En el año 1903 se produjo el nacimiento del monumento a los Fueros en Pamplona, y pese a lo que significa para los navarros, su inauguración nunca fue celebrada. En 2013 se cumplen 110 años desde la instalación de la escultura en el Paseo Sarasate y sigue representando después de tanto tiempo la voluntad de todos los navarros en la defensa de los fueros propios.
Fue en el siglo XIX cuando se produjo en Pamplona la mayor manifestación que se había realizado en la historia de Navarra y fue en contra del ministro Germán Gamazo, quien quiso arrebatar los fueros a los navarros. La Gamazada, que corresponde al nombre que le atribuyeron a la reacción popular en oposición al ministro Gamazo, estuvo formada por 20.000 personas aproximadamente, sobre una población de 300.000 habitantes que tenía Navarra en ese momento; sabiendo que generalmente solo eran los hombres los que acudían a ese tipo de protestas, tuvo una grandísima acogida. Gracias a la reacción de los vecinos y en homenaje a estas personas se levantó el monumento más apreciado y famoso de la Comunidad Foral.
Creado por Manuel Martínez de Ubago, uno de los arquitectos con mayor relevancia de la época, el monumento muestra los escudos que tenían asiento en las cortes del Reino y las esculturas que representan la Historia, la Justicia, la Autonomía, la Paz y el Trabajo. Estas figuras hacen compañía a la gran estatua femenina de bronce, elevada en lo alto del monumento, representando a Navarra vestida a modo clásico y con corona real, además porta en la mano derecha parte de las cadenas del escudo del Reino, como símbolo de la libertad conquistada y en la mano izquierda un pergamino que contiene la leyenda de "Ley Foral".
Según explicó el historiador Bixente Serrano Izko, el 3 de julio de 1893, la noche previa a la manifestación, se produjo una reunión de diputados que quisieron reducir el número de asistentes a la protestas. "Los más poderosos intentaron que solo acudieran los representantes de cada ciudad a la manifestación, mandando a los caciques que se cumpliera ello, querían conseguir que no sucediera nada y poder reducir las molestias", explicó Serrano. La actuación de los diputados no sirvió de nada, porque al día siguiente se enfrentaron a una gran manifestación a la que acudieron personas de todo Navarra. Prueba de ello fueron la 120.000 firmas recogidas en el Libro de Oro que se entregaron a la regente María Cristina, como una protesta formal. Solo en una semana "y sin tener Internet como ahora", comentó Serrano, se consiguieron las firmas utilizando los pocos medios que había en esa época, lo que fue otro gran triunfo para la población navarra. Con todo lo sucedido, la iniciativa de Gamazo fue finalmente retirada y el ministro se vio obligado a dimitir de su cargo.
el escándalo
La figura de Rosa Oteiza como modelo de la estatua principal
Desde que se erigió la escultura, las especulaciones que intentan dar explicación a la ausencia de la inauguración del monumento son muy dispares. Sin embargo, existe una en concreto que parece que ha cobrado más relevancia en la mente de los navarros y corresponde a la relacionada con la verdadera identidad que representa la mujer de bronce.
Esta escultura que se eleva en la parte superior del monumento, corresponde a Rosa Oteiza, una pamplonesa que sirvió como modelo para la estatua femenina. Pero Rosa Oteiza fue realmente conocida como la amante de José María Martínez de Ubago, escultor de dicha estatua y coautor del monumento junto a su hermano Manuel. Es por ello que la mentalidad de la población en esa época consideró este hecho como uno de los posibles motivos para que no se realizara la inauguración, ya que supuestamente fue un escándalo. Los navarros consideraron un sacrilegio la imagen de esta relación pecaminosa como figura protagonista en un símbolo como los Fueros.
Pese a estas especulaciones, también existen otras historias como la polémica que instauró las instalación de las cinco placas que actualmente se plasman en el pedestal del monumento. Tres de ellas en castellano, una en euskera y otra también en euskera pero con caracteres ibéricos de difícil comprensión, que fueron instaladas dos años más tarde que la escultura y que por razones políticas se consideraron como otro de los posibles motivos.
Pero el tema no acabó ahí y es que el monumento de defensa foral, se quiso trasladar seis años más tarde al centro de la Plaza del Castillo y ser inaugurado en la fiestas de San Fermín, una propuesta del teniente alcalde, Echave Susaeta, que sin embargo tampoco se llevó a cabo, ni el traslado, ni la inauguración del monumento.
A día de hoy, la mayoría de pueblos y ciudades navarras han nombrado a sus calles y plazas con el nombre de "Fueros", simbolizando también de otra manera lo ocurrido en 1893.