Osasuna vuelve a perderse al final (1-1)
Un penalti de Bretones empaña el buen partido de Osasuna y el gol de Herrando
Osasuna hizo lo que mejor sabe hacer esta temporada, empatar, y en el partido en Leganés, donde era necesario dar un golpe en la mesa y demostrar carácter para zanjar el asunto de la salvación, no se pasó de otra igualada gris en la que se reunieron varios factores, relacionados unos con la falta de acierto –Budimir falló tres goles claros– y otros con la falta de compostura –el repliegue final favoreció un penalti inocente de Abel Bretones que se adjudicó el conjunto madrileño–. Osasuna está aplazando la permanencia, en Butarque de manera imperdonable, ha cambiado el estado anímico con el que se aterriza en los últimos encuentros de la competición y, de imaginar cómo sería la lucha en la brillante pasarela con los equipos que andan peleando por colarse en una competición europea, se ha pasado a la pelea en el barro, en donde abundan los trompazos entre conjuntos tensos, resbalando sin confianza. Precisamente la falta de confianza, hinchar los pulmones con una victoria, quizás le pasó factura en el partido frente al Leganés, en donde en cuanto se llegó a la recta final del partido se permitió que el rival creciera. Carácter y personalidad no brillaron entonces.
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El 0-1 era una renta corta pero suficiente ante un Leganés que estaba muy despistado, pero ahí llegó el crujir de dientes, el tembleque, la concesión de metros por parte de Osasuna que toleró al conjunto local aproximarse demasiadas veces. El hundimiento en el marcador de los rojillos en varios encuentros, en los que la victoria se ha ido al final, suele llegar precedido de señales perversas. Osasuna fue concediendo aproximaciones y centros y, de uno de ellos, Abel Bretones saldó con un empujón una acción mal defendida sobre Sergio González. El penalti marcado en el minuto 87 condenó a un Osasuna que no sabe ganar y que tiene un problema evidente con su falta de compostura.
Superior a un Leganés que demostró porqué anda en la lucha por la permanencia, el empate supone un serio revés para las aspiraciones de los rojillos, que no logran alivio alguno y se sienten apretados por la clasificación para todo lo que viene.
Osasuna perdió los papeles en Leganés con un final de encuentro demasiado desarreglado, pero también en el resumen de este resultado aciago tienen mucho peso las oportunidades no aprovechadas. El goleador de referencia del equipo, Ante Budimir, estuvo negado ante la portería y se le cruzó la falta de acierto hasta en tres oportunidades muy claras –otro remate suyo también se debe contabilizar con marchamo de gol, pero esta vez hubo más mérito que error en su control entre defensas y posterior remate raso–. También medió en el marcador final un gol anulado a Lucas Torró, una jugada por fuera de juego de Rubén García en la que la fisiología no acaba de echarle una mano al VAR porque un brazo del centrocampista es el que invalida la acción del gol –la jugada no acaba de quedar del todo clara–. Cosas que pasan cuando se anda desesperado, tirándose de los pelos como circulan en estos momentos los jugadores rojillos tras otro final horrendo.
Antes, Osasuna se marchó al descanso desmenuzando cómo el resultado seguía sin moverse. El equipo de Vicente Moreno vivió dos acciones en las que la fortuna le dio la espalda de forma rotunda. Fue un feo aviso. Budimir se encontró solo con la pelota a un palmo de la portería vacía, tras un centro de Moncayola, y el croata no acertó a conectar con ella. Un rato más tarde, nueve minutos después, Torró marcó un golazo, un remate por bajo en posición forzada, pero la celebración final se la cortaron tras la revisión del VAR. Enfurruñado con su suerte estaba Osasuna cuando Sergio Herrera sacó una mano prodigiosa en el tiempo de descuento para evitar un gol local en una aparición rapidísima cuando sonaba la bocina. El encuentro podía ponerse de los nervios si no había temple, y sobre todo acierto.
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Herrando sí acierta
Cuando Jorge Herrando marcó de cabeza a los pocos minutos de la reanudación –fue una acción coral de los centrales en ataque, en la que Catena tocó en el primer palo y el de Campanas apuntilló en el segundo–, parecía que todo iba a circular como debía, bajo la lógica de quien estaba siendo mejor. El Leganés se quedó noqueado tras la diana en contra, rebuscando en el baúl de los recursos que no le sobran, y Osasuna debió sentenciar, pero no lo hizo.
A los doce minutos, Rubén García casi lo hace con un disparo que repelió Dmitrovic y Budimir, en la siguiente acción de la misma jugada, estuvo lento ante un defensa con la portería entera para él y el zaguero rozó la pelota lo suficiente para impedir su gol. A pesar de que los rojillos permitieron los caminos a su rival y Rosier remató entonces de forma poco ortodoxa para que detuviera Sergio Herrera, el delantero croata de Osasuna volvió a tener un duelo con el meta del Leganés en el que resultó de nuevo vencido. La noche fue una pesadilla.
Osasuna entró en los últimos minutos del partido con la losa de la falta de acierto pesando en su expediente y con esa certeza de que podía llegar el susto en cualquier momento. La losa cayó sobre Osasuna cuando se cometió un penalti impropio para un equipo que se está jugando la vida. La angustia se prorroga.