Hablar del Casco Viejo de Iruñea
Hablar del CV es recordar una de sus primeras protestas tras el largo franquismo dictatorial, de la pancarta de vecinos contra la destrucción del parque de cisnes en la Taconera donde se iba a construir el Hotel Tres Reyes, algo de lo que no tienen constancia ni los historiadores. Quien no sabe qué significa “quedamos en el quiosco de Lucio” poco sabe del CV, lo mismo que quien es de la Rotxa y no sabe qué es quedar “en el Porrón”.
Hablar del movimiento vecinal histórico es recordar a Maritxu Orcoyen, Jesús Díez de Ure, hablar de sus militantes, de Mabele, de Julieta, antes de que fuera la Chula Potra, de los Carlos, de la hiperactiva Isabel y de tantos y tantos otros y otras, como Camino de la Plataforma contra el Parking de la Plaza del Castillo. Del movimiento sociocultural de educación en libertad Pioneros de la calle San Antón con Julián Rezola. De los gitanos de Jarauta y alrededores, de sus patriarcas laureados, de La Majarí y Gaz Kalo y, desgraciadamente para todos, del non grato Brillantinas. De la sonrisa de Mikel Castillo, de sus presos sociales y políticos, de sus insumisos, de sus familiares. De las fiestas de sus calles: San Lorenzo, Santo Domingo y otras espontaneidades. De la movida de los bares del Casco Viejo en los 80. De “instituciones sociales” como el bar La Calle y Joxe, del bar de Antonio en la calle del Carmen, de La Raspa y el boxeador, del Mesón de la Navarrería y sus intrépidos socios y socias, del Bar Katu y Vicente, del Toki Leza y Armendariz, del Iruñazarra rojo de antes, del juvenil Tilo después Ezkia, del mítico Ttut y el no menos mítico Zuriza y sus dinosaurios, y en el Terminal conciertazo…, del Mini o de Martín del Montón; o, de la Coordinadora de Bares con Edorta y otros. De la asociación de Tiendas Jóvenes. De las movilizaciones contra el tráfico de drogas y la normalización de Askagintza. De la movida gay, del WC de autobuses, de la Taconera, del Nicolette… Del patadón de Katakrak y Zapatería, de los gaztetxes del Euskal Jai y del indomable Julio o de Maravillas (Marqués de Rozalejo). De las huertas comunitarias de Aranzadi y de sus grupos ecológicos de consumo (Jateko, Lurreko…). Del primer ecologismo urbano del Grupo Ecologista de Iruñea y sus vanguardistas calendarios, de Paco López e Iñaki García. De la liberación del mono Txarli posteriormente canonizado y los pajaritos dejando cartuchos en Diputación. Del vecindario de la calle San Nicolás y su saturación de decibelios. De sus múltiples historias culturales: de sus fanzines y sus revistas Mari Blanca, La Belena, Aldapa, del Aska y El Mono Cultural. Del movimiento euskaldun, de las gau-eskolas, de Arturo Kanpion (Arrosa, Martintxo, Sagrario…), de AEK y la Korrika, del Zaldiko Maldiko, de Bidador… De las andanzas de los dantzaris de Iruñea, de Iruña Taldea… De las cuadrillas del Oscus y del Pirineos. De la irradiación sociocultural de IPES, de la ENT… De SARE y Julia, del grupo del sida. De sus carnavales y Nocheviejas, del espectacular Lip-dub 1512-2012 Nafarroa Bizirik y su cine de barrio o de la impresionante cantidad de vecindario en defensa de la biblioteca pública. De sus fotógrafos y pintores al aire libre, de sus músicos y rockeros: Malos Tratos, Refugiados, Belladona… y Motxila 21. De sus escritores: Pasaje de la Luna, La Mañueta, El Retrete, Los abanicos del Caudillo, Mujer, azul de cada día… De las Peñas y de Charo Pardo, y, del rincón de la Peña Sueca. Hay que nombrar a Rafaela Carrá en este artículo nominada al prestigioso Bombo de la Jarana. Y de todos y todas cascoviejeros de adopción. De “haz el golfo y no la guerra” del Golfo. Del espacio de la fiesta y la subversión y de Mario Gaviria. De las procesiones ateas y de RATA Taldea. De nuestro Escroto luego Gavilán amenizando lo viejo. De la Eguzki Irratia y los chapes del rey y la Polla en el kiosko de la Place du Château, de la meada popular en el Ayuntamiento. De las movilizaciones y gestiones para la construcción del centro de salud y de las redes comunitarias de ayuda durante el covid. De los vecinos y vecinas pro plaza San Francisco contra el aparcamiento privado del Maissonave. De la primera barraca obrera y de las barracas políticas semienterradas por Alfredo Jaime & Cía (del antes y después). De los aires nuevos de Convivir en lo Viejo. De la “mirada Iturri” de nuestro pequeño mundo. De sus tímidos grupos de varones igualitarios (Gizonenea…). De las diversas movilizaciones vecinales contra las losetas, las meadas, los ruidos, el control social y las cámaras de vigilancia del fascista Ansoategui, en defensa de los árboles de Santa Ana, de la reivindicación de la plaza Eguzki de Calderería, de la rondalla contra el TAV y otras rondallas heréticas y populares, de la calzoncillada popular por la calle Campana, de sus coloridos balcones (ikurriñas, presoak EHra, Nafarroa, anti-TAV, Palestina…), del antifascismo activo, del informe Udaltxungos, de sus fuentes enrrosadas, de la bajadas del Río Arga... De su juventud bestialmente represaliada en los 90, del muro naranja desobediente, de Matalaz, de sus estudiantes movilizados y de la Universidad de San Francisco. De la memoria de José Luis Cano, Germán, del abuelo asfixiado por bote de humo, del viejo valiente emboinado frente al pasma y de tantos otros. De sus apymas y pensionistas erre-ke-erre beti sasoain. De los Riau-Riau, del encierro de la villavesa, del fuenting de Navarrería, de la protesta ciudadana de la calle Curia, del Sabor de la Diversidad y sus recetas mundiales, de la Piparrika, de EH 11 Kolore y sus inmigrantes hace años queridos y nativizados (nuestros Mate, mapouches, argentinos, Malembes, viejos marroquíes y argelinos, irlandeses-vascos, suecos...).
Un peregrino día de por ejemplo octubre, a lo lejos, en una Lindatxikia por caso, se divisan dos tipos vestidos de no se sabe qué no sé sabe para dónde, tal vez, de lagarteranas, con dos tablas largas bajos sus brazos... Les sigue una con una cesta de ruedas con banderolas y cosas. ¿Elektrotxaranga? Expediente PTCV (del CV de Toda la Vida). Eso podría ser el Casco Antiguo: siempre hay algo, siempre hay fiesta, siempre hay pancarta y reivindicación, preocupación y risas. Y cuadrillicas y txikiteo y lances amorosos y alguien que canta Me Cago En El Amor, y, amistades vecinales (y, unos pocos vecinos antisociales). Eso y más, mucho más, colores, diversidad, transmisión del compromiso social, conciencia, complejidad, asociacionismo incombustible, AuZokrazia y dignidad y más allá. Eso puede ser también hablar, con orgullo, de ser del Casco Viejo. Nadie buscó el protagonismo o el reconocimiento popular, sino el objetivo social; pero hay que tener cierta consideración a toda la gente que se lo ha currado y curra por el barrio. Hasta el último granito de arena es importante.