ertenezco a ese grupo de pelotazales del que cada vez quedamos menos, que hemos mamado, practicado, potenciado y colaborado en ese deporte tan nuestro como es la pelota vasca, en cualquiera de sus facetas, aunque estos últimos años disfrutamos también del espectáculo como público. Veteranos pelotazales que aun recordamos los duelos de Barberito, Arriaran, Ogeta y un largo etcétera.

A lo largo de estos años y refiriéndonos solamente a la pelota a mano hemos visto aparecer y desaparecer empresas. Se me olvidaran algunas, pero recuerdo a Empresas Unidas, Eskulari, Pilotaberri, Alti, Maesku, Asegarce y las ultimas Baiko y Aspe, al margen de empresas más modestas como Garfe Ordago y algunas mas, del panorama actual.

Siempre he tenido la impresión de que el funcionamiento de las estructuras de las empresas de pelota, sobre todo de mano, se caracterizaba por un oscurantismo en su gestión. Todavía recuerdo en la inauguración de un frontón en una localidad guipuzcoana, hace muchos años, que un pelotari navarro que había jugado el estelar, se me acerco a preguntarme dónde se cobraba. Hace años, pero ya existían las trasferencias, tarjetas y demás elementos de pago. Recordaréis también la petición de los pelotaris, capitaneados por Rubén Beloqui, de un convenio legal que les aportase las coberturas que les correspondían, como trabajadores por cuenta ajena. No sé en qué quedó todo aquello.

La verdad es que seguramente, y sobre todo en las empresas de mano, estructurar el funcionamiento interno tiene que tener su complejidad, por las características propias de la actividad, como categorías, número de partidos, no disponer de instalaciones propias, por lo que las empresas, en lugar de establecer una relación laboral normal con sus pelotaris, se convierte en una especie de manager que organiza festivales a veces por iniciativa propia y otras por demandas externas y distribuye su plantel como mejor le parece. No obstante este plantel tiene a su vez contratos con las empresas, de los que desconozco sus términos.

Parecía ser que con la irrupción de Aspe y Asegarce se podía dar un giro a la gestión de las empresas y efectivamente se ha mejorado en muchos aspectos como preparación física, atención medica, charlas, aportaciones técnicas, en definitiva que la preparación de los pelotaris ya no son monte y chuletón, sino que este deporte se ha equiparado en los últimos años, al nivel de preparación física, de cualquier actividad deportiva actual. No olvidemos la aportación de la televisión en la difusión de esta modalidad, dando prioridad al espectáculo, sobre otros intereses del propio deporte. Esta mejora a llevado a que los aficionados en estos últimos años, hayamos disfrutado en mi opinión, de la mejor etapa de la pelota a mano, ya que a los elementos señalados hay que añadir la irrupción de un excelente grupo de pelotaris, que nos ha llevado a volver a llenar frontones. No obstante, parece que con la irrupción de nuevos gestores en el complejo empresarial, volvemos a las andadas del oscurantismo, tomando decisiones sin tener en cuenta a los aficionados que somos los que mantenemos la actividad, ni a los pelotaris, verdaderos protagonistas del tema. No se puede entrar como un elefante en una cacharrería desmontando golpe a golpe, lo que tanto ha costado consolidar. Evidentemente en toda empresa hay elementos a mejorar, pero somos conscientes de la tendencia de los nuevos gestores en cualquier actividad, a desacreditar el trabajo de los anteriores, pero en este caso existe al margen de la relación empresa/pelotari la implicación del aficionado, por lo que las decisiones a tomar, deben tener en cuenta esta especificidad.

Recordemos algunas. Relevos en la estructura administrativa. Relevos en la estructura deportiva. Conflicto con los jueces. Desaparición de los botilleros. Pretensión de la creación de vestuarios independientes. Conflicto con los gestores de los frontones. Despido fulminante de alguno de los pelotaris, con más futuro del cuadro. Y alguno más que se me olvidará, aunque como detalle, recuerdo que en algún festival faltó hasta el puesto de la coca cola, supongo que se estaba negociando un nuevo contrato.

Lógicamente no voy a opinar de los contratos de publicidad, TV y demás organismos que al menos hasta ahora han supuesto un puntal imprescindible en el mantenimiento de nuestro deporte. Pero es muy fácil llegar a la conclusión de que como mínimo habrá habido nuevas exigencias. Todo esto se supone que lo han planteado, con el objeto de dotar a la empresa de los mecanismos necesarios para su mantenimiento y recuperación. Pues no. Resulta que a las primeras de cambio cuando todos los empresarios, nos autoexigimos soluciones lo menos traumáticas posibles, para salvar esta crisis, van estas lumbreras y en lugar de reinventarse, vuelven al oscurantismo de hace décadas y toman decisiones que afectan a toda la familia pelotazale, que lógicamente no entendemos y sobre todo echamos de menos una mínima explicación.

Por otra parte las manifestaciones de uno de los máximos gestores a la TV, justificando hace ya algún tiempo el despido de un excampeón manomanista, pueden pasar a los libros de texto, como ejemplo de lo que no hay que hacer en esas circunstancias.

Pero es lo que tenemos y no hay más remedio que apoyar a nuestro deporte, aunque siempre será más fácil si nos dan argumentos a favor y nos desencantan lo menos posible.