Ideas entremezcladas y materia prima. Estas son las piezas clave con las que 118 integrantes de la Asociación de Belenistas de Pamplona construyen sus obras para exponerlas desde hoy hasta el 7 de enero en Baluarte.
Recreados algunos en paisajes cercanos y otros en ciudades como Venecia, Túnez o Roma, están fabricados con poliespán o poliestireno, materiales no pesados que pueden transportarse con facilidad. “Tener la idea clara es esencial. Sobre ella se realiza el boceto para plantearlo. Después se trabaja, que es la parte que más cuesta, se monta y se colocan las figuras”, explicó José María Redín, vocal de Publicaciones y Comunicación de la organización.
La mayoría de los belenes de la muestra han sido realizados por grupos de cinco o seis personas, y cada uno adopta una forma de trabajo: “Hay grupos que prefieren trabajar por separado, cada uno coge una parte y luego las juntan. Otros grupos, como el mío, trabajamos al mismo tiempo, sobre las mismas piezas”, narró Redín. Los remates corren a cargo del responsable del grupo, pero el proceso de construcción comienza mucho antes: “Lo primero es cortar las piezas en blanco. Luego, se tallan con un cúter, de los más finos que hay. El siguiente paso es aplicarles una pasta especial que las recubre y por último, se pintan”, describió. Destacó, de la misma manera, que la pintura puede estar mezclada solo con agua porque “la de disolvente se come el poliespán”.
Botellas de agua o cucharillas de café de plástico se cuelan en las creaciones para convertirse en material de construcción, mientras una gran parte de las figuras llegan de Barcelona o Madrid, entre otros lugares del territorio nacional. “Aunque alguna sí (como en Los Magos buscaban al niño Jesús), todas las figuras de los belenes no están hechas por los belenistas. Hay artesanos que se dedican a ello”, declaró el vocal.
Asimismo, las figuras clásicas se han abierto un hueco en la exposición: “Las llamadas figuras murcianas son las protagonistas de uno de los belenes. Se hacían de una pieza. Eran las más baratas y son las que nuestros padres y abuelos tenían en casa”. Con ellas, contrastan los sensores de movimiento integrados en una de las obras -que reproduce la pirenaica cueva de Arpea- que mueve algunas de sus figuras: “Cuando el visitante se acerca, un ventilador y un pequeño motor se ponen en marcha para mover los animales”, ilustró José María.
La sensación creada en el espectador es lograda gracias a la perspectiva, conseguida cuando entran en juego las luces y la profundidad del tallado.
24 y 31 de diciembre. Por la mañana, de 10.30 a 13.30 horas; por la tarde, de 17.00 a 19.00 horas.
Menores de 6 años. Gratis.
De 6 a 14 años. 1 euro.
Mayores de 14 años. 2 euros.