejala de Igualdad: “Skolae tiene un sesgo ideológico evidente, y la administración debe ser neutral ideológicamente”. ¿De verdad la administración pública debe ser neutral ante la violencia de género y sus causas?

Ahora que la Unesco, una organización internacional poco sospechosa de sesgos ideológicos, pone a Skolae como ejemplo en la educación de niñas y mujeres, ¿mantiene la señora Barberena sus acusaciones? Sinceramente, esperamos que rectifique, porque de lo contrario, ¿qué legitimidad puede tener como responsable máxima de Igualdad en el Ayuntamiento de Pamplona? La autora es concejala de EH Bildu en Iruñea