Pamplona - Son jóvenes, optimistas, tienen experiencia laboral y se atreven a arriesgar con una idea clara y nueva en la que confían plenamente. El matrimonio formado por Javier Zarranz y Goiza Isiegas responde perfectamente al perfil del emprendedor. Ellos lo saben y, atrevidos, acaban de abrir el primer bar-restaurante del barrio pamplonés Lezkairu. Su Akari Gastroteka, un espacio que propone cocina de alta calidad y de vanguardia sin olvidar los platos tradicionales, apenas lleva once días abierto y ya se ha convertido en un punto de encuentro entre los habitantes de la zona. “No hemos levantado la cabeza de la barra, hemos superado todas las expectativas”, confiesa Zarranz, de 33 años.

La idea nació a finales de 2014, después de que la cervecería que regentaban en San Juan, The Quiet Moment Tavern, tuviera que cerrar sus puertas por cambios en la propiedad de la bajera. Decididos a seguir adelante, la pareja empezó “a darle vueltas a la idea de emprender”. Navengando entre proyectos y oportunidades, pensaron en los nuevos barrios como sitio clave, pero “en Erripagaña y Entremutilvas ya había cosas en marcha y búscabamos coger la delantera de ser los primeros”, explica Javier, con una larga trayectoria en la gestión hostelera (fue durante cuatro años el encargado, entre otros, de la sala Bye Bye de Pamplona, renombrada Macumba). Así, la unión entre las avenidas Juan Pablo II y Cataluña se convirtió en el lugar donde volcar todas las esperanzas y apuestas, no solo de Javier y Goiza, sino de toda la familia, quienes han sido el “gran apoyo” de este proyecto.

Un rincón en el centro de Lezkairu que ofrece “una cocina cuidada, con unos menús trabajados al detalle sin productos industriales”; unos platos modernos pero sin “olvidar lo tradicional”, destaca su propietario. Esta filosofía se plasma en una amplia oferta que va desde pintxos hasta entrecots, pasando por raciones, bocadillos y hamburguesas de atún rojo, de sepia, de potro... “platos para todo tipo de clientes” y una carta “dinámica: El 70% de lo que ofrecemos es fijo, el resto irá variando según la temporada”, detalla el propietario de Akari Gastroteka, donde también se vende pan y prensa.

CATAS Y MARIDAJES En apenas 10 días, esta pareja de emprendedores se ha visto sobrepasada por la buena acogida del barrio. “Sabemos que mucha gente viene, aunque solo sea por ser una novedad”, suspira Javier, quien confía en “que esto siempre esté tan animado como ahora”. Tanto es así que el pasado fin de semana “hubo gente haciendo cola para entrar”; una fuerte demanda que ha provocado que la plantilla inicial de ocho trabajadores, cinco en barra y tres en cocina, ya haya tenido que ampliarse con un compañero más por sección.

Ahora mismo, el Akari Gastroteka tiene espacio para 44 personas sentadas; un aforo que espera duplicarse en los próximos meses con la licencia para terrazas. Una sala en forma de L con más de 100m2, dividida en dos zonas. La primera, de mesas altas y taburetes junto a la barra y a la misma altura que ésta. La segunda, de mesas estándar que en ocasiones funcionará como “una especie de aula”, explica Zarranz. Y es que el proyecto de este matrimonio emprendedor es ofrecer actividades periódicas en las que se acojan exposiciones, catas y maridajes, así como clases de cocina en vivo. “En Navarra hay una gran variedad de productos gourmet, como de aceites y cervezas, por ejemplo. Queremos dar la oportunidad a productores pequeños de darse a conocer y crear un espacio diferente en nuestro bar”, relata Javier, quien añade que, “de momento, vamos a asentar el bar y la cocina. En breves nos pondremos a promocionar estas actividades”. Su Twitter y Facebook, homónimo al bar: Akari Gastroteka.