El partido con suspense por el temporal resultó una prueba exigente para el Real Madrid que no logró quitarse de encima el orden de Osasuna, que le impidió ser creativo y letal en los metros finales, donde se deciden los partidos.

Arrasate planteó un partido incómodo para su rival especialmente en cuanto pasaba del centro del campo y, con orden y muchos jugadores en las labores defensivas, impidió las conexiones entre los hombres de Zidane, que se vieron abocados a suministrar más centros de la cuenta para su tradicional fútbol de toque y apoyos. El Real Madrid, luego quejoso por el estado del terreno de juego según expresó su entrenador, se quedó sin argumentos para desmontar la telaraña de futbolistas y esfuerzos del conjunto rojillo y se quedó congelado en El Sadar. Un disparo a puerta en los 90 minutos habla de problemas de creación más allá de que el temporal obligara a desenvolverse en un terreno de juego castigado por la nieve -pero también limpio y más que apto- o que se tuviera que jugar con una camiseta térmica debajo de la indumentaria.

Osasuna se llevó un punto ante el Real Madrid gracias a un meritorio y meticuloso trabajo defensivo que no le impidió enseñar las garras en algunas ocasiones. El equipo de Arrasate demostró un reconfortante vigor sobre todo en el segundo tiempo, después de haber demostrado y haberse creído que podía contener al gigante blanco, cuando el partido dejó más caminos para recorrer y se mostró más abierto. Ahí se vio un Osasuna más en el perfil de Arrasate porque fue ambicioso y clavó la vista en el frente. El técnico, además de por el punto, tuvo motivos para marcharse satisfecho porque sus jugadores no solo fueron capaces de plasmar lo preparado para el encuentro, sino que expusieron las necesarias dosis de compromiso que ayudan a amontonar problemas en una lucha aparentemente desigual. Un Zidane enfadado, escupiendo argumentos más emocionales que futbolísticos, es otra de las pruebas de que se hicieron las cosas bien.

Dispuesto a seguir el recuento de buenas sensaciones, que están dejando puntos aunque sea de uno en uno, Osasuna saltó a El Sadar con la lección aprendida y comenzó a recitarla en una primera parte excelente en el plano defensivo. Los rojillos no realizaron concesión alguna sin balón y, al contrario, optaron por un repliegue general que resultó excelente y efectivo. Una legión de jugadores de Osasuna esperaba al Real Madrid cuando salía con la pelota -también se ejecutó según el momento una presión inmediata en cuanto el balón rodaba junto a Courtois y buscaba un compañero-, y esa defensa meditada y pensada impidió que el nutrido grupo de futbolistas clarividentes que dispone Zidane no acabara de encontrar caminos hacia la puerta.

No cabe duda de que hubo empeño en aproximarse a Osasuna, pero fue un merodeo cómodo, sin acciones de peligro, lo que hizo que el Real Madrid se marchara al descanso sin haber creado una sola ocasión de gol -un despeje sin brújula desde su campo de Varane fue lo más cercano que fue entre los tres palos-, una estadística brutal para semejante reunión de estrellas que, por contra, dejaron el honor de esa faceta a Osasuna. Oier, en un cabezazo tras un córner de Rubén García, obligó a intervenir a Courtois, que se sacó la pelota de encima ante el ímpetu de la acometida del capitán rojillo.

Que el Madrid estuviese maniatado fue la mejor noticia para Osasuna porque estaba saliendo el plan y porque sin ocasiones que recibir, con la portería a buen recaudo, siempre está próxima la posibilidad de sumar.

Los partidos contra los equipos de relumbrón suelen ser encuentros de matices y pugnas. Los duelos personales suelen estar agrandados por las figuras del oponente y todo lo que se hace suele tener más boato. A Osasuna le sobraron las fuerzas para contener a Hazard, un futbolista fuera de forma al que Zidane le regaló encima la obligación de exponerse sobre un terreno exigente, y también estuvo más que correcto en la pelea con el inquieto Mendy, la piedra Casemiro o el exquisito Modric.

Asensio, también sometido al control hasta entonces, pilló a los cuatro minutos de la reanudación el carril del centro y, tras un control excepcional, soltó un zurdazo al que respondió Sergio Herrera. Fue la despedida del Real Madrid de la chispa y las conexiones, porque Osasuna comenzó a mostrarse más proclive a tener el balón, empezó a moverlo con más asiduidad y sentido. Zidane, sin embargo, optó por el camino contrario y decidió que el partido se tenía que decidir por las bravas. Se quitó a su mejor hombre, Asensio, para poner carne en el asador con Fede Valverde; no mejoró a su equipo con la entrada de Isco por el excelso Modric; y soltó a Mariano en lugar de Hazard para resolver el partido por el juego aéreo. El Madrid solo fue capaz de marcar desde el fuera de juego, en dos ocasione, y Aridane y David García gozaron definitivamente con el bombeo de balones, espacio donde siempre fueron inaccesibles.

Osasuna había aceptado el reto de abrir el campo y también anduvo buscando su oportunidad. Roberto Torres enredó a sus rivales en el centro del campo y tras soltar la pelota al otro lado, se plantó como rematador en el centro del área. Su remate se marchó fuera, pero le dejó mal cuerpo al Real Madrid, que ya andaba metido en el rato de la heroica de Sergio Ramos, con sus apariciones de delantero centro. La entrada de Jony también incomodó al Madrid, que andaba con Lucas Vázquez al contrapié con el extremo.

Osasuna se quedó con un punto que le sirve para su suma pero que es multiplicación para su moral. El Madrid se fue enfadado, congelado.

- Ficha técnica

0 Osasuna: Sergio Herrera; Nacho Vidal, Aridane, David García, Juan Cruz; Roberto Torres, Moncayola, Oier, Íñigo Pérez; Calleri (Budimir, m. 77), Rubén García (Jony, m. 77).

0 Real Madrid: Courtois; Lucas, Varane, Ramos, Mendy; Modric (Isco, m. 75), Casemiro, Kroos; Asensio (Valverde, m. 66), Benzema, Hazard (Mariano, m.75).

Árbitro: César Soto Grado (Comité riojano). No mostró tarjetas.

Incidencias: Partido correspondiente a la decimoctava jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio El Sadar a puerta cerrada.