a veces fantaseamos con que trabajamos en una tienda de Dinamarca y que a las 17 horas echamos la persiana y nos vamos a nuestra casa a cuidar de nuestros hijos e hijas, a tomar una cerveza o simplemente a tirarnos en el sofá. Porque ya hemos cumplido nuestra jornada laboral y nos hemos ganado ese ratito del día reservado a nosotras mismas o a los nuestros. Vemos también cómo en nuestro país, en algunos sectores, se están dando pequeños pasos. Adaptaciones de jornada. Teletrabajo. Flexibilidad. Y nosotras, trabajadoras y trabajadores del comercio, los comentamos esperanzadas. Lo leemos en la prensa, vemos pequeños avances en nuestro entorno y confiamos en que algún día nos llegue a nosotras. Porque? a peor no se puede ir, ¿no?

Trabajamos en uno de los sectores con mayor precariedad laboral. Contratos temporales, parciales, sueldos que rozan el salario mínimo y encima esto, los horarios. Horarios infernales que no nos permiten conciliar nuestra vida profesional y personal. Que nos hacen vivir a contracorriente. Que por mucho encaje de bolillos que hagamos, no llegamos. Aun así, tragamos y mostramos al cliente -que tampoco tiene culpa- la mejor de nuestras sonrisas. Nos animamos unas a otras diciendo que ya llegará la mejora de condiciones, como ocurre en otros sectores.

Porque creíamos que a peor no se podía ir. Pero resulta que sí. Que aún nos pueden dar una vuelta de tuerca más. Resulta que Conforama nos impone ahora abrir este viernes 10 de enero las tiendas de Pamplona y Viana hasta las 12 de la noche. Esta decisión unilateral de ampliar el horario no está recogida en nuestro calendario laboral y a pesar de ello, nadie nos ha preguntado si podemos o queremos ir; es más, dan por hecho que vamos a ir sin rechistar. Según nuestro contrato de trabajo solo tenemos obligación de trabajar hasta las 22 horas. ¿Es que no es suficiente?

Con esta modificación del horario, quienes tenemos jornada partida nos encontramos con que tenemos seis horas de diferencia entre nuestro horario de mañana y tarde. Es decir, pretenden que trabajemos de 10 a 14 horas y después que volvamos a la tienda de 20 a 24 horas. ¿De verdad alguien cree que se puede tener una vida digna compatible con estos horarios?

A la dirección de la empresa le debe parecer una gran idea, porque no contenta con pisotear nuestros limitados derechos e incumplir nuestro convenio colectivo, ha decidido promocionar la venta en ese horario comercial de 22 a 24 horas. Para fomentarla, ha estado difundiendo folletos publicitarios en los que anuncia, orgullosa, que por cada 500 euros de compra que realice el cliente en esa franja horaria, le regalará 100 euros. Para seguir pisoteándonos, esos 100 euros se descontarán de la cifra de venta de cada vendedor y vendedora, bajando el margen comercial y provocando que no lleguemos a los incentivos individuales, ni a los de sección, ni tampoco al incentivo por margen de valor trimestral de 300 euros lineales para toda la plantilla de la tienda. Es la jugada perfecta. Conforama invita y nosotras pagamos la ronda trabajando a unas horas en las que deberíamos estar en nuestra casa o de ocio.

Más allá de nuestros intereses de conciliación como plantilla, nos preguntamos qué sentido tiene promocionar este horario comercial para el interés general. La empresa argumenta que es un buen filón para fomentar las compras en el primer viernes de rebajas, cuando por otro lado está cerrando al mediodía en horario de 14 a 16 horas. No tiene sentido. ¿Alguien se va a quedar sin poder comprar si no se abre hasta las 12 de la noche? ¿No hay suficiente margen abriendo hasta las 22 horas de lunes a sábado? ¿Hasta cuándo vamos a prolongar las jornadas y la apertura en festivos?

Está claro que la empresa, para tomar esta decisión, no ha pensado en ningún momento en la plantilla. Pero te pedimos a ti, como cliente, que sí lo hagas. Apelamos a tu responsabilidad y solidaridad para que el viernes no vayas a comprar de 22 a 24 horas y así evitar que iniciativas como esta prosperen y se repitan. Porque queremos volver a fantasear con un horario como el de Dinamarca en un horizonte no muy lejano. Porque queremos que se sigan dando pequeños pasos para fomentar la conciliación en tu sector y en el nuestro. Porque ha llegado la hora de decir basta, no queremos tragar más, queremos tener una vida digna. Simplemente, queremos tener un horario para poder vivir.

Firman este artículo: Laura Romero, María Bazo, Paola Idrobo, María Victoria Villabrille, Odalys González, María Ángeles Serrano, Vanesa Rodrigo, Cristina Beceiro, Sandra García, Diana Fernández, Paula Pablos, Irene Collado, Gonzalo Sánchez, Vanesa Martínez, Tamara Francia, Patricia Pascual, Amaya Zúñiga y Verónica Muro Trabajadoras/es de Conforama