Pamplona - Osasuna continúa sin ganar y esta larga trayectoria de doce partidos sin triunfo, que iguala ya la peor serie histórica del club, confirma las dificultades que va a tener el equipo para mantener la categoría y pone al rojo vivo la subsistencia como entidad. La ansiada reacción con el cambio del entrenador no se ha producido en forma de victorias y la mejoría está resultando demasiado contenida, insuficiente, un mero recuento de méritos con los que no alcanza para lograr una victoria y cambiar de paso. Con tan solo ocho jornadas por delante, la situación ya es dramática, también muy agobiante, y parece que los rojillos van a tener que animarse a realizar un nuevo milagro, como el de hace unos lustros, pero conscientes de que siempre caminando en el alambre, el patinazo puede resultar en cualquier momento fatal.

Ante la Ponferradina, Osasuna volvió a ser un equipo apariencia de hierro y fondo de cristal. El conjunto de Mateo se rompió al primer y único soplo del rival -el gol también llegó en una jugada que no merece ser tomada como una ocasión- y, tocado en el fondo de su ánimo y de su poder de reacción, ya no acertó a cómo recomponerse del todo. El recuento de méritos y ocasiones no le vale a este equipo que, pese presentar ayer de nuevo un expediente correcto en los números fríos, lo emborrona todo con su pésimo porcentaje de acierto, con su nula claridad a la hora de resolver sus oportunidades, con su discutible habilidad para llegar de una vez al fondo de la portería. Si un rival dispara en una sola oportunidad entre los tres palos y tiene firmado el salvoconducto para llevarse la victoria, el futuro pinta muy mal.

Como en muchos encuentros, casi todo marchó bien mientras no hubo alteración en el resultado y las cosas continuaron como empezaron: todo el mundo quieto y el cero en su sitio. Con su sempiterno dominio de la pelota que no conduce al gol, Osasuna se manejó correctamente hasta que le marcaron con suma facilidad. Fue en una jugada que no tenía ni peligro, pero en la que a los rojillos les pillaron con la puerta del lateral izquierdo abierta de par en par -Oier incrustado como un central casi en el medio del campo- y que concluyó con un disparo a media altura que entró tras un intento fallido de despeje de Riesgo. Una acción simplísima se vuelve hecatombe para este equipo. El único remate a puerta, una sentencia.

Si a Osasuna se le iba apagando la luz conforme se acercaba al área de su rival, con el gol en contra prácticamente se le fundieron los plomos. Unas cuantas demostraciones de coraje, con centros por las bandas, y un par de disparos de Sisi fueron los argumentos principales de un equipo que se marchó al descanso ofreciendo muy malas sensaciones. Más de lo mismo por enésima vez, sin quitarse de encima ese tufillo de conjunto con planta pero débil.

Como todo empuja en contra de Osasuna, Mateo se vio obligado a hacer un cambio antes del descanso por la lesión de Loties. Al francés, que estaba cumpliendo tras su regreso después de su largo periodo de ausencia, se le quebró con la misma lesión su otro tobillo y el equipo se vio recompuesto a partir de la inclusión de Loé en el eje y el paso atrás de David García.

El paso por los vestuarios incrementó la intensidad de Osasuna, que atacó más y mejor ante una Ponferradina que abrazó sin rubor, y sentido de la supervivencia, la defensa y la contra como método de afrontar la reanudación. Roberto Torres en un par de ocasiones, una de ellas clarísima, y Nino en otra, también evidente, firmaron los méritos del equipo como para haber empatado el partido y traerse un premio suficientemente trabajado. Al final, un nuevo ejercicio de desesperación.

Apretado por la clasificación, asfixiado en ella, si Osasuna no sabe ganar de este modo, tendrá que intentar hacerlo de otro, y repetirlo varios veces. Y no le queda mucho tiempo.

estadísticas

Ponferradina | Osasuna

1Tiros a puerta 4

4Tiros fuera 4

0Ocasiones de gol 4

18Faltas cometidas17

17Balones al área 38

3Córners5

3Fueras de juego1

40%Posesión60%

4Paradas del portero0