pamplona - Osasuna perdió de forma increíble en el campo del Tenerife porque poco común es que el líder del campeonato, capaz de desplegar un juego fantástico y de marcar goles de bellísima factura en medio de una sensación de superioridad, se diluya en una media hora fatal y sufra un revolcón de los que escuecen, desperdiciando además dos tantos de renta en el marcador. El tesón del rival y su capacidad para desordenar el rigor de los rojillos, el gol en propia puerta y el efecto desestabilizador de los cambios -la entrada de Naranjo al campo fue un problemón que no se resolvió- forma parte de las explicaciones de la derrota de ayer, como también esos minutos de autocomplacencia que acompañaron al equipo y que resultaron fatales.

Osasuna tuvo el control del partido en su mano para no permitir ni el rearme emocional del Tenerife, pero no fue certero, se gustó en demasía y fue protagonista de una voltereta dolorosa, impensable. Antes, sobre todo, pero después también de que el gol en propia puerta de Unai animara a los locales, con media hora de partido todavía por delante, hubo juego y ocasiones como para haber ventilado la contienda. El derrumbe defensivo en los goles del Tenerife forman parte del segundo capítulo del argumento en el Heliodoro.

En un encuentro para reflexionar, también para rescatar y sostener las muchas cosas buenas que hace este equipo, Arrasate cayó con su estilo y si se ha alabado su ambición y orgullo para morir a cada encuentro buscando la portería contraria, sería injusto cuestionar esta idiosincrasia con la que ha mejorado el conjunto, que lo ha proyectado a la zona más alta de la clasificación y que encandila al aficionado. El técnico, que ha demostrado que sabe gobernar a este grupo y que lo ha dotado de argumentos y sentimientos, sólo pudo quedarse frío con el desarrollo de los acontecimientos. En su autocrítica, de todos modos, sabrá que quizás le correspondió alterar de otro modo el paso del partido cuando se fue enredando. También esto forma parte de la mejora del equipo.

Antes de la debacle, hubo historia que contar y muy buena. Entre los grandes momentos que tiene para guardar el aficionado de esta temporada magnífica, estará si no el primer tiempo completo en Tenerife, sí los momentos principales de los rojillos en este primer acto. Porque estaba el partido más o menos equilibrado, con Osasuna mandando señales de mayor jerarquía pero sin pasarse, cuando los hombres de Arrasate se fabricaron un gol monumental. Hubo un robo de balón en campo contrario, un pase al hueco malicioso y un taconazo mortal para el puntillero de la acción. Brandon, Rubén García y Rober Ibáñez fueron los tres artistas que se repartieron los papeles de la acción, de la primorosa jugada que aplanó a su rival.

Un par de minutos más bastaron para que Osasuna, que en ese mínimo margen de tiempo ya estaba demostrando su repertorio con y sin balón, parecía liquidar el encuentro con otro gol fantástico. Nuevamente hubo un robo alto, en el círculo central, un pase excelente, en esta ocasión obra de Roberto Torres, y la contra conducida por Brandon fue concluida con un remate cruzado y certero. En dos minutos, Osasuna había puesto una velocidad sobre el terreno y un acierto que sólo podían corresponder al mejor que, además, guardaba en su arsenal también el balón parado como arma posible. David García estuvo a punto de firmar el tercero en un córner en pleno festival rojillo.

Ni el final del primer tiempo ni la reanudación hacían prever el naufragio posterior. En el primer minuto tras el descanso, Sergio Herrera detuvo un disparo de Isma. La intentona del navarro tenía un mensaje más profundo que sólo el paso de los minutos iba a descubrir.

Osasuna siguió demostrando que sabe y hace muchas cosas bien y en la falta de acierto, de la puntilla final como guinda a su juego excelente, iba a encontrar el castigo. Superior y rumboso en cuanto se acercaba a la portería contraria, los rojillos se mostraron excelentes en las maneras y con nula puntería en las decisiones finales y así, las entradas por la banda de Rober Ibáñez o las correrías sin fin de Brandon no encontraron el premio del gol. El tercer gol iba acechando la portería del Tenerife, se notaba que era sólo cuestión de tiempo. También David García apareció para casi marcar tras un centro malévolo de Rubén García. Osasuna se quedó en los casi.

Naranjo, un futbolista conocido y con recursos, había salido al campo en plena crisis de su equipo. Futbolista con capacidad para moverse por la banda izquierda y aceptar el juego en largo, comenzó a hacerse sitio en el juego del Tenerife y, con el paso de los minutos, comenzó a desordenar a Osasuna y a crear las dudas que no se habían tenido hasta entonces. Bien respaldado por Isma López, el equipo canario parecía encontrar una brecha por la que incidir en lo que hasta ese momento era un gigante inabordable.

No estaba tampoco sufriendo el equipo de Arrasate cuando llegó el gol en propia puerta de Unai García. El central remató hacia su meta un centro desde la banda derecha. Con un solo gol de diferencia en el marcador, eso es la magia del fútbol, parecieron que se iban a olvidar los méritos de unos y otros y que empezaba un partido nuevo.

El Tenerife se animó, Osasuna no se arrugó pero, como no acertó en sus combinaciones finales cerca de la portería, los problemas iban a encadenarse. Naranjo conectó con Isma López para que el navarro marcara el gol del empate a diez minutos del final y, con los rojillos mirando más a la meta rival que a la propia, el dúo volvió a conectar para protagonizar la remontada en cinco minutos, cuando casi no quedaba nada de tiempo.

El equipo de Arrasate no perdió el norte, que siempre tiene que ver con mirar la portería contraria, y rozó el empate, ya a la desesperada hasta el final, con ocasiones para Rubén García y David García, la del central en el tiempo aña-dido.

Osasuna combate el fuego con fuego, hay que acostumbrarse y aceptarlo. Aunque haya días en que el incendio no esté controlado, y eso es una lección.