Después de apuntarse a la lista de equipos para la salvación inmediata tras ganar ante el Alavés (0-1) el miércoles, Osasuna se mantuvo firme en sus intenciones y se llevó los tres puntos ante el Leganés, aunque fuera con suspense y en el tiempo de descuento. El empate con el conjunto madrileño también le valía para profundizar en la consecución del objetivo, un pasito más en esta carrera de lentos que están protagonizando un buen número de equipos desde el regreso de la competición tras el parón, pero la victoria en los minutos de suplemento supusieron el subidón definitivo, el carpetazo al expediente de la permanencia.

Con 41 puntos en el casillero, la certificación matemática de la salvación no necesita siquiera ya de la colaboración de Osasuna, que puede ser testigo mudo de lo que ocurra en las próximas jornadas. La continuidad en Primera, no por encauzada en un buen campeonato, deja de ser un éxito mayúsculo en esta temporada exigente y bonita con este final raro.

En una cita con numerosas dificultades para Osasuna porque el Leganés respondió a lo que se temía -un rival de ánimo inquebrantable, corajudo, valiente y de conceptos claros-, el partido tuvo un final sorprendente, uno de esos con los que enloquece la grada y la explosión de alegría del jugador resulta todavía mucho mayor por el contagio que ha provocado en el graderío. Enric Gallego protagonizó en el minuto 96 el elogio del 9. Un balón sobrevolando una defensa de torres fue rematado de cabeza por el delantero en la pugna con dos zagueros, un dardo mortal también para el portero. Un gol de córner peleando hombro con hombro con los rivales es la bendición del 9, una rareza también en este fútbol en el que las acciones de táctica se hacen mejor para destruir que para crear. El gol en el tiempo de descuento fue la jugada rescatable de Osasuna en el segundo tiempo y el golpe con el que tumbó a su rival y pasó la formalidad de sacarse el billete para estar en Primera el próximo curso.

Aunque se haya colado el parón por la pandemia, la exigencia y necesidad de los últimos partidos del campeonato permanece y se mantiene la tensión en estos choques decisivos. Ante el Leganés, Osasuna vivió otro encuentro con más intención que acierto, en el que nunca tuvo el partido atado y ganado, aunque fue el que se llevó el triunfo.

Enric Gallego, el gran hombre de la tarde, se sumó muy pronto a la lista de goleadores del equipo. El ariete gigantón de Osasuna no estaba cobrándose en forma de brillo todo el ingrato trabajo personal que se le impone en cada encuentro pero ayer, sin embargo, la primera que tuvo, la cazó. Gallego marcó un gran gol -una semichilena- y colocó a Osasuna en una posición envidiable en diez minutos de partido. Los rojillos parecía que iban a estar más cómodos con el balón que en otros encuentros, pero lo que se antojaba un tarde de calma chicha en medio del calor, se fue complicando por el empuje del Leganés, y llegó la tormenta. El conjunto madrileño tiene carácter desde la llegada de Javier Aguirre y también es un grupo organizado. Aunque todas las buenas maneras se le apagan en las postrimerías del área, donde le falta decisión y acierto. Solo Unai tuvo que revolverse ante Ruibal y Sergio Herrera, en la ocasión más clara para los pepineros, le comió el terreno y la moral al joven Bryan Gil, que se había plantado solo ante él, para abortar un mano a mano con hechuras de gol.

El anuncio de peligro en el final del primer tiempo se convirtió en una realidad tras el paso por los vestuarios. El Leganés saltó como un gato herido al campo y se comió a Osasuna. Empató a los seis minutos y cuatro más tarde obligó a Sergio Herrera a realizar el paradón de la tarde, una estirada ante un disparo cruzado de Rodrigues.

El mando absoluto del equipo madrileño dejó a Osasuna sin sitio en el partido, metido casi siempre en su terreno y saliendo de forma circunstancial hacia la portería de Cuéllar. El Leganés no llegaba a asfixiar con oportunidades claras y Osasuna consintió en este dominio de forma arriesgada. El primer disparo entre los tres palos fue pasada la media hora y lo firmó Íñigo Pérez... El partido parecía condenado entre la resistencia de los rojillos y la presión sin ahogo del Leganés. Así se veía la historia hasta el final explosivo. Todo pasó en el tiempo de descuento, Marc Cardona estuvo a punto de marcar en un duelo con Cuéllar; el meta se quitó de encima un balonazo de Enric Gallego un minuto después y en el córner que provocó, el ariete terminó de cabeza su gran tarde. También en la que firmó la salvación de su equipo. Una bendita formalidad.

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Cinco cambios en el once. Dos medios más creativos y mucho pelotero. Fue superado en el segundo tiempo. La constancia del equipo en los instantes finales le dio el premio.

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Presentó un equipo muy ofensivo y valiente, al estilo del Javier Aguirre de las grandes citas. El Leganés ofreció una buena imagen, pero no tiene pólvora en los últimos metros.

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En la línea de los arbitrajes de este periodo tras el confinamiento, no tuvo problemas porque el partido no le ofreció dificultades.