Una de las joyas románicas de nuestro entorno navarro y lugar emblemático que une la cultura navarra y vasca, como se puede advertir cada 29 de septiembre en la conmemoración de San Miguel, ha sido atacado por dos veces en menos de siete meses. Allí se dan cita dos pueblos vecinos, en sentido genérico: el navarro y el vasco, cuya historia está íntimamente ligada desde tiempos medievales en ese cenit de la geografía navarra y que tan orgullosamente mostramos a quienes nos visitan. Pues bien, ese lugar tan emblemático y querido por todos los navarros y vascos ha sido objeto de dos recientes atentados: uno en octubre pasado con el incendio de la puerta principal de ingreso al santuario y otro en elmes de abril con la destrucción de dos de las tres cruces de ascenso al santuario.

Ha pasado más de un milenio desde su construcción actual que data de la primera mitad siglo XII cuando se añade el claustro cerrado a la iglesia. Su consagración tuvo lugar en 1141. Y sus antecedentes como templo prerrománico según pueden consultarse en https://www.sanmigueldearalar.org/el-santuario/.

Cuando pensábamos que el ser humano había ido progresando en humanidad, en respeto por la cultura y mayor sensibilidad para la preservación del arte y religiosidad transmitidas por nuestros ancestros, a lo largo de más de un milenio, nos encontramos con hechos vandálicos que no dejan de sorprendernos y llevan a cuestionarnos si realmente hemos progresado en humanismo o si hay un retroceso del auténtico sentido de lo humano. Quizá nuestra sociedad está dando síntomas de decadencia y de falta de respeto al patrimonio común construido a lo largo de los siglos, que nos hace crecer como familia humana, en unión concatenada con nuestros antecesores. Verdaderamente con su legado artístico, religioso y cultural íntimamente unidos, como se ve en Aralar y en tantas obras de arte de todo tipo a lo largo de los siglos, dieron muestra de mayor responsabilidad con respecto a los que vendríamos después. Quizá la cultura actual es más cortoplacista y efímera. ¿Será que nos falta el sentido de la trascendencia en un mundo mejor? Este año jubilar con su lema: “Peregrinos de Esperanza” nos alienta a seguir avanzando hacia la plenitud de lo humano.

Y hablando de estos recientes ataques a nuestro patrimonio histórico, me venía a la mente el texto que en una de sus cartas desde Kansu (China) el misionero navarro Fulgencio de Bargota, fallecido prematuramente de tifus poco antes de cumplir 31 años en 1930, escribía desde China: “Y como el héroe de Amaya de pie sobre la cumbre de Aralar en el pico de Alchueta, empuñando su ezpata lanzó aquel grito de ambición: “Tierra de los vascos, tú serás mía”, nosotros con el crucifijo en la mano, lanzamos al aire otro grito de ambición misionera: ¡Tierra de Kansu, tú serás de Cristo! ¿Qué valdrán todos los obstáculos, si Cristo está con nosotros?”.

Historia, religiosidad y leyenda se fusionan dando continuidad y poso misionero a los navarros y vascos de hoy. Defendamos con orgullo e ilusión nuestro patrimonio histórico y de fe para que, como en Fulgencio de Bargota, se fusionen historia y leyenda al servicio de una misma causa común: el respeto a nuestras tradiciones y lugares emblemáticos. Y de paso pedimos mayor protección civil y ciudadana en estos lugares que son de todos.