Tres meses y cinco días después del triste partido ante el Betis, Osasuna y su afición se reencontraron ayer en una cita oficial. Ahora los rojillos juegan en Segunda y Graderío Sur luce una valla nueva. Por lo demás, pocas cosas han cambiado a orillas del río Sadar desde entonces. Porque ayer no visitó el feudo navarro el Barça, sino su equipo filial, pero la hinchada respondió como nos tiene acostumbrados: de forma excepcional.

12.320 espectadores presenciaron el estreno de Osasuna en la Liga Adelante. Miles de gargantas que, sedientas de fútbol tras un verano largo y agónico -en el que se habló de todo menos de eso, de fútbol-, animaron a su equipo sin descanso. Como si el tiempo no hubiera pasado y el descenso jamás hubiese tenido lugar.

La actitud de la grada estuvo motivada, todo hay que decirlo, por la de un equipo que desde el comienzo le imprimió a su juego intensidad y ganas sobre el verde. Nino, además, vio premiada su entrega sin descanso con el gol, lo que espoleó aún más a los presentes. “Vamos, vamos, rojillos” y “Osasuna nunca se rinde”, entonó la grada, que liderada por el grupo Indar Gorri no dejó de animar en ningún momento.

Tras el pitido final, las caras de los aficionados rojillos eran la viva imagen de la ilusión. Una gran ovación despidió a los jugadores de Jan Urban, que agradecieron el apoyo incondicional de los suyos desde el centro del campo. Como colofón, se escuchó -de nuevo- la canción llamada a ser el himno de esta temporada: “Volveremos a Primera, volveremos otra vez”.