Como alguien me diga que ya contábamos con esto le mando a la mierda. Aunque nos llamaran locos, en los pronósticos del osasunismo solo cabía un resultado: ganar. Estábamos tan convencidos que por eso viajaron a Sevilla cerca de 25.000 fieles, con sus camisetas, sus bufandas, sus banderas y sus familias. Había que estar ahí porque iba a suceder lo nunca visto. En las múltiples entrevistas a hinchas rojillos nadie expresó la menor duda. Creo que en el ánimo de toda esa gente lo que latía con fuerza no era tanto el ver a tu equipo en la final, que ya es algo extraordinario, como ver cómo levantaba la Copa y la traía a Pamplona. Lo de menos era el rival. Tras la clasificación en San Mamés, sabíamos que sería el Barcelona o el Real Madrid. Salió la bola blanca.

No he oído a alguien desde entonces que se diera por vencido: no va con el espíritu de Osasuna. Al contrario, se declaró un estado general de optimismo que debía contagiar a la plantilla, como así sucedió. El ejemplo más claro lo encontramos en que la Liga quedó aparcada y todo, las rotaciones, los descansos y las alineaciones tenían como primer objetivo llegar lo más frescos posible a este partido. Pero en menos de 110 segundos el fútbol, Vinicius y Rodrygo nos rompieron los planes, los pronósticos y los sueños.

Ha sido un mazazo. Como me digan que el fútbol siempre da oportunidad para la revancha les mando a esparragar. Este partido no tiene revancha porque es único, como único fue el de 2005. Osasuna compitió hasta el final, pero se olvidó de los buenos principios y el primero de ellos es no hacer concesiones en defensa. Sujetar a un tipo tan escurridizo como Vinicius es como intentar pescar anguilas con las manos. Moncayola no pudo pararle, Peña no llegaba para ayudarle y por ahí se perdió la final; desbordado el lateral, el resto de los defensas no estuvieron nada finos en los dos goles.

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De la euforia a las lágrimas: las imágenes de la final rojilla Iban Aguinaga / Unai Beroiz

Son detalles, resolverá el enterado de turno. Si escucho esa monserga, le mando al sujeto a Parla. Un detalle es un gesto de cortesía y en las finales los buenos modales se guardan para el final. A Osasuna le faltó un poco de colmillo para, después del gol de Torró, demostrarle al Real Madrid que tenía muchas más ganas de quedarse con la Copa, aunque para el adversario este tipo de partidos sean tan comunes como las pachangas de los entrenamientos. Los cambios decididos por Arrasate atascaron más que resolvieron.

Perder duele. Como venga otro y me diga que de las derrotas también se aprende, le mando a tomar por el saco. Sabemos lo que le cuesta a Osasuna ganar un partido, así que multipliquen por mil lo que supone salir triunfador de una final a la que muy de tiempo en tiempo estás invitado. El osasunismo sabe lo que le espera. De Sevilla nos llevamos la imagen de una afición incansable y de un equipo que plantó cara al Real Madrid, reaccionó tras recibir un gol de los que hacen daño y nunca estuvo fuera del partido. Y, sobre todo, de que el acontecimiento nunca nos vino grande, que Osasuna no era el pagafantas. Por lo general siempre hemos dejado la Copa en un segundo plano, pero creo que todo el osasunismo ha interiorizado que es el camino para ganar un título. Ya estamos deseando que comiencen las eliminatorias. Pero primero tenemos que superar este mazazo.

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Fotos de la final de Copa del Rey entre Real Madrid y Osasuna Oskar Montero / Javier Bergasa

Confidencial

Osasuna cree que Herrera no peligra. Hay un runrún estos días sobre el posible interés que Sergio Herrera despierta en equipos de la liga española y en otros de Europa. Osasuna concede poco crédito a esas informaciones. El guardameta tiene contrato hasta 2026 y una cláusula de 14 millones no negociables.