Le llaman tradición cuando quieren decir negocio. La baja asistencia a los estadios y la consiguiente merma en la recaudación impulsaron hace treinta años la reflexión sobre la conveniencia de mantener las fechas del 31 de diciembre y 1 de enero en el calendario de la Liga. A los clubes no les salía rentable. Ahora que se pone como ejemplo el Boxing day (fútbol a mansalva en Inglaterra el 26 de diciembre) e Italia ha copiado el formato, el debate sobre los partidos navideños en la Liga española cobra actualidad. Los futbolistas airean el convenio firmado con LaLiga -vigente hasta 2020- que señala como inhábiles las fechas comprendidas entre el 23 de diciembre y el 2 de enero. En parecida sintonía, las televisiones manejan informes que subrayan un notable descenso en el Estado en el consumo de fútbol en estas fechas. Pero ¿ocurriría lo mismo si hay demanda en otros mercados, como el asiático? La industria del fútbol no lleva el mismo ritmo que la zambomba y la pandereta; el día que emitir partidos de la Liga en Navidad aporte una nueva fuente de ingresos a los clubes, la sobremesa de Año Nuevo tendrá sonido de partido como fondo. Al tiempo.
Fermín Ezcurra, el presidente de Osasuna que tenía un ojo en el campo y otro en la caja de caudales, ya vio a finales de los ochenta que sumando fútbol y Navidad no salían las cuentas; y como miembro entonces del comité ejecutivo de la Liga de Fútbol Profesional planteó un nunca más a la jornada del 1 de enero. Tenía sus razones.
Osasuna y Sporting de Gijón se enfrentaban en El Sadar el 31 de diciembre de 1988, sábado. La hora de comienzo estaba señalada a las cinco de la tarde. El estadio registró la asistencia más pobre de espectadores en el primer trimestre de campeonato. La recaudación, que rondó los 2,5 millones de pesetas (unos 15.000 euros), tampoco cubría las expectativas, que Ezcurra cifraba en 5 millones de pesetas de haberse disputado en un domingo habitual. “Vamos a tratar de que esto no suceda otro año. Posiblemente esta temporada hemos cometido un error”, reflexionaba el mandatario rojillo. Dicho y hecho: fue la última vez que hubo Liga en Nochevieja o Año Nuevo.
1 de enero de 1984
A Zaragoza ‘solo’ viajaron mil osasunistas
Los dirigentes del fútbol no son los únicos que tropiezan dos veces en la misma piedra, aunque sí los que más repiten. En la temporada 1983-84, Osasuna debía visitar el 1 de enero La Romareda. Estaba fijada la hora de inicio a las seis de la tarde. El entrenador local, el holandés Leo Beenhakker, intentó adelantar el compromiso al 31, pero la directiva zaragocista estimó que en Año Nuevo y avanzada la tarde, no mermaría mucho lo que entonces era una peregrinación de miles (sí, miles) de hinchas rojillos a la ciudad aragonesa. Ni los ingresos de taquilla?
La plantilla osasunista quedó concentrada en la víspera tras el acuerdo alcanzado entre el técnico, Ivan Brzic, y los capitanes. Al día siguiente, tras desayunar, emprendieron viaje por carretera.
Como era fácil de prever, la afluencia de hinchas navarros apenas llegaba a los mil seguidores, un dato negativo, vistos los antecedentes, que pusieron de relevancia casi todos los periódicos. La recaudación fue de 5,4 millones de pesetas (unos 32.500 euros). En la temporada anterior, 1982-83, acudieron a Zaragoza unos cuatro mil navarros y la taquilla ascendió a 11,5 millones de pesetas (más de 69.000 euros). ¡Ay con la tradición..!
Desde 1951 era habitual jugar el 31 de diciembre o el 1 de enero. De este periodo se pueden rescatar dos hechos anecdóticos. En el Osasuna-Valladolid (0-0) disputado a las cuatro de la tarde en la Nochevieja de 1978 -con unos 19.000 espectadores en las gradas- el juego se vio interrumpido por el lanzamiento de cohetes por parte de hinchas que querían anticipar las campanadas. Y en el Deportivo-Osasuna (2-1) jugado el 1 de enero de 1961, los rojillos pasaron la fiesta lejos de casa, pero es que sus rivales tampoco tomaron las uvas en familia porque quedaron concentrados desde las siete de la tarde.
24 de diciembre de 1939
En Nochebuena no hay tregua en Atocha
Si los conflictos bélicos respetaban las treguas de Nochebuena, en el caso de Osasuna algunos de los partidos disputados en esa fecha carecieron del espíritu fraternal de la Noche de Paz. Como el encuentro de Liga celebrado el 24 de diciembre de 1939 en Atocha.
Los diarios pamploneses dan cuenta de un encuentro plagado de incidencias; se quejan los seguidores navarros del mal comportamiento con Osasuna del público local, que imprecó a los rojillos, incluidos los guipuzcoanos hermanos Bienzobas; censuran a la Federación guipuzcoana (a la que califican de “caciquil”) por colaborar en la persecución al club pamplonés por no haber tramitado la ficha de Ameztoy (fichado del Tolosa) para que llegara a tiempo de poder alinearse ante la Real; cargan contra el árbitro por consentir esos propósitos y el juego violento del realista Terán; y denuncian la expulsión del guardameta Florenza (por amenazar a un contrario, según el colegiado) y que fue sustituido bajo los palos por el goleador Julián Vergara. Para terminar, reseñan los cronistas, “menudearon las broncas” entre aficionados de uno y otro club. Que ganara la Real 2-1 casi era lo de menos.
