Pamplona - Recordaron los miembros de la junta gestora que apenas tuvieron una semana para conocer la contabilidad del club, ya que entraron el 23 de junio y las cuentas se cerraban el 30 del mismo mes de 2014. Por tanto, eran unas cuentas que las rubricaban casi como figurantes, impostando el papel de los verdaderos administradores, todo ello a instancias del auditor que amenazaba con denegar la opinión. Luego, cuando el propio Suárez, el consultor que había confeccionado todas las auditorías desde hacía una década, exigió que le firmaran el informe y una carta de manifestaciones les envió los documentos un mediodía del 10 de septiembre. “No sabíamos el alcance de aquello”, se excusó Ibero. Los miembros de la gestora admitieron que apenas habían podido leer los documentos que les facilitaron, que lo firmaron porque era su obligación para que la entidad se salvara y tenían prisa para acudir a una merienda con la directiva del Alavés porque jugaban Copa. - E.C./J.L.