Iker Benito (Miranda de Ebro, 10/08/2002) es una de las notas positivas que está dejando esta pretemporada de Osasuna. El extremo, que llega después de su cesión en Andorra, es una versión más madura y completa del jugador que, con 19 años, debutó en Primera División. Apoyado en su entorno y en la figura de su psicólogo, el extremo, que tiene contrato hasta 2025, quiere demostrar que puede ganarse un hueco en el equipo.
¿Cómo afronta Iker Benito esta pretemporada?
–Con tranquilidad primero, pero a la vez feliz y con ganas de demostrar, ahora que hay un nuevo entrenador y todos partimos desde cero, mis cualidades para agradarle como pueda.
¿Qué le pide Vicente Moreno?
–Profundidad. Queremos amplitud también para sacar mucho centro porque sabemos que Osasuna es un equipo fuerte en los centros laterales y bueno aprovechar eso ya sea con los extremos abiertos o los laterales profundos y nosotros metiéndonos por dentro.
Es su último año de contrato...
–Sí, pero no lo tomo como presión, sino con ganas de vivir el día a día, de hacer lo que lo que sé hacer. Yo me encargo de entrenar lo mejor posible y lo demás, pues el club decidirá.
¿En qué ha cambiado Iker Benito con respecto al que se fue?
–En muchísimas cosas. Como persona he madurado muchísimo, que eso también creo que me hacía falta. Me ha hecho vivir un año entero en el fútbol profesional con mucha continuidad, que me ha venido genial, mucho rodaje y tener muchas situaciones de juego que había tenido en el primer equipo, y mejorar mucho en el contacto con el balón.
El club busca un jugador de banda. Mientras no se concrete, tiene, junto a Ander Yoldi, la oportunidad de demostrar que puede estar aquí.
–Ander, al que lo conozco desde hace mucho y tengo muy buena amistad con él, y yo intentamos eso, ¿no?, demostrar que desde la cantera se trabaja muy bien y creo que hay muchos argumentos para demostrar al entrenador, al club y también para que los chavales del Promesas para abajo vean que el club también cuenta con nosotros y que,en ese sentido, apuesta por la cantera.
Tiene el ejemplo de Areso, que salió cedido y se quedó.
–Sí. Ayuda mucho porque al final hay muchas veces que se tiene mucho miedo a salir y hay situaciones que son muy positivas. Creo que mi salida también ha sido muy positiva. Hay situaciones en las que el club y el jugador ven qué es lo mejor y muchas veces fuera también te hace darte cuenta y mejorar en muchas cosas para luego volver y ser mejor jugador.
¿Qué ha aprendido en Andorra?
–He aprendido muchas cosas. Al final es estar fuera de casa por primera vez, buscarte la vida en muchos sentidos y luego, en el terreno de juego, es adaptarme a una forma de juego totalmente distinta a la que se trabaja aquí. Ha sido muy completo.
Decía Vicente Moreno que, en su caso, está ahora en un contexto diferente al que ha tenido en Andorra. ¿Cuánto cuesta cambiar el chip?
–Al final yo aquí había trabajado una cosa y en Andorra otra totalmente distinta. Se trata de complementar un poco las dos y lo bueno que he traído de allí poder aportarlo aquí, y lo que tenía ya, pues explotarlo adaptándolo a lo que Vicente nos pide.
En Andorra sus minutos bajan con el cese de Eder Sarabia. ¿Cómo se gestiona esa situación?
–Es verdad que vino otro entrenador y empezó a contar algo menos conmigo, pero yo lo afronté trabajando de la misma manera que cuando estaba Eder. Yo tengo muy buena relación con Ferran y es un grandísimo entrenador, pero vino en unas circunstancias que eran complicadas para el club y ya le comenté que iba a entrenar igual jugase o no jugase. No me tocó participar tanto e intenté aportar en los minutos que tuve lo mejor que pude. También me sirvió para aprender otra faceta que no me había tocado en toda la temporada.
