Anida una indisimulada inquietud en los despachos de El Sadar. Y no es de ahora, viene de atrás. Es como si los éxitos de la pasada temporada hubieran llamado a la cautela, a evitar la euforia a la hora de trazar la línea que señala los objetivos. A no pasarse de la raya. Ese fue también el fondo del discurso de Braulio Vázquez hace unas semanas. El mensaje –el difundido en público y el filtrado– tiene como destinataria a la afición y pretende que valore, por encima de otras metas, la importancia de conseguir la permanencia como principal reto deportivo y sustento económico del club. Y, de paso, relativizar la decepción que, tras no meter la cabeza en la Conference League, podría suponer no repetir en la Liga el resultado de los cuatro años anteriores. Eso, ya digo, parece ser el fondo del mensaje interesado en enviar al osasunismo, pero después de doce jornadas empiezo a sospechar que se habla a la hinchada, en primera persona o a través de gente influyente, por no hincarle el diente a la plantilla y al juego del equipo. Después del 2-4 de ayer, la preocupación ya no tiene nada que ver con el estado anímico de la afición y sí con las prestaciones del grupo que lidera Arrasate. Quiero decir que ahora mismo lo de menos es discutir si Osasuna debe pelear por mantener un puesto entre los diez primeros o subir en el escalafón; porque hoy lo importante es preguntarse por qué el equipo defiende tal mal, lo mismo un contragolpe que un centro lateral; por qué Catena no hace olvidar al Aridane del pasado curso; por qué David García ha perdido solidez, sufre en carrera y le ganan la posición en el área pequeña; por qué Arrasate no aleja a Mojica del área si cada vez que intenta despejar da un pase de gol al rival; por qué no se fichó a un lateral izquierdo con oficio; por qué se deshincha el centro del campo mientras el entrenador demora los cambios; por que Moi Gómez ha caído en la intermitencia; por qué Chimy tiene partidos en los que es irrelevante y se molesta cuando le retiran; por qué los porteros no suman puntos y casi el cien por cien de los remates entre los tres palos son gol… Habría que hablar de todo esto y no de si las expectativas puestas en el equipo están fundamentadas y son muy altas. Los aficionados más veteranos ya saben que estas cosas pasan; venimos de cinco temporadas de crecimiento constante y en algún momento tenía que llegar uno de esos momentos en los que todo se pone en cuestión, siempre con afán constructivo, que el osasunismo no olvida su pasado. Porque el fútbol tiene ciclos y no hay que descartar que Osasuna pueda vivir un año complicado, que tenga que jugar mirando lo que pasa bajo sus pies más que por encima de su cabeza. De darse ese supuesto, que aún está por ver, me preocupa más saber si los jugadores están preparados para luchar en esa tesitura; Osasuna se derrumbó de forma estrepitosa tras el 2-2 y la mayoría de los jugadores terminaron el partido con signos evidentes de agotamiento. Dicho todo lo anterior, no hubo un reproche de la grada al equipo; el aficionado tiene los pies en el suelo y no mete una presión extra. Y en cuanto a la plantilla, es difícil trazar metas si antes no se arreglan los problemas en el campo y se alcanza un equilibrio. Y ese es ahora el objetivo. Lo demás, hablar por hablar.