Escribimos este artículo una vez presentada públicamente la lista de EH Bildu al Parlamento Foral. Una candidatura de la que se ha excluido a la representación avalada por el 98% de la militancia de EA en Navarra. Una decisión que rechazamos y que representa un ataque a la pluralidad interna y una pésima noticia para quienes creemos que EH Bildu debe ser un proyecto plural y de suma, que aúne cada vez a más personas y corrientes políticas, con capacidad de gestionar la pluralidad y credibilidad democrática como alternativa de gobierno. Si algo requiere Nafarroa y el soberanismo en su conjunto es inteligencia política, capacidad de unión y habilidad para gestionar la diferencia interna. Y EH Bildu está demostrando tener mucho que aprender aún.

En 2011, EA y la Izquierda Abertzale todavía ilegalizada concurrimos juntas por primera vez a unas elecciones. En aquel momento, la superación de la ilegalización y el retorno de la Izquierda Abertzale a las instituciones requirió un compromiso y coraje fuera de lo común a nuestra militancia. Y estuvimos a la altura. Tejimos complicidades, arriesgamos y lo conseguimos. Fue un hito histórico que trajo el fin de la violencia de ETA y marcó el inicio de una andadura en común en torno a EH Bildu.

El funcionamiento original dentro de este proyecto se basó en el diálogo y la búsqueda de acuerdos. Se anteponía el objetivo estratégico de consolidar la unión y sumar fuerzas, trayectorias y culturas políticas distintas, sobre el afán de dominio y de hegemonía interna. Se sintetizaron posturas y programas, se repartieron papeles y responsabilidades y se sentaron las bases para un cambio político en profundidad en Pamplona y en Navarra. No fue fácil, la pluralidad siempre exige esfuerzos pero resultó un éxito que se tradujo en un buen resultado electoral, un torrente de energía positiva y mucha mucha ilusión.

En 2015, EA propuso a un independiente como candidato a la alcaldía, a costa de sí misma, y de bajar su propia representación en Pamplona a la quinta posición. Fue un acierto: por primera vez en la historia Iruñea tuvo alcalde abertzale y de izquierdas. En Navarra, la proyección del hartazgo social manifestado en el 15M dio un resultado atípico: por primera vez, el PSN fue irrelevante para constituir gobierno. Los siguientes cuatro años, Navarra tuvo una presidenta abertzale y un gobierno cuatripartito plural del que EH Bildu fue parte esencial, sobre la base de un acuerdo programático pactado y supervisado por una comisión cuatripartita que se reunía regularmente, y además propusimos a dos consejeras.

En 2019 el PSN volvió a ocupar el centro de escena en Pamplona y en Navarra. El resultado es que bloqueó la reedición de la alcaldía de Asiron, cuya gestión había sido claramente revalidada (EH Bildu Iruñea subió de 5 a 7 concejalías) gracias también a una lista plural (3 concejales de Sortu, dos de EA y dos independientes). En Navarra, María Chivite fue elegida presidenta con el apoyo de todo el abertzalismo, incluida EH Bildu. Sí, han sido cuatro años de aislamiento de la derecha, pero también de un avance casi nulo en materia lingüística y desarrollo de nuestro autogobierno, con una supeditación absoluta a Madrid.

Estamos a las puertas de un nuevo proceso electoral y queremos expresar nuestra profunda crítica e inquietud ante el giro que está dando EH Bildu respecto a 2011, 2015 e incluso 2019. Con el pretexto de la crisis democrática interna en EA, la dirección de EH Bildu Nafarroa ha dado un golpe de mano excluyendo de la lista al Parlamento Foral nada menos que a toda la representación legítima de uno de los dos partidos fundadores de este proyecto. Por otra parte, y con la misma excusa, se ha eliminado arbitrariamente a personas de candidaturas locales, por encima de su labor y desempeño en los ayuntamientos. Todo ello, tras negar de forma pertinaz la interlocución formal a la representación política de EA Nafarroa en meses previos.

La única respuesta que hemos recibido cuando se ha interpelado a personas que han contribuido a la configuración excluyente de la lista al Parlamento ha sido despejar la pelota echándola sobre el tejado del conflicto interno en EA. Sin embargo, saben que es mucho más, que lo que está en juego es qué modelo de EH Bildu se está construyendo. EH Bildu Nafarroa ha optado, a nuestro parecer, por la salida aparentemente más cómoda pero también la más dañina para el proyecto a medio y largo plazo. Cabe preguntarles ahora qué hubiera pasado si nosotras nos hubiéramos lavado las manos cuando ellas tocaron la puerta de EA en 2011 y pidieron a nuestra militancia que diera la cara por la Izquierda Abertzale ilegalizada. ¿Qué hubiera pasado si les hubiéramos dejado a los pies de los caballos del PSOE entonces, sin poner nuestros cuerpos y nuestra trayectoria democrática en primera línea? La pregunta se responde sola.

Nuestra militancia está indignada, sí, pero sobre todo está muy decepcionada. Observamos que mientras se sacrifican confianzas y compromisos democráticos entre quienes fundamos este proyecto en Navarra, se hace un esfuerzo descomunal para frenar o amortiguar cualquier cuestionamiento o crítica a la acción de los gobiernos del PSOE en Madrid y en Navarra. ¿Cómo es posible que se pasen por alto y dinamiten compromisos básicos con quienes somos socios estructurales de EH Bildu, que hemos demostrado valentía y lealtad, mientras se defiende contra viento y marea una alianza con socios coyunturales interesados como el PSN-PSOE, incluso a costa de asumir falta de avances en objetivos políticos fundamentales para nuestra base social? Mientras se ha negado la interlocución fluida a EA de Navarra durante meses, Otegi plantea ahora públicamente ampliar los “pactos entre diferentes” con fuerzas políticas que discrepan totalmente del modelo social y/o nacional de EH Bildu. ¿Cómo es posible?

En este momento, lo que está en juego no es cuántos votos obtiene EH Bildu sino qué tipo de herramienta queremos que sea. Si queremos una EH Bildu cerrada y monolítica, dirigida solo por Sortu con estilo patriarcal, o una herramienta más abierta y plural, gestionada de manera compartida, que incorpore de manera respetuosa a otras corrientes y personas, feminista en el fondo y en las formas. Como miembros de EA, no podemos sino rechazar la última deriva y defender que, si EH Bildu quiere ser una herramienta que aglutine e ilusione, debe cambiar y ser capaz de aceptar, respetar y gestionar con inteligencia y cultura democrática su pluralidad. Para que podamos construir conjuntamente una Nafarroa más abierta, incluyente, democrática, euskaldun, justa y feminista.

*Las autoras son militantes de EA en Iruñea y miembros de la asamblea de Nafarroa