Iba a iniciar estas líneas recordando la frustración de los entrenadores de Tajonar cuando Oihan Sancet decidió marcharse al Athletic. Decían que aquel cadete apuntaba a crack y que esa pérdida sería dolorosa para los rojillos a futuro. Osasuna navegaba entonces por una crisis galopante institucional y bastante tenía con intentar no desaparecer, por lo que, en estado vegetativo, todos sabemos que hay quien se aprovecha de las necesidades ajenas. Y lo hicieron. Y explotó en El Sadar. Tiene narices. Además, para más inri, fue sustituido por Nico Serrano, otro que se marchó en cadete también en un momento en el que había quien en la planta noble de Osasuna pregonaba a todo el mundo que Álvaro Fernández iba a pagar "una grada de El Sadar" (rozando ha estado, por un par de euros). Justo en esos días se fue. Y también había quien se tiraba de los pelos por esa marcha. También tiene pinta de que acertaban.

Total, que mientras pensaba eso, Torró agarró desesperadamente a Nico Williams en una jugada sin mucho sentido. El mediocentro hacía gestos de frustración. Luego pasó lo del Chimy. Es casi incalificable que un tío de esa edad y ya profesional se autoexpulse de esa manera (y que podía haber sido antes ya que la primera entrada a Williams junior fue terrorífica). Da, como mínimo, respeto, por no decir miedo, ver a jugadores hacer estas cosas. Trae recuerdos pasados y, especialmente, despierta temor que los que tienen que dar la vuelta a esto estén tan desesperados. O que estén pensando en agradar a base de tonterías en vez de haciendo su trabajo.

Y, por último, las sensaciones del partido contra el Athletic es que las alarmas ya están totalmente encendidas. Hay que dejar atrás eso de que Osasuna tiene colchón. Y eso que aún lo tiene, pero claro, las sensaciones son de peligro total. La inercia, los resultados, el juego...ni un indicador invita al optimismo. Ni el entorno, que lleva meses envolviéndose en temas banales manufacturados desde detrás de un ordenador en un despacho del que ha perdido el control y su famosa "paz social", ni nada invita al optimismo.

Son tres sentimientos que Osasuna mostró contra el Athletic y que, por el bien de todos, deberían salir pronto del vocabulario rojillo. Preparense, que va a tocar sacar los remos, seguro, pero la afición siempre responde, aunque le hayan ventilado todos sus órganos de representación.