¿Cómo lo asimiló?
–Es verdad que cuando llegas a casa te planteas muchas cosas o dices ‘qué puedo estar haciendo mal, qué puedo estar fallando...’. Muchas veces hay situaciones que no tienen explicación dentro de ti. El club se ha comportado conmigo increíble y les tengo un aprecio grandísimo, pero hay situaciones que se dan porque sí. El míster confió en otro tipo de jugadores que lo hicieron también muy bien y a mí me tocaba entrenar y no bajar los brazos para que el que jugase estuviese a un gran nivel.
¿Hasta qué punto es fácil entender esa situación y gestionarlo en casa?
–La Segunda División son muchísimos partidos y no tienes mucho tiempo de ir asimilándolo. Pasó muy rápido la temporada y era una situación complicada. Yo tenía a la novia en casa, que en el día a día ha sido mi mayor apoyo, y cuando tuvimos varias derrotas me ayudaba, siempre desconectamos juntos y se me hacía fácil. Había compañeros que igual no tenían esa facilidad, pero pasa tan rápido que casi no te da tiempo a asimilar. Es entrenar, jugar, entrenar, jugar y lastimosamente acabamos descendiendo. Están haciendo las cosas muy bien, es un proyecto muy ambicioso y volverán.
Ha hablado de madurez. ¿Cómo ha ido creciendo en ese aspecto el Iker Benito que debuta en Primera División al de hoy en día?
–El Iker Benito que debuta es un niño que tiene el sueño de jugar en Primera División y le dan la oportunidad de ello. Le agradezco mucho a Osasuna porque es el club que ha confiado en mí para debutar en el fútbol profesional y ese niño sale al terreno de juego muy nervioso, con las piernas temblando. Tomas decisiones que no tienes que tomar dentro del campo o no lo disfrutas cómo lo tienes que hacer. Yo lo he disfrutado más una vez ha pasado el tiempo, y el Iker que está ahora aquí es un Iker que ya ha vivido esas situaciones en el fútbol profesional de jugar en estadios, situaciones de juego que van ocurriendo sobre los 90 minutos y ya toma mejores decisiones.
Ha reconocido que ahora disfruta más el debut que cuando lo logró. Si pudiera, ¿qué le diría al Iker Benito del debut?
– Por mucho que le dijese algo creo que lo volvería a vivir igual porque soy una persona muy, muy nerviosa, pero le diría que respire profundo, que mire a su alrededor y disfrute de lo que ha conseguido, porque muchas veces los futbolistas no nos paramos a pensarlo, pero somos unos privilegiados y vivir lo que estamos viviendo, sobre todo para mí, que soy joven, aquí en Osasuna, es algo increíble y que muchísimos niños en Navarra desean y que me acuerde de toda mi familia.
En una entrevista admitió tener miedo a no poder mantenerse en la élite. ¿Cómo se da cuenta de eso?
–Cuando llegas ves muchos ejemplos, tanto en Osasuna como en otros clubes, de gente que ha llegado y no se ha mantenido en la élite, y “es normal” tener ese miedo a no mantenerte. Yo soy un jugador muy ambicioso y sé que tengo características para poder hacerlo. Ese miedo lo que hace es ponerte en alerta, no desenfocarte y que en el día a día no te descuides.
“Soy muy afortunado del entorno que tengo. Cuando llegas a la élite hay mucha gente que se te acerca”
Uno de los aspectos que destacan de usted es el buen entorno que tiene a su alrededor. ¿Cómo ayuda eso?
–Soy muy afortunado del entorno que tengo: mis padres, mi hermano, mi novia, mi familia, mis amigos... creo que los mantengo desde que soy pequeño. Cuando llegas a la élite hay mucha gente que se te quiere acercar y hay que tener cuidado. Tengo un entorno maravilloso que siempre me ayuda. Desafortunadamente no todos los chavales tienen un buen entorno familiar como he tenido yo, o un entorno que uno desea y tienen más complicaciones. A mí es lo que me ha hecho llegar hasta aquí.
¿Ha habido algún consejo que en su momento no lo entendía y sí que lo ha hecho con el tiempo?
–Sí. Mi padre me da consejos prácticamente todos los días y cuando él ha pasado situaciones complicadas me ha dicho que disfrute y cuando las pasaba yo me decía que no pensara en el pasado o en el futuro, que me centrara en el presente. Es un ejemplo para mí, mi madre también. Somos una familia humilde que disfruta del día a día. Nos gusta pasar tiempo en familia y es lo que intento hacer.
También desveló la figura del psicólogo. ¿Qué importancia tiene?
–Ha sido clave. Creo que sin él no podría haber mantenido la ilusión que tengo en el fútbol. Llegó en un punto en el que yo no estaba disfrutando, lo necesitaba y no lo sabía. Fue probar y en cuanto empecé con él ya sabía que lo necesitaba, que tenía que aprovecharme de ello y lo sigo haciendo. Estoy muy contento porque me hace centrarme en lo que me tengo que enfocar y me ayuda a saber disfrutar del fútbol y no tener tanta presión.
Ese momento es cuando está entre el primer y segundo equipo...
–Sí, cuando llega el final de temporada, que tengo un desgaste mental y físico muy grande, y para un chaval de 19 años es difícil gestionarlo. Es verdad que ahora hay chavales más jóvenes debutando pero no estamos acostumbrados a tanta exposición y cuesta disfrutarlo. Creo que llegó en un punto en el que me hizo acabar mejor la temporada y hasta hoy.
¿Llegó a pensar en arrojar la toalla?
–Se me pasan muchas cosas, pero no el tirar la toalla porque tengo un entorno que no me lo va a permitir. Si algo me han enseñado es a no desistir, a no dejar de intentarlo y la suerte que tengo es que no me han dejado caerme. Es verdad que vienes con menos ilusión, hay días que no te apetece entrenar. Son situaciones más normales de lo que parecen para los futbolistas.
Es de agradecer la naturalidad con la que habla de un tema tabú.
–Sí. Creo que se trata con demasiado cuidado este tema pero es algo normal, que a todos los compañeros nos ocurre aunque no se hable mucho. Creo que se irá hablando más sobre ello porque un futbolista se prepara con su nutricionista, con su preparador físico y al igual tiene un psicólogo. El aspecto mental cada vez es un complemento más en el día a día.
Los futbolistas tienen impacto en la opinión pública cuando lanzan mensajes. ¿Cómo ayuda que hablen con tanta naturalidad?
–Sin duda lo hace, pero no sólo en el fútbol, sino para cualquier trabajo. Mi familia también ha trabajado con psicólogos y es normal que, en situaciones de estrés en cualquier trabajo, puedas necesitarlo. Cualquier ayuda hay que aprovecharla para dar ese paso para estar mejor y tenemos profesionales que se dedican a eso.
Volviendo al césped, en el primer amistoso dejó una imagen con su hermano para el recuerdo.
–Sí, fue una pasada. Él juega en el Subiza, se puso alguien malo y me llamó César Monasterio a ver si él podía subir y fui a despertarle a la habitación de al lado. Le dije ‘venga, espabila, que tienes que ir a jugar’. Me hubiera gustado jugar contra él, pero ya lo hicimos. Fue bonito ver a nuestros padres en las gradas, que están orgullosos de nosotros. Está dando pequeños pasos, estoy muy orgulloso de él, se lo digo poco pero ya lo sabe, y este año tiene un bonito reto con el Subiza en Segunda RFEF. La cantera de Osasuna está dando pasos grandes y se tienen que aprovechar de ello.
Para acabar, ¿qué le pide a este año?
–Si es posible, asentarme en Osasuna. Sería un sueño para mí. Y tratar de ser el jugador que he sido en el Andorra para demostrarlo aquí y aprovechar las oportunidades que tenga.