Osasuna recibe este viernes la Medalla de Oro de Navarra, máxima distinción que otorga el Ejecutivo foral desde hace casi 40 años y que en esta ocasión recae en el club rojillo por, entre otros motivos, "contribuir a la cohesión social y territorial de todos los navarros". Y fue este el motivo de la convocatoria de este periódico para el pasado miércoles en El Sadar a la que acudió una pequeña representación del osasunismo de todos los tiempos y estamentos (esa era la intención, aunque seguro que alguno se ha quedado en el tintero) como previa a un acto que sirve para premiar la labor del club durante sus 101 años de vida e historia.

A la cita acudieron exjugadores, exdirectivos, representantes varios de la masa social de la entidad, un miembro de la plantilla que compite en la Liga Genuine, Abraham García, e incluso un par de trabajadores en activo, padre e hijo además, sin obviar que tampoco se quisieron perder el evento familiares de uno de los fundadores del club, Fortunato Aguirre, ni de uno de los primeros jugadores que tuvo el club, Andrés Jaso, ambos entre los represaliados en Osasuna por el golpe militar de 1936. En cualquier caso, todos ellos coincidieron en señalar que es un orgullo la condecoración que hoy recibe el club, que se sentían un poco partícipes de la medalla al tratarse de un premio global, para mucha gente -jugadores, entrenadores, directivos, trabajadores, aficionados...-, y que los otros dos candidatos, Aspace y el cirujano Juan Miguel Gil Jaurena, eran también dos dignos merecedores del galardón.

Para empezar por los más veteranos, a Aúrea Jaso Bergatxorena, que estuvo acompañada por su hijo Javier Nicolay, se le saltaron las lágrimas al acceder por primera vez en su vida a El Sadar. Lo hizo a los 94 años de edad, con una foto y una camiseta de Osasuna con el nombre de su tío, Andrés Jaso, futbolista que militó poco en Osasuna (a principios de los años 30) y que después desapareció, aunque ahora al menos ya sabe, gracias a las investigaciones del colectivo Osasunaren Memoria, que pereció durante el bombardeo a Cangas de Onís cuando estaba enrolado las filas del Sporting de Gijón. Su ilusión ahora es poder encontrar los restos de su tío.

"La medalla para Osasuna es una alegría", señaló Aúrea, afirmación que suscribieron Mirentxu Aguirre Aristizabal, hija póstuma de Fortunato Aguirre, uno de los fundadores del club y asesinado en 1936 en Tajonar víctima de la represión franquista, y su marido, Antontxu Zabalza, que se pasearon con una mezcla de orgullo y emoción por el estadio. Eso sí, Mirentxu no dudo en precisar que "el galardón es un reconocimiento para las familias de los fundadores, pero sobre todo para todo el mundo que ha formado parte del club y sus aficionados".

Para Lucrecio Luquin, mítico portero de Osasuna en la década de los 60 y en la actualidad presidente de la asociación de veteranos del club, no fue ninguna sorpresa pasear por El Sadar -"antes me encargaba de las visitas guiadas", precisó-, pero lo que no esperaba era encontrarse por primera vez con Mirentxu Aguirre, con la que comparte parentesco porque sus padres eran primos carnales. Tras intercambiarse los teléfonos, el que fuera guardameta del conjunto navarro hace ya unos cuantos años -ahora tiene 77- comenzó a disparar anécdotas a diestro y siniestro, aunque también tuvo tiempo para hacer una reflexión sobre la Medalla de Oro que va a recibir Osasuna. "Siempre hay alguien que no estará de acuerdo, sobre todo porque los otros dos nominados también lo merecían, pero lo que está claro es que Osasuna une a todo el mundo", opinó, y añadió un ejemplo: "Cuando yo me fui del club, me debían dinero y terminé cobrando sólo una parte, pero nunca dije que Osasuna me debía dinero, porque quienes me lo debían eran los que estaban entonces en la directiva".

Otro con mil batallas a sus espaldas -en el campo y en los despachos- es José Manuel Echeverría, goizuetarra de 69 años que también se apuntó al encuentro porque es historia viva del club. Defendió la camiseta de Osasuna en Primera, Segunda y Tercera División -"cuando no existía la Segunda B", quiso precisar-, formó un tridente ofensivo de leyenda en los 80 junto a Patxi Iriguíbel y Enrique Martín Monreal, después se recicló como entrenador -fue ayudante de Pedro Mari Zabalza- y más tarde como gerente y directivo. Siempre en Osasuna, a su juicio, "una institución que no es abstracta, sino que ha estado siempre formada por un montón de personas y que aúna el sentimiento de una gran cantidad de navarros. Ahí está su verdadero valor y yo guardo un recuerdo muy bueno porque compartes cosas con personas, desde compañeros hasta con los chóferes, los utilleros y todos los trabajadores".

