Carambola. A Osasuna le valía con ganar de cualquier manera y así lo hizo, con una carambola afortunada en la que Cejudo se alió con la espalda de Stankevicius para darle vida a los navarros, que salen de la zona de descenso y eso es lo único que importaba en el Reyno. Otra cosa es lo del Valencia, a la que no le valía sólo ganar, que no lo hizo. El suspenso fue merecido.

Arrinconados. La carambola del gol hizo justicia a Osasuna y a Álvaro Cejudo, el mejor del partido. El equipo de Mendilibar salió a buscar el gol pronto y arrinconó a su estilo al Valencia. Con centros desde la banda y córners intimidó al Valencia, tímido de por sí, y fabricó dos ocasiones, salvadas por Guaita en un cabezazo de Lolo y en una buena jugada personal de Camuñas mal culminada.

Justa derrota. El equipo de Unai Emery finalizó el partido con la camiseta, el pantalón y las medias blancas e inmaculadas, sin señal alguna de heridas y batallas. No disparó a puerta, jugó a empatar en el campo de uno de los colistas y acabó, con inapelable justicia, perdiendo. Ya desde la primera mitad, y durante el resto del encuentro, fue un partido de perspectiva falsa.

Sobre el guión. El partido fue soso, aburrido. Sabía perfectamente el Valencia la encerrona que se iba a encontrar en el Reyno, y aunque se cumplió el guión no despertó en ningún momento. El partido fue soso, aburrido. Sabía perfectamente el Valencia la encerrona que se iba a encontrar en el Reyno, y aunque se cumplió el guión no despertó en ningún momento.

Osasuna, más ganas. Enfrente tuvo a un equipo muy inferior a los de Mourinho y por supuesto al que dirige Unai Emery. Pero Osasuna le echó ganas y demostró que no sólo con calidad se pueden obtener triunfos, y que con vergüenza y profesionalidad elevadas a la máxima potencia se pueden obrar milagros como el de la permanencia en el que está enfrascado.