Sin renunciar al estilo que de antiguo ha definido a Osasuna, asistimos en estos últimos cinco años a un periodo de transformación liderado por Jagoba Arrasate. Quizás la palabra exacta sería ampliación mejor que transformación porque el trabajo del entrenador no ha consistido tanto en cambiar las características naturales del equipo como en proveerle de más argumentos.

El juego directo y los centros laterales son un recurso que resuelve atascos cuando el fútbol asociativo y la presión tras pérdida de balón no resultan tan demoledores como ayer. Porque creo que en el día de homenaje a la afición asistimos a uno de los partidos más brillantes de Osasuna. El buen trato de balón, el ritmo de los pases, la precisión en espacios reducidos, la aceleración en la aproximación al área y la calidad en la ejecución del remate dibujan una tarde redonda. Pero hay que subrayar que para adquirir ese protagonismo con la pelota, antes hay una presión canina, en ocasiones de tres rojillos contra un contrincante.

Ese juego bonito alcanza su mejor expresión en la elaboración del 2-0. Tras un fuera de juego del Almería, los rojos ponen en circulación el esférico buscando toques y apoyos; un guiso a fuego lento que se acelera cuando aparecen en la cocina Moi Gómez y Aimar Oroz. Los dos talentosos futbolistas, los que cuando entran en contacto con la pelota pueden cambiar un partido, se buscan, se encuentran y rompen la muralla defensiva del Almería.

Son 21 pases, desde que el balón se pone en juego, para fabricar un gol que es la mejor expresión de ese estilo que destapa a un Osasuna que, cuando quiere y puede, sabe ganar con un fútbol de etiqueta. Quizás el contrincante no era el más exigente, pues su presión careció de contundencia, como lo demuestra el dato de que sus jugadores no recibieran ni una tarjeta amarilla. Pero es que Osasuna, con más ganas que nunca de entregar una victoria a su hinchada, resultaba imparable en la segunda parte. Otro ejemplo de todo lo anterior es el 1-0, en apenas 47 segundos de la reanudación y en 10 pases sin que el Almería hiciera algo más que asistir como oyente a la lección.

En este fútbol de escuela moderna encuentra su mejor hábitat un futbolista como Aimar Oroz. Ya lució en la final de Copa y ayer dio un recital de pases; no de entregas fáciles en horizontal, sino filtrando el balón entre piernas y orientándolo para el remate del compañero. Ya sacó el tiralíneas en la primera parte pero no encontró al colaborador necesario. Más tarde llegaron las asistencias a Budimir y a Moi, genialidades de artista de trazo fino acompañadas de un trabajo de recuperación de brocha gorda durante todo el encuentro. Disfruten de él porque apunta a equipo multimillonario (y no digo grande porque, como destacó Arrasate, Osasuna es un club grande).

Variedades de estilos pero la misma ambición. Ahora se trata de perseguir una plaza europea. Está complicado, pero Osasuna es capaz de todo: de hacer un gol con saque del portero y prolongación o de fabricarlo con 21 pases; de asfixiar con balones a la olla o recrearse con un juego bonito. Y el día que se lo proponga, hasta de ganar una final.

Confidencial

Casi 3 millones por entrar en Conference. El club ha echado cuentas y la Conference tiene premio: 3 millones de euros por entrar en la fase de grupos. A partir de ahí, 500.000 euros por victoria y unos 170.000 por empate. Llegar a octavos tiene una recompensa adicional de 600.000 euros, que suben a 1 millón en cuartos de final.