Pamplona - El barrio de las casas de ladrillo rojo. En los 70 llegó a tener una población de un millar de vecinos, pero hoy en día el 25% de sus viviendas (80, de un total de 265) están abandonadas, en gran parte por la dejadez municipal, ya que son propiedad del Ayuntamiento de Pamplona. Sin embargo, para muchos de sus residentes y de los que vivieron su infancia entre los columpios de la plaza y los porches, San Pedro sigue manteniendo un encanto especial. Iñaki Arbilla es uno de ellos. “Allí, en el número 26, vivían mis abuelos, y yo pasé muchos años de mi infancia. Por eso quería contar su historia, porque siempre me ha llamado la atención”.

Periodista y rochapeano de 40 años, Iñaki fue nieto de Paco Arbilla y Pepita Izurdiaga, dos de los primeros vecinos de aquel bullicioso barrio que llegó a tener hasta 17 comercios y el bar José Mari. San Pedro siempre ha estado en su memoria y “es una historia recurrente”, reconoce. Ya apareció en su novela Berdi, publicada el año pasado, pero aún le quedó ganas de más. Por eso, está inmerso en un proyecto de película documental, que espera acabar de dar forma a lo largo de 2017. San Pedro, la película, se hace esta pregunta: ¿Quién mató a este viejo barrio? A partir de ahí, el director se ha propuesto realizar una búsqueda de su historia para llegar a una reflexión colectiva más profunda “sobre nuestro modelo de sociedad”. Porque no es posible que en un barrio que lo tenía todo, plazas, zonas verdes y comercios al lado, un perfecto modelo residencial que cualquiera quisiera para vivir, haya caído en el declive más absoluto. En plena época franquista, en torno a 1950 (en 2020 llegará a los 70), lo impulsó el Ayuntamiento de Pamplona y el entonces Instituto Nacional de Vivienda. 265 pisos modestos destinados a personas con pocos recursos, funcionarios municipales y familias numerosas. “Mi abuelo era funcionario, gente humilde, y por eso vino aquí”. Las viviendas se ocupaban en régimen de alquiler, “a unas 125 pesetas de la época, que no era poco”. El trabajo previo de investigación en los archivos ha sido laborioso, dado que “no hay muchas imágenes de aquellos años”, reconoce. Las que han encontrado ya fueron grabadas por el vecino Gregorio Oscoz, y han sido encontradas en la Filmoteca de Navarra.

“Quería contar esto y pensé que el formato idóneo era el documental”, describe Arbilla. La idea estaba ahí, y para materializarla va a contar con la colaboración técnica del también periodista Santi Echeverría, que “se mostró encantado” y se va a ocupar de la realización. Este tándem va a tener un ajetreado año 2017, porque desde mañana viernes hacen un llamamiento a los vecinos que conocieron San Pedro o tengan documentación del barrio para que nutran su historia de vivencias y anécdotas.

UN ACTOR, el barrio Solo un actor formará parte del documental. El popular Luis Lavín, “un incombustible vecino, un voluntario nato que tuvo relación con San Pedro”, según Iñaki Arbilla, personificará la figura del barrio: “Ni se le verá la cara, siempre sale de espaldas y su voz en off es la que se hace preguntas”. Preguntas a las que llega a sus casi 70 años de edad: “Siente que está perdiendo su memoria; todavía recuerda cuando sus calles estaban llenas de comercios y de niños, y ahora se ve triste y vacío”. Y este juego “nos permite salir a la calle y que la gente nos cuente”, añade el director.

San Pedro, que entre los años 60-70 llegó a contar con un millar de vecinos, experimentó un declive a partir de los 80-90. En la Rocha, estaban fábricas como Matesa, la Copeleche y “llegó la reconversión industrial y muchas quedaron abandonadas”. La gente se fue para otros barrios, y el Ayuntamiento de Pamplona no hizo por revitalizar la zona. En los 80 se hizo una mala reforma de las fachadas “y acabaron abriéndose”. En los años 2000, han sido varios los intentos de los vecinos para que el Consistorio asumiera la rehabilitación de sus pisos. En la actualidad, muchos han sido cedidos por el Ayuntamiento para realojos o para colectivos sociales.

Ya no quedan comercios y en el bullicioso parque otrora lleno de txikis hoy apenas corretean tres pequeños. San Pedro languidece, y a su lado fluye el río Arga, como fluye la vida. “El documental tiene esa parte poética y artística, que también hemos querido aportar a la película”. Sus impulsores esperan darle forma para finales de 2017.