Este domingo 22 de diciembre se cumplen 60 años del petardazo que colocó la organización Iratxe en el Monumento a los Caídos. Según Diario de Navarra del día siguiente, a las 3.15 de la madrugada explotó uno de los dos cartuchos de dinamita de 50 gramos que se habían colocado en las lápidas de mármol a ambos lados de la puerta. Los autores escribieron con un soplete varios lemas en las paredes, una de ellas “Dios, Patria, Rey=Opio” y otros eran de signo separatista.
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Esa acción iba mucho más allá del acto testimonial que algunos miembros de la Resistencia navarra llevaron a cabo horas antes de la visita de Franco al Monumento en diciembre de 1952, pegando un cartel que rezaba “los Hermanos Eguía”. El cartel homenajeaba a los cuatro componentes de la familia Eguía Olaechea, asesinados en 1936 (tres de ellos sacados de la cárcel requeté de Escolapios en septiembre, casi simultáneamente) y muy presentes en la memoria temprana de los represaliados, acreditando que su recuerdo estaba todavía bien vivo.
Volviendo a la organización Iratxe, según los datos que facilita Mikel Bueno, los primeros datos sobre ella datan de abril de 1963, habiendo dudas de si era plenamente autónoma o si era una bandera de conveniencia, de signo nabarrista, de ETA. Por un lado, hay testimonios de que acudió en solitario a reuniones con otros grupos, entre ellos ETA, e incluso suscitó algunas críticas de esta organización por supeditar la mirada general vasca a la navarra. Por otro, finalmente se integraría en ETA en enero de 1965.
Compuesta en su núcleo de cuatro militantes (José Antonio Muguerza, Julián Larumbe, Jokin Gárate y José María Eskubi, este último destacando dirigente de ETA entre 1965 y 1970), la organización irradió a través del movimiento mendizale navarro. Además de publicar una revista, realizó diversas acciones de pintadas y de colgadura de pancartas durante sus 21 meses de existencia, en Pamplona y en algunos pocos pueblos, tratando de transmitir contenidos abertzales nabarristas como los plasmados en las pintadas hechas en el Monumento de “Gora Nabarra Libre, Nabarra para los nabarros, Muertos por Nabarra, Sí. Por España, No, y Nabarra no es España”. En su revista Iratxe no se privó de atacar duramente al carlismo en sus diversas variantes, también a la javierista o carlohuguista predominante, ridiculizándola. A pesar de que Iratxe mantuvo algunos contactos con el PNV, las reticencias de este partido hicieron que su colaboración se limitara a la cesión de una multicopista y de una motocicleta.
Puede interpretarse el petardazo de Iratxe como un acto de clara beligerancia ante la memoria de encuadramiento requeté que, a esas alturas de mediados de los sesenta, lucía en todo su esplendor. El 5 de abril de 1964 organizó con gran éxito el homenaje en el Monumento a los Caídos a Esteban Ezcurra, jefe de Requetés de Navarra en 1936-1937 y gestor, a las órdenes de la Junta Central de Guerra Carlista de Navarra, de la movilización de los tradicionalistas y de la limpieza política desarrollada por sus unidades represivas (el Requeté Auxiliar y el Tercio Móvil) desde el Colegio de Escolapios. El 14 de julio del mismo año Carlos Hugo e Irene visitaron el Monumento a los Caídos como primer acto de su viaje a Pamplona, donde oraron, junto con diversas personalidades de la Comunión Tradicionalista, por sus muertos en la Cruzada, y depositaron una corona en la cripta, todo ello animado por la charanga del Muthiko Alaiak. Esa actitud de reivindicación del espíritu cruzadista y del 18 y del 19 de julio por parte del carlismo carlohuguista perviviría durante hasta el final de la década de los sesenta, como es fácil de comprobar en las páginas de El Pensamiento Navarro, impregnando también los actos de Montejurra.
Todo ello no es de extrañar. Uno de los principales dirigentes del carlismo javierista y carlohuguista era José Ángel Zubiaur, el ideólogo principal de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz (HCVC), creada en 1939, y caballero subprior de la misma durante todos los años cuarenta e incluso en 1950, cuando era concejal en Pamplona y diputado foral, y hasta en el año 2002. Su importancia en el entramado carlohuguista queda demostrada porque en 1967 Zubiaur sería elegido Procurador en Cortes por el Tercio familiar por Navarra. Recordemos que esa Hermandad, surgida en 1939, entre sus reglas establecía la de “luchar con agresividad castrense, contra la irreligión o las malas costumbres contra todo lo que tienda a desvirtuar el espíritu de la Cruzada, a traicionar la Sangre de los Mártires y de los Héroes, recordando siempre que los muertos nos han de gobernar”. Esas ideas rezuman en el Monumento a los Caídos.
El petardazo suscitó un fuerte sentimiento de agravio requeté. Ya el 27 de diciembre la HCVC convocó a “todos los navarros que aman a España” a una misa por su 25 aniversario, y como rechazo al atentado separatista y como “afirmación de los santos ideales que defendimos en la Cruzada”. A la misa, finalmente celebrada en el Monumento a los Caídos el 3 de enero, acudió “un verdadero gentío”. En el presbiterio se colocaron el gobernador civil, el gobernador militar y el Capítulo Supremo de la Hermandad con su Cruz y su bandera. Acudieron Huarte y los diputados Marco, Asiáin, Velasco y Heras con el secretario Úriz, así como el alcalde Arrieta y varios concejales pamploneses. En bancos destacados estaban el subjefe provincial del Movimiento Miguel Arrechea con todo el Consejo Provincial; los consejeros nacionales López Sanz y del Burgo; el secretario nacional de Sindicatos Javier Galarreta, la delegada de la sección femenina Dolores Trías. No faltaron los comendadores de la Hermandad de Tafalla, Sangüesa y Aoiz. En otros bandos distinguidos estaban las Damas de Honor de la Hermandad, es decir, las madres y esposas de los mártires. Terminado el acto, los caballeros voluntarios reanudaron su juramento de fidelidad y todos, junto con autoridades y madres y esposas, besaron la bandera. El exobispo Olaechea, tan rotundo en sus pronunciamientos cruzadistas en 1936, se sumó al acto desde Valencia.
El 2 de enero la dirección carlohuguista en Navarra a través de su jefe Astrain Baquedano llamó encarecidamente “a todos los carlistas a la asistencia a los actos de desagravio organizados por la Hermandad” “como consecuencia de los hechos de terrorismo perpetrados en el Monumento”. Se añadía que el 23 de diciembre la Jefatura Regional Carlista había cursado un telegrama al ministro general del Movimiento de protesta por el mencionado atentado “significación expresa del modo de sentir y pensar de la anti España”, subrayando que dejaron la insultante pintada “que decía: Dios, Patria, Rey, es el opio”. Astráin significaba, además, “nuestro inquebrantable apoyo al espíritu del 18 de Julio”, así como “cual es la Monarquía que odia la anti España”.
¡Qué tiempos aquellos! ¡Cuando los de una parte y la otra, los de la memoria hegemónica y los de la memoria sojuzgada y subterránea, opinaban claro y sin tapujos sobre el significado, claro, rotundo y evidente, del Monumento! Sin medias tintas ni manipulaciones retóricas.