Francisco Ibáñez es fan de Francisco Ibáñez desde la niñez. “Con seis años, me gastaba la paga en sus cómics”, recuerda. Francisco Javier Ibáñez –profesor de lengua castellana en Tafalla– se ha vuelto famoso tras publicar un tweet, con más de 320.000 visualizaciones, en el que sugiere al Ayuntamiento de Barcelona que coloque unos semáforos con las siluetas de Mortadelo y Filemón. Un homenaje a su ídolo, que falleció el 15 de julio, que “viene desde el corazón. Este semáforo sería un recuerdo eterno y alegraría el día a muchas personas”, asegura. 

A principios de julio, Javier se fue de vacaciones a Arus, una ciudad danesa de origen vikingo. “Había semáforos con siluetas de vikingos. El rojo tenía una espada, un escudo y los brazos en cruz. Luego se ponía verde, echaba andar y cruzabas el paso de cebra riéndote”, recuerda Javier, que aún no se le encendió la bombilla. 

El 15 de julio, falleció Francisco Ibáñez, la figura más importante del cómic español, y Javier se acordó de su ídolo y de los semáforos de Dinamarca. “Si sonreía al cruzar el paso de cebra con el vikingo, cómo no iba a reírme con Mortadelo y Filemón”, indica. 

Javier creó unas siluetas verdes y rojas de Mortadelo y Filemón, las pegó en una foto que había sacado a los semáforos vikingos y el 9 de agosto publicó un tweet con pocas esperanzas de que se volviera viral. “Si me salían como todos, que tienen cinco me gusta y uno es de mi hija, no se enterarían ni en Tafalla”, bromea.

A las dos horas, el mensaje ¿Te sumas a trasladar al Ayuntamiento de Barcelona la idea de un homenaje a Francisco Ibáñez en forma de semáforo? ya se había viralizado. “Cada hora se sumaban miles de visualizaciones. Me metía y 20.000 más. Volvía a entrar y otras 20.000. Estaba todo el rato mirando. Era adictivo”, reconoce. En la actualidad, el tweet lo han visto más de 320.000 personas. “Ya he conseguido parte de lo que quería, que se honre la figura de Francisco Ibáñez”, afirma. 

El 14 de agosto, en pleno chupinazo de fiestas de Tafalla, Javier presentó una instancia en el Ayuntamiento de Barcelona. “Me escapé un momento a casa y registré la petición on line. Enlacé el tweet para que vieran que la idea de este loco tenía el respaldo social de un montón de chiflados”, bromea. 

En el escrito, Javier recomienda al Ayuntamiento que el semáforo no sea “puntual y sin sentido” y que estén ubicados en lugares emblemáticos relacionados con el artista barcelonés. Por ejemplo, la antigua sede de la editorial Bruguera, la calle Aldea o la biblioteca Gabriel García Márquez, declarada la mejor del mundo y que reserva un espacio permanente a la obra de Ibáñez.

¿Y quién es el peatón rojo y cuál el verde? Javier no duda ni un segundo: “Todos nos queremos escapar en los mil y un disfraces de Mortadelo. Filemón es el semáforo rojo porque nadie se atreve a desobedecer sus órdenes”, explica. 

Barcelona aún no ha respondido, pero, por si acaso, Javier ya se ha leído la legislación de la DGT y sus semáforos están dentro de la ley. “La normativa dice que el peatón rojo debe ser una figura de una persona inmóvil y el peatón verde una silueta en movimiento. Filemón es un peatón con dos pelos y una pajarita y Mortadelo también con una nariz grande y unas gafas enormes”, comenta. También se ha preocupado de que el semáforo sea accesible de forma cognitiva y ha pedido un informe a Anfas para que validen su idea. 

Desde niño

Javier Ibáñez es un apasionado de los tebeos desde pequeño. “Con seis años, la paga de los domingos me la gastaba en el kiosco. Compraba cómics y me guardaba unas pocas pesetas para el cine de la tarde. Mi padre nunca entendió que no me comprara chuches”, bromea.

Cuando cumplió 11 años, sus padres le dieron un billete de 100 pesetas, “la paga grande”, y se lo gastó “entero” en el libro El otro “yo” del profesor Bacterio. “Estaba enamorado de Mortadelo y Filemón. Me lo habré leído cientos de veces. Es de 1973 y aún lo guardo”, asegura mientras muestra orgulloso el cómic. 

La afición fue in crescendo y en la década de los 90 Javier comenzó a utilizar su pasión como herramienta de trabajo. “Hace 30 años, daba talleres en Estella sobre el lenguaje del cómic. También enseñaba a los maestros de literatura cómo se podía trabajar el tebeo en las aulas”, indica.

Javier sacó plaza en el colegio público las Comarcales de Tafalla y durante sus 38 como docente llenó sus clases de cómics: Mortadelo y Filemón, 13, Rue del Percebe, Rompetechos, La familia Trapisonda, Pepe Gotera y Otilio...

El tebeo es la puerta de entrada a la literatura. A muchos chicos y chicas, de primeras, leer un libro se les hace muy grande, les cuesta, no les atrae y al final lo dejan. Sin embargo, el cómic les engancha”, asegura. 

Javier pone como ejemplo que muchos de sus alumnos le preguntan a ver si se pueden llevar los tebeos a casa porque quieren seguir devorando a Mortadelo y Filemón.

Javier se los presta sin problemas ya que en la biblioteca de su casa tiene más de 3.000 libros y una estantería con 300 cómics de 40 países distintos. “Abres un tebeo y ya estás oyendo la viñeta. Está viva. Lo que más me gusta es buscar las microhistorias. Un gato que se pilla la cola y el perro que se ríe de él. Ese caracol, esa lombriz... Es el Universo Ibáñez”, comenta. 

Javier ha creado “fans” y hace tres años sus discípulos de “la clase que va a cambiar al mundo”, redactaron una carta en la que pedían que el premio Princesa de Asturias de las Letras recayera en Francisco Ibáñez. “No es que Ibáñez necesite el Princesa de Asturias, es que el Princesa de Asturias necesita a Ibáñez”, decía el escrito.