Tarragona presenció dos tipos de Osasuna. Uno solvente y peligroso con balón, el que quiere todo el mundo. Y otro dubitativo, blando atrás y cometiendo errores casi infantiles. Y así, en Segunda, es complicado sacar réditos.

La idea inicial de Arrasate de buscar un equipo más sólido casi se va al traste en los primeros minutos. El Nàstic, con ganas tras un mal arranque, demostró durante el cuarto de hora inicial que tiene argumentos para no estar tan abajo. Ahí, Osasuna lo pasó regular tirando a mal. A esto había que sumarle la sustitución de Xisco por unos problemas musculares.

No parecían las mejores sensaciones para comenzar, pero, tras una ocasión de Brandon, las tornas comenzaron a cambiar.

La situación es fácil de entender: Cuando Osasuna tiene el balón y éste pasa por Iñigo Pérez y Rubén García en una misma jugada, acaban ocurriendo situaciones peligrosas. Así llegaron acercamientos que, entre Becerra y la falta de acierto rojillo, se quedaron sin premio final. El nuevo sistema implantado por Arrasate dio más libertad a Vidal y a Clerc para jugar hacia arriba, y a Rubén y a Brandon para meterse entre líneas en el interior. Pero, sobre todo, fue asentando el control del partido y evitando sustos. Desde el minuto 15, apenas hubo problemas, excepto los que se creó el propio Osasuna, como en una jugada sin peligro aparente en la que Aridane perdió un balón que tenía controlado y casi acaba en el penalti tonto de la jornada, o en otra en la que un regalo de Rubén Martínez no acabó en gol por la bisoñez del delantero local.

Y es que en la segunda mitad Osasuna salió bien plantado hasta que, transcurrido el primer cuarto de hora, se chocaron dos jugadores del Nàstic y empezó a llover con violencia. Ese parón a los de Arrasate les descolocó completamente. Los catalanes comenzaron a empujar a Osasuna a base de arreones con más corazón que cabeza. Y en otro despiste de Aridane, Manu del Moral estuvo a punto de convertir en gol un balón colgado.

Fue el preludio de lo que vendría en el minuto 32. Un pase filtrado a la espalda de los centrales para el ariete tarraconense esta vez sí que acabó en las redes rojillas. Luego, como en Copa, hubo mucho corazón e, incluso, una gran oportunidad de Clerc, pero no sirvió para igualar el encuentro.

Osasuna pagó caro el ofrecer dos caras. Ayer, con un partido aseado en defensa, se habría vuelto como mínimo con un punto. Algo hay que arreglar y no es cosa del sistema. Tiene que haber seguridad defensiva. Y pronto.