Que quede bien claro, que ni por un momento he considerado que mi visión de la ética o mi sentido de la justicia sirva para gran cosa en el garito de los diseñadores de la política terrícola. Ya manejo sobrados lustros como para haberme enterado de qué va el pútrido mejunje de la gobernanza planetaria. Pura descomposición de la solidaridad humana.

Y que conste, que aun siendo plenamente consciente de la ingravidez de mis fútiles opiniones, por aquello de la catarsis, nos explayaremos.

¿Cómo no voy a ser consciente de mi futilidad cuando filósofos y grandes humanistas han dejado de ser guardianes de la honestidad intelectual y de la vida humana? Y todo por la hipocresía y la aquiescencia de todos nosotros, ejemplares ciudadanos, con los criminales genocidas que organizan y definen nuestras fraudulentas democracias.

Dicen que los nazis alemanes exterminaron seis millones de judíos, dos millones de cíngaros, cientos de miles de comunistas... Los probos jueces, URSS, USA, Francia, GBR (sin mácula, ¿alguien duda?) de Nuremberg, los sometieron a un ejemplar proceso.

Daba la impresión de que tras tan paradigmático juicio y con la erección de la ONU, por tan dignos gestores del orden mundial, el planeta tierra no asistiría a más genocidios.

Pero el fariseísmo y el criminal descaro de todas estas figuras (cínicos histriones), jueces de Nuremberg y organizadores del mundo es terrorífico. No solo han desbaratado los buenos propósitos que engendraron las naciones unidas, sino que se han convertido en los muñidores y hacedores de todo genocidio surgido tras la Segunda Guerra Mundial. Evidentemente, siempre con el servil beneplácito de la democrática Europa.

He ahí uno de los grandes atolladeros políticos de hoy día.

Tras los 75 años que Israel lleva asolando, robando, expropiando, matando impunemente a miles de palestinos. Igual que sean inocentes niños, sufrientes madres o cualquier otra vida que pulule por los trágicos callejones de Gaza o Cisjordania.

Creemos que es de trascendente urgencia formar un Nuremberg que ponga en su su sitio a tanta criminal locura. A los Ben Gurion, Golda Mehir, Moshé Dayan, Menajen Begin, Ariel Sharón, Benjamin Netanyahu y a todos sus fieles muñidores.

Sé que existe un nudo gordiano, un impedimento difícil de salvar. Y es que los jueces de Nuremberg y de parte del mundo, hoy, muñidores y cómplices de toda esa execrable calaña de genocidas, son los que debieran sentarse en el banquillo.

Y claro, ¿quién es el guapo que se atreve a poner el cascabel al tigre?