Echeverría, que desarrolló toda su carrera profesional en Osasuna -es el segundo jugador con más partidos en la historia de la entidad (463, por los 513 de Patxi Puñal)-, también se alegró por otra medalla reciente, la de oro al mérito deportivo que recibió su paisano Aimar Olaizola el pasado lunes, y además se animó a posar como ídolo con algunos de los participantes en esta historia, como Ángel Etxeberria. El que fuera defensor del socio entre principios de 2016 y finales de 2017 aceptó la invitación de este periódico porque es osasunista casi desde la cuna. "Tengo 53 años y mi padre, José, me llevó a El Sadar cuando tenía cuatro, como yo he hecho con mi hijo Martintxo, que es socio casi desde que nació", reveló, añadiendo que su abuelo paterno, Anastasio, "natural de Enériz, me dijo cuando yo tenía 10 años que a Osasuna había que cuidarlo porque es el único nexo que tenemos los navarros, una frase que se me quedó grabada para siempre". Hasta la actualidad y más allá.

Contó Ángel Etxeberria que su padre alucinó cuando le mostró la foto que se había tomado con Echeverría en El Sadar, que conoció a un montón de gente buena de todos los puntos de Navarra cuando ejerció como defensor del socio, cargo que dejó porque su mujer, María, le pidió que así lo hiciera porque le estaba afectando a la salud, y que se marcha a la cama sin cenar cuando Osasuna pierde. La afirmación la refrendó el presidente de la Federación de Peñas del club, Benjamín Rekarte, que explicó que le une una buena amistad con Ángel Etxeberria y que éste ya le había revelado este secreto en más de una ocasión. Para Rekarte, "la medalla es para todo el osasunismo, no es solo de una junta directiva o de un colectivo, es de todos".

Pese a que el presidente de las peñas de Osasuna mantuvo un litigio con la actual directiva al judicializar sin éxito las elecciones a socio compromisario celebradas a finales del pasado año, dijo que sabe separar las cosas: "Osasuna está por encima de todo". Misma opinión que la de Eva Blanco, la primera y hasta la fecha única mujer en la historia del club que ha ocupado un cargo en la directiva y que también mantuvo en el pasado enfrentamientos públicos con Luis Sabalza, con quien compartió junta entre diciembre de 2014 y febrero de 2016, que fue cuando tanto ella como Juan Ramón Lafón fueron destituidos. "Hay que saber diferenciar", señaló, matizando que, "aunque este año no soy socia, veo todos los partidos de Osasuna por televisión, sigo la actualidad del equipo y siempre quiero que gane".

"Cuando leí que le habían otorgado la medalla al club, me llevé una alegría", reconoció Eva Blanco, que añadió que "me sentí un poco partícipe, pero no más que cualquier otro aficionado, porque no hay que olvidar que los socios son los verdaderos dueños del club y entre todos es como se ha conseguido este galardón". Sobre su condición de única mujer de la historia que ha sido directiva de Osasuna, Blanco explicó que, "cuando me propusieron entrar en la junta, ni me había dado cuenta de esa circunstancia, pero con el tiempo me lo han ido recordando y estoy muy orgullosa de haber sido la primera y de esta forma haber abierto la puerta a otras mujeres". Cuestionada por la situación del fútbol femenino en el club, la exdirectiva reconoció que "en Osasuna se están dando pasos en este sentido y en los últimos años se ha producido un cambio muy sustancial. Hoy en día se nota que abogan por él y lo trabajan. La situación va mejorando, pero hace falta más, en el fútbol y también en otros deportes".

El abogado Eduardo Ruiz de Erenchun, de 51 años, también se apuntó a la cita y su visita a El Sadar le valió para resolver alguna duda. "El primer partido que recuerdo es un Osasuna-Castellón, cuando todavía no estaban las verjas verdes y solo había un muro que saltábamos al final de los partidos para salir al campo a jugar con el balón. Pensaba que terminó 2-1, pero se lo he comentado a Echeve y me ha dicho que fue un 3-1. Fue el partido anterior al del famoso ascenso a Primera en Murcia con el gol de Rández", reveló, para confesar a continuación su felicidad por la medalla y la vinculación que siempre ha tenido su familia con el club: "Mis tíos Joaquín y Pili han sido socios y, por supuesto, mi padre, Ángel, que además tuvo una relación muy intensa con Fermín Ezcurra. De hecho, se encargó de un proceso en el que el club terminó percibiendo una cantidad económica con la que se acometió la construcción de la tribuna de Preferencia. Y#en mi caso estuve más vinculado a Javier Miranda, ayudándole a ser presidente y en algunos asuntos en su mandato".

Dice que su participación en el juicio de los amaños encargándose de la defensa de Juan Pascual "no ha afectado a mi sentimiento osasunista", como tampoco lo ha hecho nunca nada al de la familia Iglesias, con tres generaciones al servicio de la entidad en las oficinas, con José Mari y Óscar, padre e hijo, en activo en la actualidad, y con el mayor de la saga, padre de José Mari y abuelo de Óscar, ya jubilado. También son parte de un Osasuna centenario y medallista, aunque el presidente de la Federación de Peñas, Benjamín Rekarte, pide algo más a la directiva: "Cumplir la promesa que le hicieron a Aúrea de realizar un saque de honor como homenaje a su tío y al resto de represaliados".