No estoy hablando de una fatiguita que me estás dando. Esto no es una canción de amor más o menos pícara. No.
Tampoco hablo de qué fatiga tengo hoy. No.
Ni de la fatiga del trabajo, ni de la fatiga del estrés. De esto sabe mucho nuestra sociedad tan competitiva, nuestro ritmo de vida enloquecido, en muchos casos, para poder vivir malamente. No.
Hoy estoy hablando de algo que no se conoce, de lo que casi nadie habla. Estoy hablando del síndrome de fatiga crónica severa. Encefalomielitis miálgica severa. ¿Verdad que no les suena?
Las enfermedades minoritarias y las enfermedades raras son las perfectas desconocidas. Los números, desgraciadamente, importan demasiado.
Pero, querida lectora, querido lector, en Navarra / Nafarroa hay, según las últimas estadísticas, 274 personas diagnosticadas de Síndrome de fatiga crónica. Personas, en su mayoría mujeres, que ven cómo su vida se ha convertido en una maldición (así lo dicen, así lo viven).
¿Causa? Probablemente un virus de nombre raro o un coronavirus, que nos suena un poco más.
¿Cómo viven las personas con síndrome de fatiga crónica severa? Más bien malviven. Ante el más mínimo esfuerzo se sienten muy cansados. No toleran la actividad física más cotidiana. Su cansancio no mejora con el descanso. Tienen dolor de cabeza, de articulaciones, de músculos, trastornos cognitivos y de memoria. Alteraciones del sueño. Fiebre. Y un cansancio abrumador, destructor, insoportable.
Además, hay temporadas peores. Crisis les llaman. Crisis de semanas que postran en la cama a todas estas personas.
Esta enfermedad destruye la vida laboral, familiar y social de quien la padece y lleva a un sufrimiento atroz.
No tiene cura ni tratamiento aprobado. Por no tener no tiene ni una unidad multidisciplinar que se haga cargo en Navarra de estos enfermos, de estas enfermas.
No causa la muerte, pero da ganas de morir a muchas personas que la padecen.
Son pocos. Son desconocidos. Son personas. Son navarros como usted y como yo.
Sólo tienen un día para recordarlos: el 8 de agosto.
¿No les despiertan a ustedes, lectoras y lectores, la más mínima empatía?
Pues, háganselo mirar. Se lo digo sinceramente.
La autora es la socia 442 de Frida. Asociación de Fibromialgia y Fatiga Crónica de Navarra