Leganés (Madrid) - Osasuna no consiguió hacer suyo el efecto positivo y reparador que se asocia al cambio de entrenador y, contraviniendo los efectos sanadores, olvidando los propios planes -ayer no se vio nada de lo que trabaja Caparrós- salió derrotado del campo del Leganés, un rival directo en la lucha por la permanencia, que no había sido capaz de ganar en su estadio en la presente temporada, pero que ahuyentó esa mala racha con autoridad.

El equipo rojillo fue superado en los dos tiempos del partido y, de hecho, solo encontró espacios por los que hacer acto de presencia a partir de las bajadas de tensión de los locales, que supieron gobernar la cita con holgura y no se sintieron en apuros nunca. Si Caparrós quería que su Osasuna no fuese más que el Osasuna de siempre, el empuje del rival y la falta de acierto de los suyos -con y sin balón- no ayudaron a dibujar ese perfil de conjunto combativo y retador. Penalizados también por un gol en contra muy temprano, todo salió rematadamente mal. Tan mal estuvo Osasuna que ofreció un debut inimaginable.

El debut de un entrenador siempre resulta interesante y más aún cuando le ha tocado salir a escena producto de un cambio en el reparto, de un relevo en el banquillo. Con un par de semanas llenas de trabajo, Caparrós pasó ayer su primer examen con la crisis de la desconfianza en el proyecto con el otro técnico coleando, enfriándose todavía recién salida del horno. Y así, condimentado de otro modo y con mucha expectación -ilusión es el término que se asocia la fe del hincha de este equipo-, Osasuna comenzó a liquidar cualquier sensación de conjunto reactivado tras un primer tiempo en el que no estuvo a la altura de las circunstancias, a la altura de la excitación que ha zarandeado el osasunismo estos días.

Intensidad, orden y más balón son los pilares sobre los que Caparrós ha ido fundamentando estas primeras jornadas en Osasuna. Lo primero, que el técnico se ha hinchado en recalcar que tiene que ver con el ADN de este equipo, con el gen de vestirse de rojo, no estalló en el primer tiempo, ni después. Sí fue Osasuna un equipo ordenado, en función del nuevo patrón del sistema que emplea el técnico, y estuvo metido en la cuadrícula. No hubo sin embargo un aprecio mayor por la pelota porque el Leganés, sencillamente, fue el dominador de la situación y cuando a Osasuna le tocó, no supo qué hacer con ella. Además, todo plan excelente o recetario de buenas intenciones salta por los aires cuando para los cinco minutos el marcador ya brilla en el otro lado.

A Osasuna le castigaron en el primer remate a puerta del partido, en la segunda jugada tras un centro sobre el área con un balón sin dueño que Rober Ibáñez remitió al fondo de la portería. El equipo de Caparrós vivió unos instantes siguientes de espanto, con el equipo local entrando por todas partes, la defensa patas arriba y todo desmontado. Los rojillos hicieron su primera jugada en el campo contrario camino del minuto diez y pintaron su estadística con unos cuantos lanzamientos fuera, nada de peligro ni siembra de dudas. El dominio de los madrileños se relajó un tramo, pero regresó al final con mucho picante, porque Luciano y Gabriel rozaron el gol cerca del descanso.

Contrariado por lo que se estaba cociendo -imposible haber practicado esto durante estos días-, el nuevo entrenador puso más material en el ataque y cambió a un medio centro defensivo por un delantero -Fausto tampoco estuvo bien con otro mandamás en el banco-. El 4-4-2 estaba hecho con Riviere junto a Sergio León. Intentando algo, recomponerse y no perder la cara al partido, andaban los rojillos pese al ímpetu de un Leganés más fiero que Osasuna, siempre más astuto en las pugnas y listo con la pelota., antes del batacazo. A los veinte segundos Luciano ya avisó con una oportunidad, cosa que no desaprovechó el héroe local de la noche, Rober Ibáñez, que sentenciaba el partido con un mundo por delante.

Las circunstancias negativas, y que era el perfil que Caparrós tenía en el banquillo, permitieron el debut de Causic como rojillo. Un dato para la historia pequeña de un partido para olvidar. Osasuna fue cumplimentando el paso de los minutos continuando en su imagen muy discreta, sin crear ocasiones de peligro, sin hallar una sola ruta con la que generar problemas. Aún el Leganés pudo poner otro gol en su fiesta en un contragolpe con estampida de jugadores locales que en esta ocasión no se entendieron ante un solitario Nauzet.

El nuevo manual de Caparrós no sirvió para el debut. Le toca poner más de su parte, como también a los jugadores, que no saben lo que les pasó ayer más allá de la amargura en este estreno. Y eso es grave.

LeganésOsasuna

5Tiros a puerta2

5Tiros fuera2

4Ocasiones de gol0

13Faltas cometidas17

11Balones al área3

3Córners2

6Fueras de juego1

54%Posesión46%

2Intervenciones del portero3