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Osasuna arregla sus números

Los rojillos golean al Alavés en la segunda parte con un doblete de Budimir y un tercer tanto de Raúl (3-0)

EN FOTOS | Las mejores imágenes del Osasuna - AlavésOskar Montero

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Osasuna arregló sus números de esta primera parte de la temporada con una victoria tan rotunda como sorprendente ante el Alavés que le permite incrementar puntos y mejorar en la clasificación. Fue una victoria contundente, porque una renta de tres goles no suele ser en absoluto habitual para casi ningún equipo de la Liga, y menos para Osasuna; y también impactante, porque los acontecimientos se precipitaron en los últimos minutos después de un encuentro con pocas ocasiones, bloqueado en el marcador, pero en el que los rojillos sumaron más méritos.

Ante Budimir, el histórico goleador de Osasuna –en lo más alto del escalafón–, apareció en el momento oportuno para desnivelar la contienda cuando no se veía un desenlace claro para nadie. Un gol de bellísima factura, una diana reservada para los grandes artilleros, encarriló la victoria cuando el partido enfilaba la recta final porque quedaban veinte minutos. El delantero croata liquidó el partido poco después con un segundo tanto de penalti ante un Alavés que ofreció buenas maneras y un alto espíritu competitivo, pero que en encuentros como el de El Sadar termina por desangrarse al no ver puerta. Con todo hecho, el tercer gol de Raúl García, en el descuento, le regaló a Osasuna un dulce premio para despedir más animado el año futbolístico y colocar al equipo con 18 puntos en la clasificación, un poco más lejos de la zona del descenso.

El desarrollo del partido fue ostensiblemente mejorable, pero el diseño del final nunca pudo ser mejor. Goles, restauración en la clasificación, victoria frente a un rival directo en una jornada en la que otros fallan, aumento de la confianza, reaparición del goleador.

Si la consecución de los tres puntos fue la gran noticia, casi a la misma altura se sitúa el protagonismo de Budimir. El delantero croata volvió a retomar el papel estelar que tiene en este equipo y surgió para reclamar el sitio que le corresponde, como hombre decisivo y futbolista histórico también por el número de encuentros como extranjero de rojillo.

Antes de tanta felicidad, Osasuna y Alavés ofrecieron la primera parte más aburrida de la temporada en El Sadar. Solo los disparos de Aimar Oroz y Pablo Ibáñez recordaron a los aficionados, también a los propios futbolistas, que en el partido se trataba de llegar, incluso de marcar. Fueron las únicas acciones con malas intenciones por parte de los dos conjuntos. El resto fue una contienda indigesta, pesada, en la que difícilmente se contabilizaban tres pases seguidos y en la que no hubo una pizca de emoción. Si se quería vislumbrar algún plan, el de no perder en el primer acto era el único. Como todo salió así, el guion iba en consecuencia a la perfección.

Había que tener fe y esperanza para soñar con un cambio radical en un encuentro tan pobre. Osasuna regresó de los vestuarios mucho más activado que el Alavés y se acabó la igualdad. Sivera salvó a su equipo con dos intervenciones colosales a sendos remates de Rubén García y Budimir. Del dominio territorial casi absoluto de los rojillos se escurrió en una oportunidad el conjunto vitoriano y Sergio Herrera se apuntó entonces al duelo de los porteros, desviando una ocasión clarísima de Toni Martínez. La aparición del Alavés en el área de Osasuna pareció llevar de nuevo al encuentro por el camino del equilibrio de fuerzas.

Y entonces surgió Budimir. El delantero croata marcó uno de sus mejores goles como rojillo, agarrando en el borde del área un centro sutil de Aimar, el otro hombre con chispa. El penalti por mano de Parada, en una de esas acciones en que los defensas no saben dónde meterse las extremidades, le permitió al ariete cumplir con su misión y ser letal. Antes de que Raúl García sumara la tercera diana en esa cuenta silenciosa que incrementa en este curso, incluso Lucas Torró rozó un golazo con un disparo bombeado que salvó Sivera.

Osasuna necesitaba un final feliz, y se lo trabajó.