No fue esta la única fricción entre navarros y guipuzcoanos en tan señalada fecha. El 24 de diciembre de 1922 jugaban Osasuna y Tolosa en San Juan. Cómo estaría el ambiente que cuentan las crónicas que el árbitro se acercó en el descanso a la tribuna que ocupaban dirigentes del club e invitados y amenazó con suspender el partido si el público continuaba con su mal comportamiento.
25 de diciembre de 1932
Empacho de goles en Navidad
La goleada (8-2) sufrida en Gijón aquel día de Navidad provocó entre afición, prensa y jugadores rojillos los efectos de un empacho. En las páginas de deportes se repartió cera a diestro y siniestro. Hubo para todos. Primero, para la Federación Nacional por programar partidos en fecha tan señalada, lo que en el caso de Osasuna supuso a los convocados (más al directivo Juan José Olaso, que viajó como delegado) pasar la Nochebuena lejos de sus casas. En Diario de Navarra el cronista no se cortó un pelo y calificó de “mangoneadores” a los federativos. También hubo su porción de crítica para el organizador del viaje, ya que en lugar de ponerse en carretera el viernes 23 y llegar con tiempo a Asturias, decidieron salir de Pamplona a las 7 de la mañana del día 24 y arribaron a su destino a la hora de cenar. Al Sporting le reprochaban el no haber querido cambiar la fecha.
Pero, en fin, la peor parte se la llevaron los jugadores rojillos por lo que el entorno entendía como un comportamiento vergonzoso en el campo; además, a su regreso conocieron un rumor muy extendido en la ciudad que les acusaba de haber cometido excesos en la cena de Nochebuena. Un jugador de Osasuna, de quien no se rebela la identidad, declaró en un periódico local: “Eso es una infamia. Quien nos conoce sabe que somos incapaces de cometer ningún abuso. Para las once todos fuimos a la cama. La Nochebuena y la Pascua habrían sido para todo el mundo menos para nosotros. No se puede dar crédito a rumores infundados”.
Cómo escoció la goleada en la afición, que Romerobal llegó a dedicarle al partido su Copla del día en Diario de Navarra: El primer día de Pascua/al Osasuna en Gijón/le “colaron” ocho goles/¡Eso es una “colación”!
Vistos los antecedentes, hacer un paréntesis en estas fechas no es tan mala decisión.
Partido y uvas con el Luchana en 1922. Osasuna y el Luchana donostiarra mantenían una cordial relación en los años veinte. Era frecuente que después de un partido, unos invitaran a los otros a un ágape. En la Nochevieja de 1922 ambos equipos se enfrentaron en San Juan (4-0). Luego, el cuadro visitante se quedó en Pamplona invitado por los anfitriones a pasar la noche. Volvieron a San Sebastián el día siguiente a las cuatro de la tarde?
Una gira navideña por Francia en 1929. El 28 de diciembre de 1929 Osasuna emprendía viaje en autocar rumbo a Burdeos para disputar dos encuentros al otro lado de la muga. En el primero, el 30 de diciembre, ganó al Sporting Bastidienne (1-4); en el segundo, el 1 de enero, goleó (0-9) al Stade Montois en Mont de Marsan.
Nochebuena y Año Nuevo en Baracaldo. Los caprichos de la competición quisieron que en las navidades de 1949-50 Osasuna jugara el 24 de diciembre y el 1 de enero en Baracaldo. El primer envite (al que los convocados viajaron en autobús para regresar con rapidez para llegar a la cena) supuso la eliminación de la Copa en segunda ronda (2-0). Una semana después, y en partido de Liga, los gualdinegros ganaban 2-1. No hubo nada que festejar aquel año.
Concentrados en Nochevieja por Martín en 1997. Aunque no había compromiso inminente en el horizonte, Martín decidió recluir a la plantilla en la Nochevieja de 1997 en un hotel de las afueras de Pamplona. Allí acudieron varios jugadores disfrazados, tratando de poner buena cara a la decisión del entrenador. La noche en clausura y sin fiesta tuvo un efecto positivo: el 3 de enero Osasuna ganó 0-1 en el campo del Rayo Vallecano.
Las excepciones a la norma. Desde la temporada 1994-95 no se programan partidos entre el 23 de diciembre y el 2 de enero, salvo algunas contadas excepciones. Como en el curso 2001-2002, cuando Osasuna jugó el 23 contra el Athletic en El Sadar (0-1). O en la temporada 2007-2008 en la que el equipo de Ziganda se enfrentó el 23 en Liga contra el Mallorca en Pamplona (3-1) y el 2 de enero en Copa contra el cuadro bermellón en la isla (4-0). En la 2010-11, visitó al Sevilla en Liga (1-0) el 2 de enero. También un 2 de enero, pero de 2016, empató (1-1) con el Nàstic en El Sadar.