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Tribuna

Ceremonia de los JJOO: de dioses, Dionisos y filósofos griegos

Ceremonia de los JJOO: de dioses, Dionisos y filósofos griegos

No sé si soy muy ingenua o simplemente no se me ocurre pensar que alguien se mofa o se ríe de mis valores o creencias cuando veo enfoques diversos al mío. No soy relativista, procuro no ser dogmática y no pretendo imponer mis valores a los demás a estas alturas.

Este domingo, al leer a Irene Vallejo sobre los filósofos escépticos de la antigua Grecia, me sentía identificada: “invitaban a cultivar la duda y defendían con valentía los matices y ambigüedades. Animaban a actuar razonablemente pero sin jactarse de tener la razón. No eran descreídos o cínicos (como usamos hoy el adjetivo). Skepsis significa en griego investigación, examen a fondo de cada asunto”. Según Vallejo, uno de sus mayores representantes, Pirrón, “aspiraba a combatir los dogmas para liberar a la humanidad de la inquietud, la hostilidad y el conflicto”. Cuánto tenemos que aprender de él hoy día…

Esta mañana, al llevar a misa a mi madre, me he enterado de que algunos obispos franceses y una parte de la Iglesia (por cierto, al Vaticano no le he oído nada…) habían montado en cólera con la ceremonia de los Juegos Olímpicos. Como todo el mundo vio, en una de las escenas, sobre un puente de París, hubo un banquete con el dios griego Dionisos ocupando el centro del escenario. Como se sabe, le suele gustar mucho la fiesta a Dionisos, y en esta performance artística (que puede gustar estéticamente o no) estaba rodeado de drag queens y otros personajes con trajes coloristas y extravagantes que celebraban la diversidad, bailando y desfilando como en las pasarelas francesas, exaltando también la aportación francesa al mundo de la moda, vamos. También se besaban y hacían corazones con los dedos: nada de mofa ni agresividad. Eso es lo que yo honradamente vi. Puede ser que fuera muy largo y no representara a una sociedad estadísticamente heterosexual, pero nada más.

En ningún momento vi en ello lo que algunos católicos han visto: una mofa a Jesucristo y a la última cena que tuvo con sus apóstoles. También parece que lo que había llegado después del vociferar de algunos en la redes es que uno de los transexuales decía en la fiesta que él era Jesucristo…. Como todo esto me sonaba a bulo me he puesto a investigar sobre el tema.

Efectivamente, ha habido una polémica con esta escena. Parece ser que el artista responsable de la misma, Thomas Jolly, ha querido hacer una reinterpretación artística y de la pintura de Leonardo da Vinci La última cena. Perdón, pero no lo había visto así…y soy creyente….

Según El Periódico de Catalunya el domingo, menos de 2 días después de la ceremonia, el artista y la responsable de la organización de la ceremonia de apertura de los Juegos, la Sra. Descamps, han tenido que pedir disculpas y han insistido en que la ceremonia tenía la intención de “celebrar la tolerancia comunitaria” y que “está claro que nunca hubo intención de mostrar falta de respeto a ningún grupo religioso”.

Esto ha sucedido en contra de la libertad de expresión, en este caso artística, en un país que aún teniendo muchos creyentes entre sus filas, es un estado laico en el que no hay ninguna confesión religiosa. Todas las iglesias allí son iguales en derecho, y las iglesias no deben intervenir en la organización ni el funcionamiento de las instituciones del país. Pero hoy en día la consigna de los que se sienten “atacados” o “invadidos” es “defender” sus ideas, pretendiendo una Europa monocolor… y sin inmigrantes. Y es que, al informarme sobre este hecho, he leído cómo la ultraderecha ha criticado además el protagonismo en estos eventos de personas de origen no europeo (ya en 2ª generación incluso), diciendo que no representan la “esencia” de su país. ¡Todavía no me he debido enterar qué es hoy en día la esencia de un país como la France…. vaya! Que le digan a la selección de fútbol…

En algún caso han llegado a considerar que mezclar artistas musicales de raza negra (Aya Nakamura) y a la guardia republicana francesa es una humillación para esta última. Yo que pensaba, cuando vi el desfile, que era una muestra de fusión musical, multiculturalidad y diversidad étnica de nuestro país vecino… Está claro que, aunque soy profesora de música, hay músicas de las que no entiendo…. Luego supe que a esta artista se le ha dicho en las redes la humillante y postcolonialista frase de “esto es París, no el mercado de Bamako”... Ya nos recordaba Irene Vallejo este domingo lo que decía Mafalda: “El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta”.

Pensar en estas mentalidades cerradas, cristianas o no, me da gran tristeza y me retrotrae a los tiempos de las cruzadas, que creía superados (parece que los filósofos griegos fueron más avanzados al poner en tela de juicio o duda hasta nuestras propias opiniones con el objetivo de dialogar, de buscar la sabiduría…). La consigna de “defender las ideas” denota que se sienten “atacados” y parece ser parte de una visión del mundo en la que uno cree que está en posesión de la verdad.

De este modo se siembran discursos que crean odio, aprovechando que hay personas desinformadas o que no profundizan demasiado. ¿Cómo pueden votar, por ejemplo, los italianos a una presidenta, Meloni, que defiende “la pizza como objetivo de gobierno”? Esto no es tan raro para el pensador francés Olivier Roy, que afirma que “los que piensan que la cultura francesa o italiana están en peligro, en realidad ni siquiera reivindican a Víctor Hugo. Hablan de la baguette, el salchichón, el vino tinto o las provincias…”.

Con este sesgo superficial e interesado en la defensa de las ideas, se niegan hechos claramente probados como la crisis climática, o se pervierten otras como libertad, derechos humanos, y lo peor: nuestra sociedad está instalada ya en la desinformación, el individualismo y una falta de empatía feroz. Así, una parte de Europa vive en un etnocentrismo que la ultraderecha aprovecha a esparcir mezclando churras con merinas y aprovechando el menor resquicio para manipular el descontento de una parte de la sociedad.

No me siento para nada representada como europea por este tipo de ideologías. No me siento representada como creyente por ese sector de los católicos, ya que tengo una visión de un Jesucristo y de Dios totalmente diferente al que ellos muestran. No tengo nada que ver con el Dios de algunos americanos que pretenden la intervención milagrosa de Dios salvando a su dios Trump o con los miembros de Vox que llevan su cruz en el pecho bien a la vista. Yo puedo llevar la mía en el cuello, pero no me parece auténtica si no la llevo en mi corazón y en mi vida cotidiana, en mis actos. Y, sobre todo, no necesito defenderla como ideología dogmática a imponer, sino tratando de dar testimonio de sensibilidad, espiritualidad y humanismo en esta sociedad tan necesitada del mismo, y también respetando al diverso, compartiendo mis valores con personas no creyentes que en muchas ocasiones me dan lecciones de humanidad y compromiso social.

Veo muchas cosas bastante más criticables en los Juegos Olímpicos y que ese sector de la sociedad no ha “defendido vociferando” en ningún momento. Por ejemplo, el dejar participar a Israel y no a Rusia con la que está cayendo. Como siempre, poderoso caballero don Dinero…

Recojo ahora las palabras previas a las olimpiadas de Francisco, el actual papa, que sí creo que reflejan una idea de lo que Dios puede suponer para los humanos y de las que podrían “dar testimonio dialogante” los creyentes: “Mientras la paz mundial esté seriamente amenazada, espero fervientemente que todos respeten la tregua olímpica con la esperanza de resolver los conflictos y restablecer la armonía. Que Dios ilumine las conciencias de los gobernantes”.