Llega Osasuna al final del tramo de Tourmalet que le ha tocado en este mes. Queda el Wanda y a seguir. El equipo rojillo tiene que aprovechar estas dos semanas para resetear la mente y volver al nivel de hace unas semanas. Y eso que contra la Real ni mucho menos se hizo un mal partido, pero el equipo no ha tenido alternativas cuando el plan A se ha roto, aunque sea por un rebote como contra los donostiarras.

Osasuna salió a desgastar, a que pasasen los minutos con alternancia entre presionar arriba y aguantar más cerquita del área. Hasta que la Real pagase el partido del jueves. Pero claro, ese plan también se sustenta en poder maniatar a un equipo con demasiada calidad. Complicado.

Y si la calidad fuese poco, tuvieron una pizca de suerte. Merino disparó y su tiro rebotó en David y se coló entre las piernas de Lucas. Ya es mala suerte. A alguno de la zona noble se le atragantaría más que al propio Mikel, que evitó celebrar un gol en su campo y a su equipo del alma. Alguno de los ejecutivos que ya por aquel entonces tenían mando en plaza habría oído susurrar en el viento estas palabras: "3.7".

Es que cada vez que sale Merino con una camiseta que no es de Osasuna da pudor recordar esos días. Entre el que solo traducía (eso decía) y acabó de director general, y el que decía que era "muy buena operación" tanto pública como privadamente fueron tapando (incluso con burdas mentiras sobre el jugador) una realidad económica pésima que obligó a venderle por un precio tan irrisorio que da pena solo pensarlo.

Dicen que Osasuna ha aprendido de aquello y de ahí han llegado las renovaciones de Moncayola o David. Permitame que piense que lo que más ha cambiado es que ahora hay dos profesionales como Braulio y Cata que impiden ciertos desbarres a los ejecutivos por lo menos en la parcela deportiva.

Pero bueno, si el Club ha reseteado en eso, ni tan mal. Ahora le toca al equipo el aprender de estas semanas para volver a la senda del triunfo y seguir con una buena y tranquila temporada.