En enero de 1943 Osasuna presentaba un déficit de 250.000 pesetas. Los ingresos por cuotas de los 1.200 socios suponían cada mes unas 8.000 pesetas y los gastos generales ascendían a 14.000 pesetas mensuales. La directiva, ante este panorama, anunció la venta de todas las existencias, incluidos diez futbolistas de la plantilla, entre ellos Vergara, Ederra, Álava, Gastón II y Zaldúa.
Así las cosas el desplazamiento a la localidad mallorquí de Inca para jugar frente al Constancia el partido de Liga de Segunda división suponía un desembolso casi inasumible: 10.000 pesetas. Para ahorrar gastos, los rectores del club decidieron que sólo viajaran once futbolistas, el entrenador, el delegado y el masajista. Un riesgo que se complicó en una accidentada travesía.
Hay recogidas dos versiones que coinciden en lo fundamental. A saber: durante el viaje en barco, el portero Jesús Ederra se cayó mientras dormía y como consecuencia del golpe sufrió una lesión que le impidió defender el marco rojillo. Pero un periódico aragonés aportó más información; según ese medio, Ederra estaba soñando que el barco se hundía y -no se sabe si somnoliento o atemorizado- se lanzó desde la litera, fracturándose dos costillas. La versión fue reproducida por Diario de Navarra.
El caso es que Osasuna, apremiado por sus limitaciones económicas, sólo pudo poner sobre el campo a diez jugadores, ocupando la portería el delantero guipuzcoano José María Zaldúa. El partido, disputado el 10 de enero de 1943, lo ganó el Constancia por 3-1.
Unos meses después, Ederra, que no había cumplido aún los 21 años, fichó por el Atlético Aviación (actual Atlético de Madrid). De él dijo el mítico Ricardo Zamora que tenía todas las cualidades para ser su sucesor. Sin embargo, después de dos temporadas como titular, en 1945 se le detectó una enfermedad pulmonar que le acabaría retirando del fútbol.