Creo que era el legendario Antonio Machín quien cantaba aquello de “sin cruzar un juramento, hemos hecho un compromiso”. El primer partido de Liga, el de la marcha atrás en la historia, ofrece, al margen de lecturas teñidas de falsa euforia, una sensación palpable: los jugadores que se han quedado asumen su parte de la deuda, la deuda moral con la afición. Habrá equipo para subir o no -el tiempo lo resolverá-, pero la primera impresión habla de futbolistas que corren hasta la extenuación, que pelean los balones y que no se esconden. Alguien dirá, “como antes”, y tendrá razón, pero lo que antaño era virtud hoy es exigencia. Y en este capítulo los más veteranos dieron ejemplo, en particular Nino, Sisi, Miguel Flaño y Loé. A su sombra, será más fácil que crezcan talentos como Merino, que hace unos meses jugaba en juveniles y ayer hizo gala de una enorme madurez. Ante un rival cuyo único plan es jugar bien al fútbol, los rojillos sacaron partido de su mayor experiencia.

Reminiscencias de los ochenta.- El debut de Urban no pudo ser más afortunado. Con muy poco, ha conseguido mucho en el arranque. Incluso superando la complicación añadida por la prematura y grave lesión de Oier. Más aún, recomponiendo la defensa con Silva como central, con quien ya había probado hace siete días en Burlada. A la hinchada le gusta ver a Urban porque le trae recuerdos de uno de los mejores Osasuna de la historia. Será por eso que el polaco percibe como pocos las sensaciones de futbolista importante que transmite Merino, hijo de su excompañero Miguel, el que le ponía los pases medidos desde la banda derecha. Compromisos y sensaciones de un gran Osasuna: más de lo que esperábamos para empezar.

Pocos y buenos.- Pocos, muy pocos jugadores tiene Urban, que no le alcanza ni para completar la convocatoria. Los problemas crecen ahora con la larga baja de Oier. Y si además hay que vender a Silva para hacer caja... Con tan poco fondo de armario y metiendo tanto ritmo y presión a los partidos como ayer, la plantilla puede llegar fundida a enero. Urban exigió mucho a sus jugadores desde el primer minuto y los chicos del Barça tampoco consintieron despistes porque tienen veneno en las botas y en dos pases asaltan el área enemiga. Ante ese adversario desacarado, la astucia de Nino, a quien le anularon un gol legal, resultó determinante. Pero ni todos los partidos ni todos los riv ales van a ser así.