Mikel Merino Zafón (Pamplona, 22/6/1996) marcó el viernes el gol que clasificó a España para las semifinales de la Eurocopa en Stuttgart. Lo hizo en el mismo estadio en el que su padre, Miguel Merino Torres (Madrid, 2/10/1966), anotó hace casi 33 años un tanto en el 2-3 de Osasuna al Stuttgart en la UEFA. Y ambos lo celebraron igual, dando vueltas al banderín de córner. De tal palo, tal astilla.

Lo que sucedió el 5 de noviembre de 1991 en el Neckarstadion de Stuttgart sirvió para que Osasuna, además de superar la eliminatoria ante el Stuttgart, luciera su nombre por todo el panorama futbolístico europeo. Y es que ganar al líder de la Bundesliga, apenas dos años después de la unificación de Alemania, supuso que un club humilde en su concepción y en sus ilusiones pudiera codearse con lo más selecto del viejo continente sin complejo de inferioridad.

Era la segunda oportunidad que se presentaba a Osasuna de disputar una competición europea tras su estreno en la temporada 85-86 (se ganó al Glasgow Rangers y se perdió con el Waregem). Cinco años después iba a llegar la siguiente. El partido de ida contra el Stuttgart disputado en el Sadar el 22 de octubre había acabado con empate a cero, lo que obligaba a Osasuna a acudir al partido de vuelta con la necesidad imperiosa de anotar al menos un gol que le permitiera superar la segunda ronda de la Copa de la UEFA (en la anterior se eliminó al Slavia de Sofia).

300 navarros en las gradas

Pese a los 20.000 espectadores presentes en el campo alemán, 300 de ellos llegados desde Navarra junto algún que otro despistado dispuesto a animar a los rojillos, el aspecto del viejo Neckarstadion ofrecía una aspecto gélido. Desde lo más alto, las gradas parecían no tener fin, perderse en la noche, sin que tampoco la temible afición germana diera excesivas muestras de tomarse muy en serio el encuentro. Pero entonces salió a relucir una cara casi desconocida de los rojillos, que antes de que se llegara al minuto 46 ya ganaban por 0-3, con dos goles de Jan Urban (minutos 6 y 43) y otro de Merino (minuto 17).

Ni uno solo de los aficionados presentes en el campo podía dar crédito a lo que estaba sucediendo sobre el césped, con Osasuna dominando por completo al considerado mejor equipo alemán del momento (y que esa temporada terminaría por ganar la Liga); ni en la grada, donde lo único que se oían eran los cánticos de los hinchas navarros.

Nervios al final

Como no podía ser de otro forma tratándose de Osasuna, el partido casi se complica al final después de que el Stuttgart consiguiera el 1-3 en el minuto 79 y que Sverrison lograra el 2-3 en el 89. Pero no hubo tiempo para más y los rojillos retornaron el viaje a Pamplona conscientes de que las gestas no son exclusivas de los sueños, aunque en la siguiente eliminatoria otro grande de Europa, el Ajax de Amsterdam, fuera el encargado de poner fin a la aventura europea. Jan Urban se erigió en el gran protagonista de aquella mágica noche alemana. Él solo se encargó de volver loca a la defensa germana y de dejar su carta de presentación en Europa, como lo había hecho el año pasado en el Santiago Bernabéu, donde logró un hat trick en la victoria por 0-4 ante el Real Madrid.

Ya se ve que las gestas, aunque escasas, de vez en cuando se aparecen en el camino de cualquiera que esté en condiciones de saber aprovecharlas. Ha habido más desde entonces, pero siempre debe tenerse en cuenta que para un equipo como Osasuna la verdadera gesta es mantenerse cada temporada entre los mejores. Lo demás, es un añadido que conviene saborear cada cierto tiempo. Y el viernes, con el gol de Mikel a Alemania, el destino volvió a hacer un guiño a los rojillos.