n esta era pandémica hemos sido testigos del aumento del riesgo asociado a la inestabilidad política y económica que ha hecho mucho más evidente la importancia de las materias primas como cuestión de seguridad estratégica nacional. La industria extractiva desempeña un papel decisivo como suministrador de muchas de las materias primas básicas para la sociedad moderna y verde. En este contexto, la Iniciativa de las Materias Primas de la Comisión Europea establece como prioridad para el buen funcionamiento de la economía de la UE el acceso a las materias primas minerales y su obtención a precios asequibles. La estrategia de la UE se basa en tres pilares principales que se resume en: garantizar el acceso a las materias primas, potenciar las cadenas de suministro sostenibles a partir de materias primas de la UE y reducir así las importaciones.

El consumo de materias primas está directamente relacionado con el número de consumidores. La población mundial, que hoy ronda los 7.000 millones de personas, alcanzará en el 2100 los 11.200 millones. La producción agrícola tiene que hacer frente a esta demanda con menos tierra cultivable. Y sólo es posible maximizar el rendimiento de las tierras con un adecuado uso de fertilizantes, como la potasa. La situación no es fácil, y de hecho, la ONU ha alertado que nos aproximamos a “niveles catastróficos sin precedentes” asegurando que corremos un riesgo grave de seguridad alimentaria.

Hoy en día, además, la actividad agraria se enfrenta al encarecimiento de la energía y a una escasez de materias primas como los fertilizantes, que en consecuencia han experimentado una subida de precio muy significativa. En resumidas cuentas, unas expectativas de crecimiento de la demanda global de alimentos, y por lo tanto de fertilizantes extensa y significativa, está dejando atrás a una capacidad de oferta que no consigue acompañar el mismo nivel de crecimiento.

Las prohibiciones a la venta de fertilizantes derivados de la potasa bielorrusa por su deriva política, incluidas las sanciones impuestas por Estados Unidos sobre este país, uno de los mayores exportadores del planeta, han incidido notablemente en estos incrementos de precios. A esto se ha unido la suspensión del comercio internacional debido a la pandemia, y la posterior congestión de contenedores en los puertos internacionales por la brusca reactivación económica. La crisis es global.

Consciente de todo ello, la Unión Europea ha apostado por un plan de acción para materias primas críticas con el que se pretende avanzar hacia una mayor autonomía estratégica en la obtención de determinados minerales. Entre las líneas estratégicas de la UE está la implicación de los países que la conforman en la extracción de minerales en el propio territorio para evitar esa dependencia, un enfoque no solamente compatible, sino directamente en línea con el que presenta el Pacto Verde Europeo, nacido para descarbonizar la economía de la Unión en 2050, y revolucionar así el sistema energético, transformando profundamente la economía e inspirando esfuerzos para combatir el cambio climático.

En este ambiente de crisis, la legislación española en materia de extracción de minerales es una de las más restrictivas de la Unión. Los proyectos mineros son sometidos a minuciosos controles técnicos y administrativos que en ocasiones alargan durante lustros las tramitaciones de permisos. Sin duda, las garantías de sostenibilidad económica, social y medio ambiental de un proyecto minero en España son muy altas.

España debe reconocer en su legislación las consideraciones estratégicas europeas dirigidas a garantizar el acceso interno a las materias primas con el mismo grado de interés y urgencia que les están dando las principales economías del mundo

En cualquier caso, tras años de rigurosos análisis, la empresa Geoalcali ya recibió a mediados del 2021 la concesión minera por parte del Estado y las comunidades de Navarra y Aragón para el proyecto Mina Muga. El permiso de explotación de este yacimiento de potasa situado en la zona de Sangüesa y Undués de Lerda supuso el empujón definitivo del proyecto hacia a la fase de construcción.

Con Muga iniciando su construcción este año podría verse en producción en 2024. Muga producirá 500 mil toneladas los dos primeros años, cifra que aumentará hasta 1 millón de toneladas inmediatamente después.

El timing no podía ser más acertado. Con la aparición de Muga en el mercado, España pasaría de importar potasa a exportarla, contribuyendo a nivelar la oferta y la demanda en materia de abastecimientos y precios.

En el campo de la logística y el transporte para la exportación, Geoalcali ha firmado ya acuerdos para la distribución del mineral con los puertos de Bayona (Francia), Pasajes-Pasaia y Bilbao, que han puesto a disposición de la compañía su infraestructura de logística, transporte y almacenamiento. Adicionalmente, la plataforma logística de Aragón supondría una mayor flexibilidad en la cadena de suministro de Muga. La ubicación del proyecto es una ventaja competitiva frente a otros productores de potasa internacionales al disponer de puntos de almacenamiento y tránsito para los mercados agroalimentarios nacionales, franceses y europeos de fertilizantes, maíz y piensos.

Muga, que durante su construcción, con inicio previsto para mediados de este año, creará mil puestos de trabajo y que, en plena producción, ofrecerá cerca de 800 empleos directos, convertirá a este territorio en un importante productor de una materia prima clave. Este proyecto ha nacido en el momento y lugar precisos, para dar respuesta a una situación de inestabilidad comercial mundial de las materias primas y con una vocación clara de permanencia e impulso del territorio en el que se asienta, para ser la próxima gran mina de potasa de Europa.

La autora es directora de Asuntos Públicos Geoalcali SLU