pamplona - Osasuna superó la primera prueba práctica del descenso a la Segunda División -la emocional y la competitiva- imponiéndose a uno de los especímenes curiosos de esta Liga larguísima y trufada de candidatos a casi todo por arriba y por abajo. Sólo la regularidad definirá como posible o no la operación retorno a la máxima categoría -pálpito indisimulado del osasunismo-, pero no se puede negar que el primer asalto dejó a aficionados y jugadores llenos de felicidad, optimismo e ilusión. Muchísimo cuando se viene de una dura caída en barrena.

La adhesión de los aficionados se vio correspondida con un partido en el que reconoció en su equipo rasgos del añorado Osasuna -compromiso, implicación, pelea, entrega-, apreciable presencia de futbolistas de la casa y recuperación del ánimo de todos. Y en este escenario confortable, en el que el hincha solo tiene sitio para gozar, Nino se encargó de poner la guinda. El delantero, rebotado al final del campeonato y recuperado en la obligada operación rescate, campó a sus anchas entre tanto inexperto y dio los golpes de autoridad que necesita un equipo con ilusiones, ya se verá cuándo llegan las aspiraciones. Nino endulzó este particular descenso a los infiernos que ha supuesto la caída a Segunda y Osasuna y sus fieles se oxigenan con el nuevo aire que desparramaron ayer los rojillos. No se sabe el final de la Liga, pero estas rachas de felicidad futbolística, de juego no crispado, tipos comprometidos y mirada al frente, bastante fue para ayer.

Osasuna no ofreció dudas y el fútbol del nuevo entrenador, tampoco. A todo trapo, con un ritmo endiablado, bufando, apretando y pisando el campo rival, esa fue la puesta en acción del nuevo equipo en la Segunda División. El Barcelona B, el conjunto de las estrellas en ciernes y de jóvenes importados al primer fútbol por sus condiciones incuestionables, fue un interesante primer examen en una temporada en la que todos los rivales van a ser nuevos y los papeles en el campeonato, también diferentes. También cooperó al dominio de Osasuna ese perfil tierno de los chavales del Barça, más activados por el juego y el cuidado de su patrón que por cuestiones más raciales.

Osasuna, a lo suyo, menos pendiente del glamour y sí abrochado a sus exigencias, pisó tanto el acelerador que pasado el primer cuarto de hora ya había pescado en el área. Nino, ágil y astuto entre tanto defensa atlético pero despistado, estuvo solo cuando cazó de cabeza un centro medido de Oier. Fue casi la última acción del lateral, relevado para los veinte minutos por una grave lesión. En este Osasuna de Urban no cabe el desmayo y el equipo siguió en plan triturador pese a que vivió unos momentos de ahogo tras el gol, quizás por tanto esfuerzo generoso. Mikel Merino y De las Cuevas rozaron el gol en dos ocasiones y el Barça B intentó sacar la cabeza de su refugio con algunas llegadas sin puntería.

Urban ya entendió que debía tener una paciencia infinita en este inicio ya que hasta que su equipo quedara definitivamente armado iba a pasar casi de todo. La primera alineación, sin embargo, no dejaba de despertar una indudable curiosidad, aunque las obligadas bajas por sanción y burocracia -Nekounam- condicionaban las decisiones. La presencia de Silva como central, sin embargo, habla de un entrenador que prefiere el mando sobre la pelota desde el primer metro. La colocación de Mikel Merino junto a Raoul Loé -colosales los dos en sus estilos-, la evidente apuesta por los chavales que han hecho méritos. Merino, futbolista espigado, con facilidad para pisar el área como la que mostraba su padre también como rojillo, casi tocó el gol en un par de oportunidades. Hubiera sido la dicha completa para su debut.

Osasuna notó algunos apuros más en el segundo tiempo cuando el desparpajo del Barcelona y su juego sin retrovisor le llevó a intentar aproximarse a la portería de Riesgo. Hubo algunas jugadas de apuro, antes de que de nuevo los rojillos retomaran el mando, con un apreciable dominio en el eje gracias a Raoul Loé y constantes llegadas por las bandas. A Nino le birlaron un gol legal por culpa del juez de línea y el delantero llegaba a cualquier balón que le suministraban sus compañeros. Su gol de pillería hizo explotar a una grada entregada. Con veteranos dando el callo y chavales rugiendo en la banda ansiosos de saltar y aprovechar su oportunidad, por ahora toca frotarse las manos.

OsasunaBarcelona B

6Tiros a puerta2

7Tiros fuera6

8Ocasiones de gol2

10Faltas cometidas12

27Balones al área13

5Córners4

5Fueras de juego2

51%Posesión49%

6Intervenciones del portero12