“No nos enfrentamos a dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino a una crisis compleja que es a la vez social y ambiental. Las estrategias para una solución exigen una enfoque integrado”.

(Papa Francisco, Laudato Si’).

El nuestro es un hogar común. La nuestra es una única familia humana que convive en esa común con todos los seres. En 2022, mientras nos esforzábamos por salir de la pandemia del covid-19, la invasión rusa a Ucrania abrió una nueva crisis humanitaria en nuestro continente europeo. Todas las voces y también las últimas advertencias, por ejemplo, en este pasado mes de julio (que, según dicen, ha sido el más caluroso desde que hay registros de temperatura), sobre el cambio climático no invitan sino que reclaman y exigen un urgente replanteamiento de nuestra economía y sociedad, de nuestro modo de producir y de consumir, en una palabra, de nuestro estilo y modo de vivir. Las personas, y no los beneficios, deben estar en el centro de las políticas futuras. Una prioridad clave podrá ser seguramente acabar con el comportamiento irresponsable de las empresas. Las actividades empresariales no reguladas se han relacionado con violaciones de la dignidad y los derechos de la creación con daños ¿irreparables? a la naturaleza de la que el ser humano es solamente alguien que convive, no el dueño. Las iniciativas de derecho indicativo basadas en estilos alternativos, respetuosos y solidarios mantienen su vigencia. El considerable poder de las empresas, sus recursos jurídicos y su intrincada estructura corporativa están dificultando grandemente el creciente interés y el obligado cuidado debido en la sostenibilidad de nuestro planeta. 

En este marco que acabo de describir muy someramente, de manera telegráfica en pocas líneas, te quiero hablar y presentar una iniciativa. Algunas de las ideas/palabras clave de la misma pueden ser, por ejemplo, las que siguen: independencia de tiranías energéticas, energía sostenible, sequías recurrentes y desertización, iniciativas y empresas de conocimiento usando pymes existentes, oportunidad de negocio e inversión sostenibles. En último término, y detrás de esta propuesta de la que te hablo, se trata de prevenir, mitigar y poner fin a los efectos nocivos de las actividades empresariales sobre las personas y el planeta, creando un estilo alternativo de comprender y realizar la actividad (benefactora social) empresarial que ayude a la sostenibilidad de nuestro planeta.

En el trasfondo te confieso que hay una persuasión que podemos compartir: El cuidado del planeta puede y debe estar en el centro de toda iniciativa y actividad de las empresas. Y no se trata solamente de exigir a las empresas que adopten medidas mínimas para hacer frente a los riesgos e impactos relacionados con el cambio climático. Creo que podemos compartir la real insuficiencia de las disposiciones de las propuestas sobre el clima porque esas disposiciones no responden a las generaciones presentes ni futuras de los impactos letales del cambio climático y, además, son una negación inaceptable del papel de las sociedades europeas en el peligroso cambio climático. Detrás de la propuesta que quiero presentar se trata de un modelo empresarial que vaya más allá de los planes de acción climática cuya aplicación no se supervisa ni se hace cumplir, e integrar en esa comprensión y actividad empresariales los riesgos e impactos climáticos en el marco más amplio e integral del respeto atento y cuidadoso en materia de medio ambiente.