Txuma Rández rememora 4 décadas después aquel partido en Murcia que catapultó gracias a un gol suyo a Osasuna a Primera División. “yo pienso que la semana antes del partido los jugadores no éramos muy conscientes de lo que podía repercutir, pero conforme se iba acercando el domingo veías la intensidad que había en toda Pamplona”, que lademás llevó a miles de aficionados navarros a viajar a Murcia, en un desplazamiento con las carreteras y los medios de locomoción de entonces. “Fue impresionante comprobar que se había movilizado tanta gente para ir hasta allí, y ver las calles de Murcia con ese ambiente. Es de lo que más me acuerdo”.

Aquel ambiente podía también atenazarles por la responsabilidad.

-No, sentías más ilusión que nervios. Teníamos claro que teníamos muchas posibilidades y no había la presión actual, con más medios de comunicación. Antes no había televisiones, y solo estaban los periódicos y la radio, y no es como ahora que te conocen en todos los sitios.

Haber marcado ese gol debe ser una satisfacción por más que después no tuviese la continuidad deseada.

-El fútbol tiene también un pequeño componente de suerte. Hay que llegar a los sitios en el momento oportuno para tener un sitio.Yo cuando llegué Patxi Iriguíbel estaba en su mejor momento. Yo era joven, tenía 20 años y no era fácil entrar en los equipos, antiguamente era más difícil entrar en equipos consolidados. Tuvimos la suerte que llegamos mucha gente joven porque nos conocíamos de categorías inferiores. Además por aquel entonces tenían que jugar por normativa dos jugadores menores de 20 años. Pero yo tenía 20 años y un mes. El equipo mostraba un nivel bueno a pesar de que éramos todos jugadores de aquí. Se hizo un conjunto muy compensado y muy competitivo, y no era fácil jugar. Yo luego me lesioné, casi me pegué un año en blanco. No tuve continuidad, y al final cuando no progresas a veces es mejor echarte a un lado. Después de Osasuna estuve en el Sabadell, en el Logroñés y en el Tarragona y con 27 años, lo dejé, porque como veía que no tenía progresión, encontré un trabajo en Pamplona y al final dejé el fútbol. Antiguamente no se ganaba como para solucionarse la vida. La mayoría de jugadores de Osasuna de esa época hemos acabado trabajando. Unos en la Volkswagen, otro policía municipal, otros con seguros o en la banca. Porque se ganaba bien, pero no es como ahora que alguno se soluciona la vida.

Lo cual da un plus de reconocimiento al esfuerzo que había que hacer entonces para armar algo bonito.

-El equipo que se construyó fue un poco fruto de la suerte de la llegada de Pepe Alzate, que confió en los de aquí y que la hornada era buena. El fútbol era popular pero no tenía la trascendencia que tiene hoy día. Las condiciones no eran como las de ahora, requerían más sacrificio y carecíamos de las comodidades actuales. Nosotros no teníamos campos para entrenar en hierba. Entrenábamos en el Sadarcillo, que era de tierra, y muchas veces nos íbamos a la Vuelta del Castillo, cosa que ahora sería impensable. Un equipo de Primera División entrenando en la Vuelta del Castillo. No se entendería. Los medios eran mucho más limitados que ahora y la trascendencia era menor. Las sensaciones eran diferentes y creo que los jugadores pensábamos distinto. Ahora se cuida muchísimo la imagen. Del fútbol de ahora no entiendo que los jugadores salen al campo y parecen modelos. En nuestra época prácticamente ni nos peinábamos. Te arreglabas un poco el pelo con la mano, pero no como ahora.

En los setenta se llevaban las melenas, conforme a los tiempos...

-Eso es cierto, pero íbamos a la peluquería cuando nos tocaba y ahora van todos el viernes o el sábado para hacerse la rayita a ver qué tal les queda. La televisión ha hecho que el fútbol cambie mucho. Pienso que antes había un pensamiento más solidario de los jugadores. Ahora es muy individualista, antes había más espíritu colectivo. La sociedad también ha cambiado.

También ha cambiado la imagen de los entrenadores.

-No es que fuéramos una familia pero sí un grupo de amigos prácticamente. Muchos componentes del equipo salíamos juntos, nos juntábamos para cualquier cosa, y no había compañeros díscolos ni roces. Esa unión conseguía que hiciéramos mucho más.