pamplona - Corría el año 1976 cuando Federico Villanueva, párroco de Nuestra Señora del Huerto, decidió ampliar las actividades de la parroquia para fomentar el buen ambiente y las relaciones entre los niños que acudían a catequesis. Años después, Don Federico decidió legar responsabilidades y dejó las actividades en manos de los que otrora participaron en ellas. Con este gesto, el párroco sembró el germen de lo que un día sería la Asociación Icaro San Juan, un colectivo que durante años se dedicó a continuar la tarea que Villanueva había comenzado.

“En 2014 hubo un cambio de titulares y hubo que renovar el nombre de la Asociación, que pasó a llamarse Monali San Juan. Pero se mantienen las mismas bases que cuando se fundó”, explica Diego Nieto, monitor de 19 años. Y sí, a pesar de los años y los cambios, Monali San Juan conserva intacto el espíritu de su fundador. “Somos una organización sin ánimo de lucro que funciona gracias al voluntariado y que todos los años organiza un campamento de verano en agosto. Hay gente que iba de pequeño y que ahora participa como monitor”, comenta Víctor Negro, que ya lleva tres años colaborando como instructor.

“Lo mejor es el ambiente, somos como una gran familia”, confiesa Amaya Moreno, que tiene 20 años y lleva 4 como monitora. “Para mí, la relación que se forma entre grandes y pequeños. Luego, cuando están en el colegio se saludan y se preguntan si van a ir al del año que viene... Al final vas conociendo familias, no sabes quien es esa persona en concreto, pero sabes que es hermano o primo de otro”, reconoce Víctor, que al igual que Amaya y Diego, ha pasado muchos veranos con este colectivo.

Sin embargo, para Diego los mejores recuerdos de sus días en el campamento están relacionados con los cuentos. “A los txikis los dividimos por grupos, capitaneados por un monitor, y les contamos una historia. Cada año es diferente y, si por ejemplo es de piratas, nos disfrazamos y organizamos pruebas relacionadas con el tema. Luego, según los puntos que vayan ganando, los pueden canjear por diferentes premios como una cena con los monitores, un desayuno en la cama...”, abunda Nieto, que como monitor se queda con “ese momento a la vuelta, cuando los niños vienen llorando porque no se quieren ir a casa”.

Una vez allá, en el pueblo riojano de Islallana, los txikis están desconectados de la tecnología y rodeados de naturaleza. “Solemos hacer caminatas, arborismo, excursiones al pantano... El año pasado fuimos a pasar el día a las piscinas de Logroño”, comenta Diego, que reconoce que “las actividades que hacemos dependen un poco del número de participantes”.

“Este año iremos del 8 al 18 de agosto”, apunta Amaya. Los interesados en más información o en inscribirse en este campamento de verano, que tiene un coste total de 300 €, pueden hacerlo a través del correo monalisanjuan@gmail.com o Facebook: Monali San Juan.