an pasado ya varias semanas del inicio de la primavera y nuestros vistosos campos, árboles y demás elementos de la naturaleza lo van notando en cuanto a vistosidad, floración, crianza, migraciones; a nuestros oídos llegan cánticos por doquier, y el cortejo de muchas especies animales se hace notar. En resumidas cuentas, un nuevo resurgir de la vida. Es el momento también del vuelo de las mariposas, aunque desgraciadamente van en retroceso.

Las mariposas tienen una gran importancia desde el punto de vista de la conservación. Su valor es fundamental. La existencia de las mariposas permite la polinización de las plantas por un lado, y sirven de alimento también a muchísimas aves. Pero, además, las mariposas poseen un reclamo turístico, y se trata de apostar por la conservación de una especie para la que los modelos climáticos predicen unas reducciones drásticas.

Las mariposas son el inicio de la primavera y desde su comienzo emprenden sus acelerados vuelos. Conforme nos adentramos en la primavera, los colores de las mariposas se multiplican entre bosques, montañas y valles. Pero según la Asociación Zerynthia, asociación de ámbito estatal, sin ánimo de lucro, que se encarga del estudio, divulgación y conservación de las mariposas y los lugares donde habitan, entre ellas en Navarra, y que es la entidad representante en España de la federación europea Butterfly Conservation Europe, en el Estado español existe el peligro de su extinción sobre muchas poblaciones de mariposas, a pesar de que hasta ahora ha sido un paraíso en cuanto a riqueza y variedad.

Tal y como se publicaba hace unos días en elDiario.es, en el Estado español hay más de 5.300 especies de mariposas, según la asociación científica Zerynthia. La mayoría son nocturnas, las que se conocen como polillas o heteróceros. Solo de estas variedades se han contabilizado unas 5.130 especies, la mitad de todas las que hay en Europa, según el recuento de la Asociación Zerynthia. Así que estas latitudes conforman el segundo país más biodiverso del continente europeo en cuanto a lepidópteros, solo por detrás de Italia. La Asociación Zeryntihia subraya que hay 26 especies diurnas únicas en la península Ibérica y las Islas Canarias. Es decir, de todas las mariposas de luz que revolotean por campos y bosques peninsulares, más del 10% son únicas en todo el planeta.

También Navarra es una comunidad rica en lepidópteros, conocidos comúnmente como mariposas, siendo las más conocidas las mariposas diurnas, debida, entre otras cuestiones, a su posición geográfica en la que confluyen tres regiones biogeográficas (alpina, atlántica y mediterránea). Desde del año 2016, por iniciativa del Ayuntamiento del Valle de Aranguren y contando con la Asociación Zeryntihia, en un espacio en el bosque de Ilundain que alberga la mariposa isabelina o Greallsia (Actias isabelae), que es considerada por muchas y muchos como la más bella de Europa -se trata de una mariposa nocturna de gran tamaño y color predominantemente verde esmeralda, exclusiva de algunas zonas montañosas del Estado español y una pequeña zona de los Alpes- se pueden hacer observaciones de esta mariposa tan bella y de otras especies de mariposas, al igual que en otros lugares de nuestra comunidad.

Las mariposas son, probablemente, el grupo de insectos más atractivo para el gran público, así como para los naturalistas y especialistas en este campo. En las mariposas destacamos en muchas ocasiones su fragilidad. Ahora bien, esto no tiene mucha relación con otras manifestaciones que reflejan su poderío y su tenacidad. Baten sus alas varias veces por segundo, alcanzan los 35 kilómetros por hora y desafían al viento y a los pájaros que suelen perseguirlas.

Fruto de la atracción que supone observar a las mariposas, además de otros factores importantes, a mediados de los años setenta se comenzó a recoger datos sobre el estado de las poblaciones de mariposas diurnas (Ropalóceros), primero en el Reino Unido -se comenzó en 1976- y poco a poco en otros países europeos.

Miles de aficionados y profesionales han intervenido en el acopio de datos sobre la abundancia de mariposas. Los trabajos de este gran colectivo son coordinados por la organización Butterfly Conservation Europe (BCE). En la actualidad estos programas contribuyen con sus datos al European Grassland Butterfly Indicator, que tiene en cuenta especies propias de hábitats de praderas, pastizales y campiñas desarboladas, y que representan bellos indicadores de la calidad ambiental del entorno. Estos datos, publicados por la Agencia Europea del Medio Ambiente, nos orientan sobre la situación y las tendencias de las poblaciones de mariposas a lo largo del tiempo.

Todo comienza contando mariposas. Es algo parecido a un placentero paseo, pues cada transecto (1.5-2 km) viene a cubrirse en alrededor de una hora. Deben identificarse y contarse todas las mariposas que se detecten a 2’5 metros a izquierda y derecha del observador, así como a 5 metros por delante y a otros 5 por encima. En otras palabras, el espacio que cabría en un cubo imaginario de cinco metros de lado. Los recuentos tienen lugar desde marzo-abril hasta septiembre, según el clima de cada región.

Pero las cosas no van bien. La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) avisó ya hace diez años que las poblaciones de mariposas de pradera habían descendido mucho en los últimos años. El declive era alrededor de un 50% desde 1990. La situación no ha mejorado, y, de hecho, seis años después de aquella primera revisión, los científicos revelaron que el 40% de la especie de insectos estaban en declive y un tercio amenazado.

Un mundo, un país, una región, sin mariposas es difícil de imaginar. Cada especie cumple su cometido y, aun así, ciertas variedades llevan pegadas a sus alas historias especiales: nos han avisado de cómo avanza la crisis climática o recuerdan lo vulnerables y únicas que son.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente