El pasado 28 de septiembre, Diario de Noticias publicaba un reportaje firmado por Andoni Irisarri en el que se informaba de las propuestas que la Asamblea Ciudadana del Clima había decidido por votación de los 30 ciudadanos y ciudadanas, tras once sesiones con expertos sobre cuáles deben ser las prioridades que debe seguir el Gobierno de Navarra en la lucha contra el cambio climático.

La asamblea eligió quince prioridades. y con mucha diferencia, la máxima prioridad tiene que ver con la reducción del consumo y las políticas de decrecimiento. En el citado reportaje se dice que “la idea del decrecimiento está muy presente en los foros sobre lucha contra el cambio climático desde hace mucho tiempo, pero no salta a la política. En el sistema capitalista en el que vivimos hay a quien le genera mucho rechazo la idea de decrecer por las consecuencias económicas y sociales que puede acarrear. Por eso resulta significativo que la asamblea la sitúe como la prioridad, síntoma de que la idea está muy presente entre las personas más concienciadas con la necesidad de la lucha contra el cambio climático. El decrecimiento implica un cambio de paradigma que, a juicio de la asamblea, tiene que contar con el compromiso de la Administración, que debe dar ejemplo y ser coherente”.

Pero, ¿qué es el decrecimiento? Del término decrecimiento se empezó a hablar a finales de los años 60, cuando el Club de Roma encargó un informe al Instituto Tecnológico de Massachusetts para localizar soluciones a problemas mundiales. El trabajo se publicó en 1972 bajo el título Los límites del crecimiento y alertaba de los riesgos ecológicos del crecimiento económico continuado, al que siguieron otros informes.

Para Jason Hickel, catedrático del Instituto de Ciencia y Tecnología Medioambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona, y otros pensadores y científicos, el decrecimiento de los países ricos se apoya en las siguientes claves: 1. Reducir la producción menos necesaria, reduciendo sectores destructivos como los combustibles fósiles, la producción masiva de carne y lácteos, la moda rápida, la publicidad, los automóviles y la aviación, acabar con la obsolescencia programada de los productos y reducir el poder adquisitivo de los ricos; 2, mejorar los servicios públicos; 3, apoyar los empleos verdes, formando y movilizando mano de obra en torno a objetivos sociales y ecológicos urgentes, como instalar energías renovables, aislar edificios, regenerar ecosistemas y mejorar la asistencia social; y, 4, reducir la jornada laboral y rebajar la edad de jubilación.

En mi opinión, el crecimiento expresa muy bien la necesidad de reducir el uso de materiales y energías desde una perspectiva democrática y de justicia social. Ahora bien, si no se lleva una buena labor comunicadora, puede ser una palabra nefasta porque remite a la idea de menos, de recesión, de menor bienestar y calidad de vida…. Cuando no se trata de eso, de “volver a las cavernas” como dicen los desarrollistas, ni muchísimo menos, porque supone reducción en nuestro consumo desaforado, en la producción desmedida, que sin duda traerá prosperidad y justicia social, ya que el crecimiento de los países ricos se basa en la apropiación de los recursos de los países pobres, y un crecimiento económico ilimitado no es posible en un planeta con recursos finitos.

¿Qué puede hacer el Gobierno de Navarra por el decrecimiento? El Gobierno de Navarra tiene una serie de competencias y está inserta en una economía globalizada. Por lo tanto, cuando hablamos de decrecimiento hay muchas cuestiones en las que el Gobierno de Navarra no puede hacer gran cosa. Pero sí en otras. ¿En cuáles? Suprimir en muchas cosas que nos hacen daño y crecer en todo aquello que sustenta la vida y que cumplan ciertos principios de cambio en relación al respeto de los límites de la tierra, nuestro aire, agua y bosques, que proporcione una distribución más justa de la riqueza, mejore el bienestar de las personas y sea inclusivo, justo y diverso. ¿En qué se concreta todo esto? Desde un punto de vista técnico, existen medidas que se podrían adoptar y que cambiarían las cosas en no pocas cuestiones. Pero hace falta voluntad política para acometerlas. Un par de ejemplos.

Recursos hídricos. Tal y como dicen unos cuantos estudios realizados, los recursos hídricos decrecerán con el cambio climático y, en consecuencia, la gestión urbana debe contribuir los esfuerzos de reducción del consumo, el regadío debe adaptar su tamaño a los recursos disponibles y todos los usos tienen que reducir drásticamente la contaminación que vierten a las aguas.

En Navarra el 80% del agua disponible se utiliza para regadío y está previsto 21.500 hectáreas más en la 2ª fase. ¿Podemos ir más allá de nuestra disponibilidad de recursos hídricos?

Limitación y reducción drástica en el uso de los vehículos privados. El transporte por carretera consume más de la mitad de los productos petrolíferos en España, los mayores causantes del cambio climático, y un 25% de todo el petróleo se destina a coches particulares. Por lo que es clave descarbonizar la movilidad priorizando el transporte público electrificado en detrimento del vehículo privado. Reduciendo el uso del vehículo privado se ahorraría petróleo y emisiones contaminantes.

En Navarra, en los últimos años el transporte público ferroviario está empeorando, con la eliminación de servicios, en especial lo referido al transporte de personas, mientras se sigue apoyando el Tren de Alta Velocidad (TAV). Tal y como ha señalado en repetidas ocasiones la Fundación Sustrai Erakuntza, el TAV no vertebra el territorio navarro, además de otras cuestiones, y desvía fondos de un Tren Público y Social necesario para la ciudadanía, la movilidad sostenible y el desarrollo local.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente