Osasuna lleva dos encuentros fuera de casa en esta temporada y las sensaciones no son buenas, están tirando a malas. El equipo de Vicente Moreno ha cosechado dos derrotas y, lo que es peor, un saco de goles, siete, que dejan al grupo tocado, cuestionado en el plan de operaciones con el que se desenvuelve cuando pisa tierra hostil. Después de haber ofrecido una primera mitad más que correcta en Vallecas, con el valor incalculable del golazo de Raúl García como argumento incuestionable para la esperanza y la ilusión, en la segunda llegaron los nubarrones y la desaparición de Osasuna, su rendición. Los rojillos decayeron en las pugnas, doblaron la rodilla ante la combatividad superior del Rayo, cedieron todo el terreno y fueron contabilizando las dianas en contra casi sin rechistar. Dio lo mismo la fisonomía del gol, si el pepinazo de Mumin, el golpeo de Ratiu sin oposición o el de la galopada de setenta metros de Unai López, sin osasunista que le tosiera tras hacerse el estadio de Vallecas de lado a lado, Osasuna fue débil y accesible, demasiada debilidad y accesibilidad como para sacar algo positivo. Vicente Moreno debe dar con la tecla y acertar con un guion factible para su equipo. Si de un escenario tan favorable y viento en popa, un gol a favor al descanso, se llega con tanta facilidad al naufragio –tres goles en contra y dos paradones del portero, Sergio Herrera, para no hacer sangre en la suma–, algo falla que va más allá del empuje del rival. Armadura y personalidad son muy necesarias cuando se quiere salir a competir por esos campos.
Osasuna no salió en Vallecas a hacer locuras –el Rayo además fue protagonista desde el comienzo– y por eso sus planes de nadar sin alejarse de la orilla tomaron cuerpo y solidez tras el gol de Raúl García. El delantero se fabricó una diana espectacular, en la que lo hizo todo: peinó el saque del portero, salió victorioso de la pugna siguiente y preparó con cuidado su golpeo desde el borde del área para superar al meta del Rayo dando a la pelota un viaje bombeado. Fue un golazo, de delantero meticuloso, con recursos y que sabe lo que se hace. En su caso, las urgencias, las elevadas expectativas sobre su rendimiento o el rango incuestionable de Budimir en la titularidad quizás forman un torbellino a su alrededor que le presiona demasiado, pero del que se liberó para marcar un tanto de alta escuela. De lo poco rescatable del partido.
El Rayo se llevó un buen golpe porque estaba haciendo un esfuerzo más largo, con una intención por la portería rojilla más continuada, pero los picotazos de Osasuna fueron molestos y procedían del mismo autor. Bryan probó al portero a los tres minutos tras una buena acción personal, fue el autor del pase que fue solventado por la defensa del Rayo con un penalti clamoroso sobre Raúl –derribado aparatosamente entre dos defensas sin que nadie lo investigara en el VAR– e hizo una jugada exclusiva sorteando rivales desde el centro del campo para rematar fuera por muy poco. El extremo es un argumento ofensivo que hace a Osasuna un equipo curioso, molesto.
Sabido es que el dominio no es sinónimo de presión adecuada y que con jugadores para la estampida los problemas pueden salir por cualquier parte, y en ese escenario se movía con habilidad Osasuna. Camello fue el más insistente en un Rayo tenaz, pero no hubo peligro en ninguna de sus acciones.
Osasuna se marchó al descanso sabiendo que debía apretar más en la gestión defensiva, insistir en las apariciones en el ataque por su hombre más dotado, Bryan, y no enredar con el árbitro, un peligro.
El segundo tiempo fue para los rojillos una reunión de mazazos desde el principio hasta el fin. El gol de Mumin a los cinco minutos, un zurdazo salvaje que no se sabe muy bien si tenía semejante dirección pensada y tal puntería, descolocó a Osasuna. Los hombres de Vicente Moreno mostraron que andan con ánimo de cristal porque primero se mostraron tocados y después se fueron derrumbando paulatinamente tras ese gol del empate.
El partido se convirtió en una autopista por la que circulaba el Rayo a toda pastilla y en la que los jugadores de Osasuna fueron incapaces de echarle el lazo a sus rivales. Sergio Herrera se lució en dos paradones ante Camello e Isi, que venían anunciando lo inevitable. El gol de Ratiu, el de la remontada, era la conclusión lógica de un partido en el que no había manera de contener al rival ni enseñar los dientes. Los cambios no le funcionaron a Vicente Moreno y Osasuna se fue cayendo más y más. El gol a la contra en el minuto 95 tras una carrera con balón del goleador, Unai López, hablan del castigo final para un Osasuna volcado entonces, fundido desde hace un rato.
Ficha técnica:
3 - Rayo Vallecano: Batalla; Ratiu, Mumin, Lejeune, Chavarría; Gumbau (Unai López, m.64), Óscar Valentín; Embarba (Isi, m.57), Trejo (De Frutos, m.57), Álvaro García (Sergi Guardiola, m.86); y Camello (James Rodríguez, m.86).
1 - Osasuna: Sergio Herrera; Areso, Boyomo, Catena, Abel Bretones; Torró; Rubén García (Arnaiz, m.76), Moncayola (Rubén Peña, m.76), Aimar Oroz (Ibáñez, m.66), Bryan (Moi Gómez, m.84); y Raúl García (Budimir, m.66).
Goles: 0-1: M.27 Raúl García; 1-1: M.50 Mumin; 2-1: M.66 Andrei; 3-1: M.90+4 Unai López.
Árbitro: Alejandro Quintero González (Comité andaluz). Amonestó a Camello (m.59), Mumin (78) y Unai López (88) del Rayo; y a Bryan (19), Vicente Moreno -entrenador- (20), Moncayola (42), de Osasuna.
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 5 de la Liga EA Sports, disputado en el Estadio de Vallecas ante 13.073 espectadores.