la versión más cinematográfica de Osasuna, la que refleja con fidelidad su temperamento y su personalidad, está recogida en ese plano diseñado para ser acompañado por una cámara cenital y que filma algo parecido a lo que ocurre cuando los grandes almacenes abren la puerta el primer día de rebajas: un asalto a la carrera. Ese contragolpe casi al final de la primera entrega, con muchos rojos (6) y pocos rosas (2), unos desmarcándose, otros haciendo maniobras de distracción, parece escrito y no improvisado. Una magnífica adaptación de aquellos otros rojillos de principios de los ochenta al que el entrenador Paquito (entonces en el Castellón) bautizó como los indios. Poco importa que fueran sioux, pieles rojas o los uniformados del Séptimo de caballería, pero ese rodillo que en segundos cruzó de área a área combinando con el balón es una magnífica imagen para vender al exterior -a quienes pudieran pensar que Osasuna sería un equipo de paso- por dónde va la interpretación que de los partidos hace Osasuna; por un lado, fiel a un guión en el que ninguno de los actores sobre el campo mueve una coma de lo ensayado ni confunde el texto ni mete morcillas de su cosecha; por el otro, repentinamente enmudecido cuando el diálogo hay que entablarlo con el gol: ahí no sabe dar la réplica. Y en esa escena, la más determinante, es donde no apareció la versión original que en la víspera reclamaba Arrasate. Hubo ritmo, profundidad y verticalidad, como exigía el entrenador en breve sinopsis del argumento; muchas llegadas, muchos centros al área, remates al marco rival propios de un pelotón de fusilamiento, balones a la escuadra? En alguna parte escribió Arrasate, como desenlace de lo anterior, “seguro que marcamos” y así lo recogía ayer la prensa. Ahí es donde a la versión original le pusieron subtítulos; y donde decía gol de Adrián apareció escrito parada de Joel; donde podía leerse gol de Chimy, los espectadores deletrearon rechace de Joel; donde la función se cerraba con un cabezazo a un metro de la línea de meta de Chimy y celebración final del gol, el subtítulo rezaba, balón blando a las manos de Joel. No sé en que parte de esta película al portero del Betis le dieron el papel de protagonista, pero como los buenos secundarios, se hizo presente por elevación del personaje.

Esta película, la del empate y los goles extraviados, la vimos en Valladolid. También la de los casicasi de Chimy. La hinchada acoge esta repetición, sin embargo, como esa gente que sigue emocionándose con Pretty Woman o encontrando todavía detalles no advertidos en La naranja mecánica. Porque Osasuna, por encima del resultado, transmite, entretiene, contagia, genera momentos de tensión, mete sus partidos en fases de suspense, siempre parece que va a pasar algo, aunque en días como ayer parezca que al final no pase nada. O sí; porque Osasuna contrarrestó a un Betis mejor dotado técnicamente, no concedió ocasiones, se hizo respetar sin balón y cuando lo tuvo en sus pies (en los de Mérida), y sigue sin consentir que le ganen en su estadio ni en el retorno a Primera división. Esta versión de Osasuna gusta y la volverán a reponer. Aunque en algún pase pierda un poco con los subtítulos. El éxito de público está garantizado.