En 1940, la plaza de San Nicolás y el cruce de las calles de San Gregorio y San Miguel apenas difería del aspecto con el que hoy puede ser observada y fotografiada. La imagen de 1940 fue obtenida por el reconocido fotógrafo Julio Cía Uriz (1889-1957), natural de Aoiz aunque afincado en Pamplona, donde estableció su estudio. Para obtener esta foto, don Julio se apoyó en el propio muro del templo, muy cerca de la entrada del mismo, y jugó con las arcadas del pórtico para obtener un plano artístico y evocador de aquella Pamplona de posguerra.
La iglesia de San Nicolás, cabeza del homónimo burgo medieval, es un hermoso edificio del siglo XIII, aunque con lógicas intervenciones posteriores, y además de lugar de culto constituía también un bastión defensivo de primer orden, como atestigua su vetusta torre. En cuanto al pórtico de la imagen, y aunque muchos pamploneses lo ignoren, no es original, ni siquiera medieval, sino que fue edificado por el arquitecto Ángel Goicoechea, en el siglo XIX y en estilo neogótico. No obstante, y aunque no sea sino un "pastiche" historicista, está perfectamente integrado en el lugar y en la vida cotidiana pamplonesa, y nos costaría mucho imaginar la zona sin él.
HOY EN DÍA, como se ha dicho antes, no hay dificultad alguna en reproducir la fotografía con exactitud, a pesar de los 71 años transcurridos. La deriva de la vida urbana pamplonesa, de forma muy especial en el casco antiguo de la ciudad, fue posiblemente la causa de que se instalara una reja metálica, que es la primera y más clara anomalía registrada en la foto moderna.
La casa que primitivamente albergaba la Ferretería Irigaray, que vemos al fondo de la imagen, fue sustituida en algún momento de las siete décadas transcurridas entre ambas fotografías, y podemos comprobar que contaba con cinco alturas, incluyendo el bajo comercial y una última planta con mansardas abuhardilladas. En cuanto al edificio moderno, se construyó en anodino y funcional ladrillo caravista, y tiene indudablemente menos sabor que el antiguo caserón, pero al menos podemos comprobar que sigue albergando el local de la vieja ferretería, negocio fundado en 1877 por la familia Irigaray. En su interior, apoyado en el viejo mostrador, mi abuelo Ambrosio Saez pasaba buenos ratos en animada tertulia con su amigo Ricardo Irigaray, propietario del negocio en aquella época.